Revista 123, enero 2012, páginas 47 a 50
A mí no me tocaron esas épocas, pero recuerdo cuando mi bisabuelo me decía que una de las cosas más valiosas que tenía un hombre era su palabra, y que sin ella no era nada. Recordando esas pláticas, me llamó la atención la descripción que hace Armando Fuentes Aguirre “Catón”, en su libro “La otra historia de México, Díaz y Madero, La Espada y el Espíritu”, la que describo textualmente a continuación:
“Los hijos del Heroico Colegio Militar han hecho siempre honor a su plantel, y como muestra es este relato.
“En el año de 1892 murió don Carlos Fuero. Una calle en la ciudad de Saltillo lleva su nombre. Ese homenaje y más merece por el hecho que ahora voy a narrar.
“A la caída de Querétaro, quedó prisionero de los juaristas el general don Severo del Castillo, jefe del Estado Mayor de Maximiliano. Fue condenado a muerte, y su custodia se encomendó al coronel Carlos Fuero.
“La víspera de la ejecución dormía el coronel, cuando su asistente lo despertó. El General Del Castillo, le dijo, deseaba hablar con él. Se vistió de prisa Fuero y acudió de inmediato a la celda del condenado a muerte. No olvidaba que don Severo había sido amigo de su padre.
“Carlos –le dijo el General–, perdona que te haya hecho despertar. Como tú sabes, me quedan unas cuantas horas de vida, y necesito que me hagas un favor. Quiero confesarme y hacer mi testamento. Por favor manda llamar al padre Montes y al licenciado José maría Vásquez”.
– Mi General –respondió Fuero, –no creo que sea necesario que vengan esos señores–.
-¿Cómo? –se irritó el general Del Castillo. Te estoy diciendo que deseo arreglar las cosas de mi alma y de mi familia, ¿y me dices que no es necesario que vengan el sacerdote y el notario?
– En efecto, mi general –repitió el coronel republicano. –No hay necesidad de mandarlos llamar; usted irá personalmente a arreglar sus asuntos y yo me quedaré en su lugar hasta que usted regrese.
Don Severo se quedó estupefacto. La muestra de confianza que le daba el joven coronel era extraordinaria.
– Pero, Carlos –le respondió emocionado– ¿Qué garantía tienes de que regresaré para enfrentarme al pelotón de fusilamiento?
– Su palabra de honor, mi General –contestó Fuero.
– Ya la tienes –dijo don Severo, abrazando al joven Coronel.
Salieron los dos y dijo Fuero al encargado de la guardia:
–El señor general Del Castillo va a su casa a arreglar unos asuntos. Yo quedaré en su lugar como prisionero. Cuando él regrese me manda usted despertar.
A la mañana siguiente, cuando llegó al cuartel el superior de Fuero, general Sóstenes Rocha, el encargado de la guardia le informó lo sucedido. Corriendo fue Rocha a la celda en donde estaba Fuero y lo encontró durmiendo tranquilamente. Lo despertó moviéndolo.
– ¿Qué hiciste Carlos? ¿Por qué dejaste ir al general?
– Ya volverá –le contestó Fuero– Si no, entonces me fusilas a mí y asunto arreglado.
En ese preciso momento se escucharon pasos en la acera.
– ¿Quién vive? – gritó el centinela–.
– ¡México! –respondió la vibrante voz del General del Castillo– Y un prisionero de guerra.
Cumpliendo su palabra de honor, volvía don Severo, para ser fusilado. El final de esta historia es muy feliz. El general Del Castillo no fue pasado por las armas. Rocha le contó a don Mariano Escobedo lo que había pasado, y éste a don Benito Juárez. El Benemérito, conmovido por la magnanimidad de los dos militares, indultó al General y ordenó la suspensión de cualquier procedimiento contra Fuero. Ambos eran hijos del Colegio Militar; ambos hicieron honor a la gloriosa institución”.
Pareciera como si lo anterior no tuviera nada que ver con el tema de esta revista, ética y corrupción, pero para mi gusto tiene un alto grado de valía, pues si volviéramos a tener e inculcar la palabra como un código de honor que debe mantenerse, seguramente estaríamos menos expuestos a sufrir los duros embates de la corrupción que impera en el mundo y particularmente en nuestro país.
