El teorema del mono infinito y mis escritos.

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infinitemonkeytheorem

Rodrigo Soto Moreno

Guardo el recuerdo fresco de aquellas situaciones en donde, dentro de reuniones con amigos, vecinos, familiares, conocidos y otros individuos, se me ha preguntado si en verdad me dedico a escribir. Lo anterior despierta mi imaginación y creatividad, dando rienda suelta a diversas contestaciones, en donde la más común es: “realmente no escribo, simplemente tecleó de forma aleatoria o en ocasiones contrato a unos monos para que hagan ese trabajo, hasta lograr un texto adecuado para ser publicado, después obviamente de un arduo esfuerzo de iteraciones tanto por parte de los monos, como el mío, según sea el caso”.

Sin embargo guardo la compostura, de acuerdo al Manual de Carreño, y solamente esbozo una falsa sonrisa acompañada de un tradicional: “sí escribo, pero realmente me dedico a la divulgación científica”. Respuesta que abre nuevas incógnitas en algunas mentes infestadas con analfabetismo funcional y volvemos entonces a la libreta de anotaciones para preparar una nueva explicación en relación al acertijo truculento que osé expresar.

La verdad es que la tarea de divulgación científica resulta ser compleja en un país donde no se lee como en otros del orbe, especialmente en algunos de Europa; pero sobre todo leemos menos en materia de ciencia y tecnología. Incluso hace unos días estuve con un gran amigo, Carlos López García, quien ostenta una probada inteligencia en el campo de las matemáticas, y me decía que sería necesario el hacer mis escritos en un nivel más popular o de fácil digestión visual para los lectores. Situación de la que tomé nota, pero no estoy seguro de acatar.

Volviendo al párrafo de inicio y mi respuesta aparentemente irónica, el teorema del mono infinito (inifinite monkey theorem en inglés) establece que si tenemos a un mono, o un niño de 3 años como lo hizo Richard Dawkins con su hija, aplastando teclas de una computadora de forma aleatoria, por un período de tiempo infinito, seguramente logrará teclear un texto inteligible, al grado de poder reproducir las obras completas de William Shakespeare.

La explicación del prominente científico inglés no se centra en reproducir todos los trabajos del famoso dramaturgo inglés, sino trabajar con una pequeña frase de sus textos con 28 caracteres (contando los espacios), refiriéndonos a “Methinks it is like a weasel”. Dawkins nos explica que existen dos formas de lograr este resultado, ya sea utilizando monos o niños pequeños (pudiendo solicitar ayuda a mi hija Ena Camila) para teclear aleatoriamente o también apoyarnos del poderío de un programa computacional.

La primera forma es trabajar con la selección de un solo paso, en donde tenemos que las entidades seleccionadas son sorteadas una sola vez. Esto se refiere a que las iteraciones en el proceso evolutivo son productos nuevos, sin tomar en cuenta a los productos anteriores. En cambio la segunda forma es por medio de la selección acumulativa, donde las entidades o individuos se reproducen o desde otra perspectiva se alimentan de las mezclas anteriores de forma tradicional como conocemos a la evolución. En palabras de Dawkins, este método utiliza el producto final de una generación, como insumo para la siguiente generación.

Entrando en el ejemplo práctico, de la oración de 28 caracteres (Methinks it is like a weasel), y utilizando la selección de un solo paso, tenemos entonces a un mono que tiene la opción de presionar 28 veces las teclas en una computadora y si llega al objetivo deseado termina el experimento, pero en caso contrario tiene otra oportunidad de teclear 28 letras nuevamente. Los primeros resultados obtenidos por Dawkins, utilizando a su hija, y luego por medio de un programa en la computadora arrojaron resultados ininteligibles y lejanos a la frase objetivo. Todo esto utilizando un teclado especial de 26 letras capitales y la barra espaciadora (para un total de 27).

