Rodrigo Soto Moreno
Ha sido una jornada larga y difícil para llegar hasta aquí, muchos se quedaron en el camino y muchos más tal vez nos quedemos también, pero todo se ha hecho en pro de la evolución del hombre, siempre motivado y sustentado por el conocimiento. Es decir, gracias a la capacidad de aprendizaje y nuestra estrategia extrasomática de dejar huella o registro escrito para las generaciones futuras, resulta ser pieza clave en el desarrollo de la civilización humana como especie, pues la competitividad entre nuestros antepasados homínidos hizo que hoy seamos el homo sapiens que somos.
Así como la constante del universo, para que exista como lo conocemos es el calor, y el día que se enfríe entonces todo cambiará o tal vez deje de ser, la constante que tenemos los seres humanos para seguir evolucionando es el conocimiento, particularmente el de las áreas científicas y tecnológicas, así que el día que el conocimiento se limite o extinga, entonces también limitaremos o extinguiremos a la raza humana.
Recordando algo de historia, los seres humanos nos hemos visto envueltos en períodos, ya sea largos o cortos, de oscurantismo, donde se nos obligó en ese momento a limitar nuestro encuentro con la naturaleza y el cosmos para cuestionarnos lo que vemos, probamos, escuchamos, olemos y tocamos, a través de nuestros sentidos para formar una percepción más clara de la vida, gracias a las conclusiones que obtenemos después de procesar toda esa información en nuestro cerebro.
Dentro de este contexto, resulta vital hablar de un ejemplo de lo anterior, con lo dicho por Carl Sagan sobre la Biblioteca de Alejandría. Donde los Ptolomeos se dedicaron a recopilar todo el conocimiento de esa época, aproximadamente en el 323 a. C. , siendo el primer centro de investigación en el mundo, donde se estudiaba todo, sobre todo el cosmos para comprender el orden del universo y la conexión entre todos los seres vivos, según la describe brevemente Sagan. Pero que fue destruido, desgraciadamente, por cuatro posibles eventos que fueron: el fuego causado por la invasión de Julio César, en el 48 a.C., el ataque del Emperador Aureliano, en el 270 a 275 d.C., el decreto del papa Teófilo de Alejandría contra la sociedad pagana, en el 391 d.C. y la conquista musulmana, en el 642 d.C., según la información de Wikipedia.
También dentro de la Biblioteca de Alejandría, como lo dice Carl Sagan en su serie Cosmos, los Ptolomeos se dieron a la tarea de copiar el conocimiento en papiros, llevando a cabo una operación de solicitar a los dueños de la información el original de su trabajo para replicarlo, pero no con fines de piratería sino con el objetivo de respetar los derechos de autor y poner a disposición de los eruditos el conocimiento científico y tecnológico. Hablando así, de acuerdo a Sagan, se tenían 1 millón de papiros con información, pero al ser destruida la biblioteca, como lo describimos en líneas anteriores, se perdió todo ese saber y tuvimos que esperar unos 2,000 años para redescubrir conocimiento que en su momento ya poseíamos.
En el caso de internet y de diversos sitios como Wikipedia, YouTube, Twitter, Facebook, y por supuesto Google, así como muchos otros, el conocimiento libre se pone a disposición del público que tiene una computadora y acceso a la red de redes. Pero hablando de todo el conocimiento y de toda la información producida por el ser humano, Wikipedia, nos ofrece un estimado, que según la International Data Corporation, se han creado, replicado o capturado 160 exabytes de información digital solamente en el 2006. Otros estimados, de igual forma publicados y obtenidos de Wikipedia, nos dicen que de acuerdo al Digital Britain Report, en el 2009, se transfirieron 494 exabytes de datos alrededor del mundo. Por su parte, de acuerdo a Cisco, el tráfico de redes se pronostica que en el 2013 sea de 667 exabytes. Con el fin de darnos una idea, de lo que es un exabyte, equivale a 10 elevado a la 18, es decir un 1 seguido de 18 ceros.
Después de toda esa digresión y entrando de lleno al tema, que tiene que ver con la supuesta ley SOPA, imaginemos entonces la explosión de conocimiento que significó en su momento la Biblioteca de Alejandría con su millón de papiros de información en el 323 a.C. y que cuando fue destruido ese conocimiento, tuvimos que esperar unos 2,000 años, según Carl Sagan, para volver a redescubrir cosas que ya supuestamente sabíamos, pero que no alcanzamos a difundir en beneficio de la especie humana.
Ahora tratemos de extrapolar lo que sucedería si una ley con la mencionada, lesionara el flujo de información de internet y limitara el conocimiento que fluyera en la red de redes. Estaríamos hablando ciertamente de mantener a los seres humanos dentro del oscurantismo, solamente a beneficio de aquellos más poderosos que les conviene tener a la población en la ignorancia o con falta de datos para vivir con verdades a medias.
Desde mi punto de vista, es correcto que se quiera proteger los derechos de autor, pero no de la forma en que lo quieren hacer. Pues lo primero que estarían logrando sería abolir la libertad de expresión de cada ser humano. Otra cosa que estarían logrando, es algo que nunca imaginé tener tan cerca, y es precisamente el darle vida al Big Brother, de George Orwell, que todo lo ve y que todo lo sabe y que vigila todo el tiempo a los seres humanos, no dejándonos tener libre albedrío y estando, de cierta forma, presos en nuestras propias casas.
Además a las personas que quieren proponer esa ley, se les olvida que dentro del caos de información que fluye en un sistema, se va generando orden en el mismo, aunque no lo veamos y que de esa lucha entrópica se genera nuevo conocimiento, fluyendo el mismo y tratando de regarse hacia las mentes que quieran procesarlo, analizarlo, digerirlo y almacenarlo para su uso personal y para futuras generaciones.
No debemos comprometer el avance de nuestra especie, que ha estado supeditado a la tasa de procesamiento neuronal y a la disposición de conocimiento libre fluyendo, ahora en la red de redes, cayendo entonces en un oscurantismo que nos puede retrasar el avance científico y tecnológico y que nos haga arrepentirnos en el futuro.
Al final me queda de consuelo que no creo que esa ley sea aprobada, aunque quedará como un Leviatán dormido en el fondo del mar, esperando su momento para volver a embestir sobre nuestra especie. Pero también estoy seguro que, como ha sucedido antes, la vida siempre se abre espacio y se crea opciones para seguir adelante aún en las situaciones de mayor adversidad, por lo que es hora y tiempo de que la especie humana se una en beneficio de alguien muy especial: nosotros mismos.