Adaptación e innovación biológica y artificial

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Un bosque que constantemente se encuentra asediado por múltiples adversidades climáticas, como puede ser una tormenta, una peste descontrolada o un incendio, se vuelve más fuerte a esas calamidades y mejor preparado para no solamente resistirlas, sino también reorganizarse y volver a repoblar las zonas dañadas. Desde esta perspectiva, Brian Walker, en su artículo titulado “Resilicence Thinking” y publicado en People and Place, nos comenta entonces que aquel bosque que no ha experimentado un incendio, entonces será más vulnerable al fuego y propenso a colapsarse.

El interés de Walker no es provocar incendios forestales, sino que la misma exposición a obstáculos climáticos hostiles, de forma natural, refuerzan entonces la capacidad adaptativa y resiliencia de estos seres vivos del reino plantae. Extrapolando esto, y parafraseando a Nietzsche, no nos debe resultar extraña la necesidad de tener caos en nuestras vidas, con el fin de dar a luz una estrella danzante; además de abrazar la idea que aquello que no nos mata, nos hace más fuertes.

En este sentido, siguiendo con Walker, vivimos insertos en ciclos adaptativos, definidos como modelos recurrentes, dentro de la ingeniería artificial como en la biológica; con fases muy bien delimitadas, que son: crecimiento rápido, cuando el bosque inicia su origen y camino enraizándose en la tierra; conservación, cuando ese bosque utiliza de mejor forma sus recursos, pero se acerca irremediablemente a la probabilidad de ser golpeado o estresado por el medio ambiente; colapso, cuando el enfrentamiento con las inclemencias climáticas logra que el bosque decaiga bruscamente en forma parcial o total; y reorganización, cuando este ser vivo plantae, después de errar e iterar, aprende a sortear mejor esos obstáculos y surge de nuevo, pero ahora robustecido y resiliente. 

Derivado de esto sabemos, de acuerdo a investigaciones de Max Kleiber, que los organismos biológicos cuando duplican su tamaño, crecen de forma sublineal (debajo de 1 ó 3/4), utilizando economías de escala, pues solamente requieren el 75% de la energía para sobrevivir y no el doble como se pensaría. Al analizar lo mismo, para el caso de las ciudades, tenemos que de igual forma se apoyan en la escalabilidad para maximizar los recursos hacia sus ciudadanos, pero cuando se incorporan las variables de creatividad e innovación, aquellas poblaciones que duplican su tamaño, crecen de forma superlineal (arriba de 1, en promedio 1.15) y tendrán un incremento en su ingreso, en su riqueza, en el número de patentes, en personas supercreativas y en los inventos per cápita. Sin embargo, el costo asociado, se traduce en un aumento en casos de gripe, así como en criminalidad y sida por persona.

Por lo anterior, según Geoffrey West, las ciudades y las empresas deben trabajar en detectar los puntos de inflexión y la probabilidad de su colapso, para innovar y evitar el mismo. Es decir, de acuerdo a Joseph Schumpeter, cuando se disturba la estabilidad, surge entonces oportunidad para la innovación; pero si nos resistimos o ignoramos el cambio, según el propio Schumpeter, entonces aumentaremos nuestra vulnerabilidad, acercándonos al colapso, al dejar pasar estas oportunidades.

Los organismos biológicos saben entonces que deben maximizar sus recursos, a raíz de los ciclos adaptativos, creando resiliencia y resurgiendo fortalecidos. Por ello, en nuestro constante choque con las inclemencias del medio ambiente natural, como ciclones, huracanes, terremotos, entre otros; así como con los golpes recibidos por el medio ambiente artificial, visto como las relaciones sociales, económicas, políticas, culturales, tecnológicas, entre otras; nos vamos fortaleciendo y podemos así erigirnos como piezas clave del rompecabezas de la vida. Resulta entonces importante, trasladar este aprendizaje a las ciudades y a las empresas.

Al final entonces, tanto para organismos biológicos (seres vivos) como artificiales (empresas, ciudades), la tarea es reinventarse constantemente para evitar el colapso y aprovechar las oportunidades de evolución e innovación, tomándolas y sobre todo no resistirse al cambio. Por algo las especies siguen mutando, con el fin de adaptarse y continuar su camino evolutivo; de igual forma ciudades y empresas deben mutar y transformarse en simbiosis con las necesidades y nuevas reglas del mercado, pues de lo contrario se acercan su decadencia parcial o total.

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