Imaginemos entonces las posibilidades de aplastar 28 letras al azar y obtener la oración que buscamos, simplemente pareciera imposible de lograrse. Calculando las probabilidades de cada letra, Dawkins nos dice que para la M tenemos 1/27, igual para las otras letras. Es decir, para formar entonces “Methinks” requerimos, como dice Dawkins, 1/27 x 1/27 x 1/27 x 1/27 x 1/27 x 1/27 x 1/27 x 1/27 ó 1/278, pues son 8 letras y así sucesivamente. Entonces, de acuerdo a Richard Dawkins, para obtener la frase completa de 28 caracteres de forma correcta es 1/2728. De acuerdo a estos cálculos, faltaría bastante tiempo para cumplir el objetivo. Incluso Dawkins nos dice que las probabilidades serían de 1 en 10,000 millones de millones de millones de millones de millones de millones.

Pero si pasamos a la selección acumulativa, en donde Dawkins utilizó un software para solucionar este problema, tomando los resultados que se arrojan, iterando constantemente hasta alcanzar la frase deseada; tenemos que después de 43 generaciones de datos se logró alcanzar el objetivo deseado. Es decir la frase “Methinks it is like a weasel”.

A lo anterior se le conoce como el “Weasel program” o “Dawkins weasel” y tomando los propios resultados de este investigador inquisitivo tenemos muestras de las generaciones iteradas hasta llegar al objetivo, es decir:

Generation 01:   WDLTMNLT DTJBKWIRZREZLMQCO P

Generation 02:   WDLTMNLT DTJBSWIRZREZLMQCO P

Generation 10:   MDLDMNLS ITJISWHRZREZ MECS P

Generation 20:   MELDINLS IT ISWPRKE Z WECSEL

Generation 30:   METHINGS IT ISWLIKE B WECSEL

Generation 40:   METHINKS IT IS LIKE I WEASEL

Generation 43:   METHINKS IT IS LIKE A WEASEL

La diferencia entre ambos intentos, es que la selección de un solo paso no toma datos de los resultados anteriores, es decir como lo dice Dawkins, cada resultado es un inicio fresco. En cambio con la acumulativa tenemos que los productos anteriores sirven de materia prima para construir y acercarnos al resultado esperado.

Este programa (Weasel program) busca, según Wikipedia, demostrar cómo los pequeños cambios en la evolución de los caracteres, puede en verdad producir los textos u oraciones deseadas en períodos cortos, auxiliado por un mecanismo para seleccionar aquellos cambios acumulativos. Es decir para el caso de la oración de Shakespeare, se requiere a una persona que programe adecuadamente el software para que la computadora (monos virtuales) busque la combinación de letras deseada, mientras que en la evolución de Darwin, tenemos que las características deseables de supervivencia del más apto son impuestas por el medio ambiente o la naturaleza.

Sin embargo, parafraseando a Dawkins, tenemos que este ejemplo tiene gran utilidad para darnos una idea en la iteración evolutiva acumulativa para lograr el texto deseado, así como reforzar mi comentario aparentemente irónico en cuanto a que no escribo, sino que “contrato monos” o le pido a mi hija, Ena Camila, que aplaste teclas aleatorias constantemente de forma infinita hasta alcanzar un escrito digno de publicarse; pero el punto esencial es que la evolución no tiene un objetivo a largo plazo o final perfecto representado en cierto organismo, sino que las mutaciones y genes de cierto individuo son puestos a prueba y si tienen lo que se necesita para sobrevivir, entonces pasarán a la siguiente generación y así sucesivamente. Además de que la vida compleja se forma a partir de sistemas simples que se autoorganizan.

Para cerrar este escrito y así poder dejar libres a mis “monos” o a mi hija, creo que lo mejor es responder que este humilde ser humano hace un intento por escribir, especialmente en temas de divulgación científica, aceptando que la aventura de redactar textos se encuentra directamente relacionada con la de equivocarse, pero gracias a la plasticidad cerebral y al proceso cognitivo, es probable que después de ciertos errores, pueda aprender de ellos y sumarlos de forma positiva a la calidad y sencillez de mis siguientes escritos.

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