WALL STREET Y LA CRISIS DE 2008
Entrando en materia, me gustaría hablar sobre lo que recientemente sucedió dentro de la crisis mundial, del 2008 en los Estados Unidos. Particularmente me voy a centrar en el comportamiento de Wall Street y de ciertas compañías nortemaericanas, donde podemos apreciar claramente que tanto los banqueros como los empresarios, sabían que los valores de ciertas compañías iban a estar por los suelos en cualquier momento, y sin importales eso, vendieron a sus clientes acciones de esas mismas compañías, con pleno conocimiento de que, en cuestión de días u horas, esas acciones iban a caer en picada.
Como señala el reciente documental “Inside Job” del director Charles Ferguson y narrada por el actor Matt Damon, una de las causas de la crisis fue, aparte de malos manejos y la falta de regulación en los mercados, la avaricia de los dirigentes de diversas empresas del corazón financiero de los Estados Unidos, además de que contaban con información privilegiada, antes de colocar sus acciones, para engañar al consumidor, para sacar provecho de su posición y salir no solamente libres de sus actos, sino con ganancias millonarias, todo a costa de sus propios clientes y del mercado en general.
Este documental nos señala que la crisis de 2008 costó decenas de millones de dólares a numerosas personas, pues acabó con sus ahorros, sus trabajos y también su patrimonio, reflejado en sus casas, debido a que los banqueros obtuvieron jugosas ganancias al especular con el dinero de estas personas para posteriormente destruir las empresas que dirigían y salir con indemnizaciones millonarias.
ENRIQUECIMIENTO ENFERMIZO
Como dice el primer ministro de Singapur en el documental, Lee Hsien Loong: “cuando creas algo de la nada, es muy difícil resistirte”, en referencia a las burbujas que estos empresarios crean y que usan el dinero de los contribuyentes y del pueblo para enriquecerse de forma casi enfermiza y sin escrúpulos.
La pregunta que surge es por qué no se investiga a fondo el punto y se detiene a los culpables, a lo que responde Nouriel Roubini, profesor de NYU Business School: “porque entonces encontrarías a los culpables”, aludiendo a que el gobierno americano no quiere actuar, ya que de cierta forma es cómplice de los malos manejos y de la falta de regulación en este mercado.
Para Eliot Spitzer, ex gobernador de Nueva York, “los reguladores no hicieron su trabajo”; es decir, dejaron que los especuladores financieros hicieran su trabajo maquiavélico, a sabiendas de que podían perder el dinero de muchas personas, debido a que en muchos casos se ha ventilado que los mismos reguladores financieros recibían dinero por las burbujas creadas.
CRISIS GLOBAL
El documental señala que, en septiembre de 2008, la quiebra del banco Lehman Brothers y de la aseguradora AIG produjo una crisis global, que resultó al final en una recesión global, que le costó al mundo miles de billones de dólares; dejó alrededor de 30 millones de desempleados, y duplicó además la deuda del “país más poderoso del mundo”, los Estados Unidos.
Para Nouriel Roubini, si vemos el panorama completo, tenemos una destrucción de la riqueza, de ingresos, de fuentes de trabajo, y 50 millones de personas más que quedaron por debajo de la línea de pobreza, lo que resulta ser una crisis demasiado cara.
El mismo documental, Inside Job, señala que la crisis no fue accidental, sino que fue creada por una industria fuera de control y nuevamente por la avaricia desmedida de ciertos seres humanos, a los que no les importó dejar sin nada a millones de personas a costa de su riqueza enfermiza, misma que se transforma en adicción. Como si estuviese en su naturaleza comportarse de forma no ética y corrupta.
Para entender un poco lo que sucede con estos individuos, recientes estudios en neurociencia, mencionados por el profesor Andrew Lo, del laboratorio de Ingeniería Financiera del MIT, señalan que los científicos han hecho experimentos con resonancia magnética, en donde ponen a individuos en un juego donde el premio es dinero, y sus resultados muestran que, cuando estos individuos obtienen el dinero, estimulan la misma parte del cerebro que estimula la cocaína.
PAGARON LOS CONTRIBUYENTES
Otro punto que preocupa en demasía, es lo también señalado en la exposición dirigida por Ferguson, en el sentido de que muchos de los rescates de las empresas salieron del bolsillo de los contribuyentes, y los responsables de las quiebras simuladas para enriquecerse, salieron sin rasguños de la crisis y no sólo eso, sino con grandes sumas de dinero por “su buen desempeño” en bonos empresariales.
Por ejemplo, se nos dice que los cinco ejecutivos más altos de Lehman Brothers ganaron mil millones de dólares entre 2000 y 2007, y a pesar de que la firma quebró, a ellos no se les quitó su dinero. Otros que se mencionan son Angelo Mozillo, CEO de Countrywide, quien ganó 470 millones de dólares entre 2003 y 2008; Stan O´Neal, gerente general de Merrill Lynch, quien recibió 90 millones de dólares entre 2006 y 2007; posteriormente, cuando hizo que su firma quebrara, la junta directiva le permitió quedarse con 161 millones de dólares de indemnización.
