Rodrigo Soto Moreno
En ocasiones me he preguntado qué pasa por la mente de un elefántido, sobre todo cuando observamos al elefante adulto encadenado en el circo, que recuerda sus años de joven cuando no podía zafarse de la cadena y por ende no hace esfuerzo alguno por liberarse, a pesar de contar con la fuerza para hacerlo. Tal vez carece de voluntad y mientras sea alimentado y saciado en su sed, probablemente nunca lo intente por miedo a salir de su cómoda zona de confort.
Para darnos una idea de lo masivo de este animal, de acuerdo a Wikipedia, su peso al nacer oscila en los 90 y 120 kg y el mayor, cazado del que se tiene registro, pesó 11,000 kg con 3.96 metros de altura. Dice, la propia enciclopedia gratuita, que el elefante puede vivir entre 50 y 70 años, pero existen registros de edades máximas de 82 años, según el sitio http://www.animalcorner.co.uk/.
Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención de estos mamíferos colosales, es su inteligencia y capacidad de afligirse por la pérdida de seres queridos o del líder de cierto matriarcado. Esto se refuerza con investigaciones recientes, de acuerdo al escrito de Agata Blaszczak-Boxe y Livescience, titulado: “Asian Elephants console one another when in distress”, publicado en Scientific American, donde se señala que los elefantes asiáticos son capaces de consolar a otros, mediante toques cariñosos de su trompa, sugiriendo que ello es muestra de empatía ante el dolor.
De acuerdo a los estudios de Josh Plotnik de la Universidad de Cambridge, se observó a 26 elefantes por el período de un año, encontrando que cuando uno de estos animales sentía angustia, los otros entran a un estado similar de contagio, siendo esa la reacción empática tradicional que podemos experimentar nosotros los seres humanos.
Un caso similar es explicado por Cynthia Moss en Kenia, quien reporta a elefantes atendiendo y estando al pendiente de otros de su especie enfermos y en estado crítico. Esto se acopla a lo descrito por Iain Douglas Hamilton, cuando habla de la muerte de la líder de un matriarcado de elefantes, llamada Eleanor, quien antes de morir se colapsó e inmediatamente la líder de otro matriarcado cercano, llamada Grace, fue en su auxilio empujando a Eleanor para levantarla. Pero cuando volvió a caer y los desesperados intentos para ponerla de pie fracasaron; Grace decidió quedarse con Eleanor durante una hora y seguir intentando. Al final Eleanor murió y en las semanas siguientes, según Douglas Hamilton, las hembras de las otras familias se acercaron al cuerpo de la elefanta sin vida en aparente preocupación y perturbación.
De igual forma fue muy revelador el caso del video donde una manada de elefantes se acerca a refrescarse a un manantial, pero de pronto uno de los pequeños cae y se hunde en el lodo adjunto, siéndole imposible salir del mismo y hundiéndose poco a poco cuando hace otro esfuerzo, ante ello, un grupo de hembras se da inmediatamente a la tarea del rescate, trabajando en equipo y con empatía, para que mientras una de ellas rasca para eliminar el lodo, otras empujan y jalan al pequeño elefante para sacarlo de ahí. Después de un gran esfuerzo y mucha coordinación, se logra felizmente el objetivo deseado. El rescate puede observarse aquí:
Hablando de la inteligencia de los elefantes, se ha demostrado que pueden reconocer su reflejo en un espejo. Además tuve la fortuna de observar otro video de experimentos, donde les colocan comida aparentemente lejos de su alcance, dejando dos cuerdas atadas a los extremos de una bandeja con ese alimento. De forma impresionante, los elefantes razonan que si uno solo jala esa cuerda, ésta se suelta y no podrá conseguir degustar los manjares. Por ello entienden que deben trabajar en equipo para conseguir jalar esa plataforma de forma simultánea o se pierde la cuerda del otro extremo si uno de los elefantes jala antes; al final el premio es saborear la comida que vienen en dos recipientes de la bandeja. Esto se puede observar mejor en el siguiente video:
Otra historia fascinante, relatada por James Ritchie en su artículo: “Fact or fiction?: Elephants never forget”, se menciona el reporte de Carol Buckley del Santuario de Elefantes en Hohenwald, Tennessee, en donde la elefante Jenny se comportó muy ansiosa y alegre cuando le fue presentada otra elefante de nombre Shirley. Después de un reconocimiento entre estos animales, lo curioso es que también Shirley mostró mucho ánimo de ver a Jenny, como si ambas hubieran sido amigas de antaño.