INFORMACIÓN PRIVILEGIADA
Lo que se puede concluir de lo anterior es que, tanto los banqueros, como los empresarios de diversas compañías, hicieron malos manejos, gracias a que tenían información privilegiada que no revelaron al público, a sus consumidores y que se apegaron al “chapter 11” de la quiebra en sus países, para salir por la puerta de atrás, con jugosas ganancias, en tanto que los contribuyentes tuvieron que pagar el rescate de empresas y sanear el declive económico de sus bolsillos.
Lo mismo sucedió con los banqueros y diversos corredores de bolsa, dentro de Wall Street, quienes se dedicaron a vender acciones y limpiar su cartera, como nos lo muestra la película “Margin Call”, gracias a que obtuvieron información de sus corridas financieras, en donde sabían claramente que los títulos que les estaban vendiendo a sus clientes y a otros corredores de bolsa, de un momento a otro no iban a valer nada.
Urge que exista un mecanismo internacional que audite y regule a las empresas transnacionales, así como verifique los bonos que se están dando a los altos ejecutivos. No es justo que la avaricia lesione a millones de personas por el simple hecho adictivo de que una persona quiera más dinero a costa de lo que sea. Además, se deben revisar los sueldos de esas empresas transnacionales, para que no exista demasiada desigualdad entre lo que se percibe entre los diferentes puestos, desde el director general, hasta el obrero de línea de producción.
PRIMATES SAMARITANOS
Para comprender mejor lo que sucede en estos comportamientos no éticos, en ocasiones he hablado sobre la lucha, que parece eterna, entre la inteligencia maquiavélica versus los primates samaritanos, en donde tenemos que decidir entre utilizar nuestra mente de forma truculenta, con connivencia, o por otro lado trabajar en equipo, cooperar, mostrar empatía y estar en simbiosis con otros seres humanos, así como el resto de las especies del planeta.
Por inteligencia maquiavélica entendemos lo dicho por los primatólogos Richard W. Byrne y Andrew Whiten, de la Universidad Saint Andrews, en Escocia, que con base en sus estudios argumentan que la explosión de la inteligencia en los primates fue debido a la necesidad de formas más sofisticadas de engaño social y manipulación, así como se sugiere que la complejidad social impulsó a nuestros antepasados a ser cada vez más inteligentes para negociar, fachendear (farolear), así como a la connivencia (confabulación o engaño).
En tanto, por primates samaritanos nos apoyamos en lo que dice Frans de Waal, en relación a la era de la empatía, tomando la evolución de la misma para la promoción de la cooperación, trabajo en equipo, mediante la formación de grupos altruistas que se centren en que cada uno de sus miembros obtenga el mayor beneficio posible, sin lesionar las aspiraciones o necesidades de otros.
“Retando” de cierta forma a la supervivencia del más apto, de Waal propone tomar la evolución de la empatía como el producto final de la selección natural, así como la promoción de grupos altruistas.
Es una lucha entre la mente maquiavélica y la posición del primate samaritano, pero al final nosotros debemos tomar la decisión, sobre cuál vertiente cumple mejor con nuestras expectativas y cuál de ellas nos hará dar el siguiente paso evolutivo.
Para mí, está claro que debe ser esa cooperación grupal, esa ayuda mutua, esa posición samaritana, así como la estrategia de legalidad, para que el beneficio se riegue no sólo a una comunidad, sino a todo un país… que es en el que supuestamente queremos incidir y transformar para que los mexicanos tengamos un mejor presente y un mejor futuro para los que vienen detrás de nosotros, así como para nuestros supuestos genes egoístas.
SUPERVIVENCIA DEL MÁS JUSTO
Se propone, así, que para dar el siguiente paso evolutivo, es necesario cimentar la hipótesis de la “supervivencia del más justo” dentro de nuestras comunidades, misma que debe estar sustentada por cinco pilares básicos, que son: la empatía, la cooperación, la honestidad, el altruismo y la simbiosis con nosotros y con el medio ambiente.
Nuestra transición será entonces del “homo hominis lupus” (el hombre es el lobo del hombre), al “homo hominem iuvans” (el hombre en ayuda del hombre). Tal vez así tendremos verdadero progreso como especie, volviendo a ponerle el valor justo a dar la palabra y que nuestro honor dependa de ella. Puede costarnos… pero vale la pena intentarlo.