Este asombro hizo que Buckley hiciera ciertas investigaciones, pues sabía de antemano que Jenny había trabajado en el circo Carson & Barnes, antes de arribar al santuario. La sorpresa volvió a Buckley cuando se enteró que Shirley había estado con Jenny en el circo, por un período breve de meses, pero hace aproximadamente 23 años. Con esto nos podemos dar cuenta de la capacidad de reconocimiento y memoria de los elefantes.
En este punto, James Ritchie nos dice que ciertos investigadores han señalado que de esa forma sobreviven los elefantes, sobre todo aquellos grupos formados por matriarcados, donde sus líderes van acumulando conocimiento y sabiduría, para irlo diseminando de forma social, para la protección y cuidado de sus congéneres en la comunidad.
Incluso, continua Ritchie, investigadores de la Universidad de Sussex de Inglaterra, encontraron que aquellos matriarcados con hembras líderes de 55 años de edad, estaban mejor preparadas al adoptar una posición de defensa en su grupo, ante la llegada de un elefante macho; esto en comparación con aquellos matriarcados con hembras líderes con apenas 35 años de edad, quienes no estaban conscientes de que los elefantes extraños y especialmente los machos son propensos a crear conflictos y lesionar a los pequeños. En este punto es importante mencionar que otros investigadores, han encontrado que los grupos de elefantes con líderes de mayor edad, son capaces de recordar viejas rutas de comida y agua, para utilizarse en épocas de sequía y así evitar el colapso de los pequeños.
También me sorprendió el hecho de que los elefantes en africanos tengan la capacidad de reconocer los tonos de voz de ciertos grupos de seres humanos. En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y comentado en The Economist, donde se señala que los Masai en Kenia, son un grupo de individuos conocidos por atacar con sus lanzas a los elefantes, debido a que estos últimos compiten con el ganado de esta etnia africana; por otro lado tenemos a otro grupo conocido como los Kamba, pero ellos raramente atacan o matan a los elephantidae. Por increíble que parezca los elefantes saben distinguir entre los Masai y los Kamba por su apariencia y por su olor.
Para cerrar este escrito, un grupo de investigadores acaba de demostrar que estos elefantes también pueden distinguir a los Masai y a los Kamba por su lenguaje y así determinar cuándo huir de la zona por miedo a ser lastimados o finados. La doctora Karen McComb y el doctor Graeme Shannon de la Universidad de Sussex, grabaron a hombres Masai por lado y Kamba por otro, diciendo lo siguiente: “Mira, mira allá, ahí viene un grupo de elefantes”. Después mostraron esa grabación a 48 grupos de elefantes. Los resultados fueron: Cuando los elefantes escucharon la voz de los Masai, un 70% de las veces empezaron a tratar de oler el peligro y se retiraron 60% de las ocasiones. En cambio cuando escucharon a los Kamba, un 25% de las veces buscaron oler el peligro y solamente un 40% de las veces emprendieron la huida. Para reforzar estos hallazgos, los científicos replicaron el experimento de las grabaciones, pero ahora con voces Masai de niños y mujeres; los elephantidae ignoraron las mismas.
En un futuro seguramente tendremos mayores confirmaciones de la inteligencia y capacidad de memoria de estos grandiosos animales, esperemos que estos escritos ayuden a comprenderlos mejor y promover también su conservación en su hábitat natural.