Trascender o morir

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Rodrigo Soto Moreno

Dice Walter White, personaje protagónico de la serie Breaking Bad, interpretado por Bryan Cranston, que cada vida viene con una sentencia de muerte. Nada más cierto, pues cada uno de nosotros viene programado para apagarnos en cierto momento y es por ello que constantemente buscamos eludir a la muerte, cuidando nuestro estilo de vida, la alimentación, así como recurriendo a especialistas médicos para aliviar ciertos padecimientos o caer en las manos de charlatanes curanderos para aquejar nuestros males.

Derivado de lo anterior el hombre se ha empeñado en solicitar a los dioses la vida eterna, mientras continúa trabajando en sus investigaciones científicas y desarrollos tecnológicos para seguir aumentando la esperanza de la misma y en esa espera ha comprendido que puede seguir vivo a través de sus obras o por medio de su herencia genética.

Hablando de la transmisión de los genes, pareciera como si no fuéramos nosotros quienes queremos trascender, sino nuestros genes egoístas como ha dicho Richard Dawkins, quienes se apresuran a instarnos a procrear y gracias a la carga genética entre individuos, transmitir 50% del padre y 50% de la madre, hacia el nuevo producto. Es por ello, tal vez, que cuando vemos a un hijo o hija expresamos un cariño sobreprotector e incondicional porque pareciera que estamos viendo una versión mejorada de nosotros mismos.

Dentro de este contexto se ha argumentado, contrariamente a lo que pensamos, que no somos nosotros quienes buscamos mantener una aparente inmortalidad al tener descendencia, sino más bien nuestros genes quieren brincar de un receptáculo a otro, pues saben que cada cuerpo tiene una expiración o fecha de caducidad programada y que se va alterando constantemente, dependiendo de nuestro estilo de vida; de ahí la necesidad de que esos genes egoístas trasladan copian mejoradas de ellos hacia otro organismo, en este caso, hacia un producto humano.

Cada célula pasa entonces a un nuevo organismo con todo el cúmulo de aprendizaje adquirido y con aquellas mutaciones, adaptaciones y características que les ha otorgado cierta ventaja competitiva dentro de la evolución de Darwin. Aunado a que cada reproducción busca fortalecerse con nuevos genes provenientes de la mezcla entre individuos.

Otra forma de “escabullirse a la muerte” y trascender, es mediante nuestras obras, nuestro legado. Es decir, por aquellas cosas que se pueden plasmar en los libros de historia, dentro de Wikipedia, dentro de las redes sociales o en otros medios masivos de comunicación, ya sean positivas o negativas.

De lo anterior hablamos de la forma en que se pueden transmitir las características culturales, ideas, frases, modos de comportamiento, valores, modas. Precisamente es ahí donde el profesor Richard Dawkins señala que al igual que existe una “fuente de genes” por la cual se mezclan hombre y mujer para crear un tercer ser que comparta rasgos y características físicas y biológicas de sus progenitores; existe una “fuente de memes”, en donde reside una mezcla de componentes que ha sido definida como una “sopa de cultura humana”.

La explicación de Dawkins, aunque resulte aventurada, se sustenta en que cada vez que se planta una idea o concepto de un cerebro a otro, gracias a la imitación, se está parasitando éste y se convierte en otro vehículo más para la propagación de ese “meme” en particular. Todos los días estamos influenciados con ciertos arquetipos de conducta y comportamiento que van moldeando nuestra forma de actuar en la vida diaria.

De esa influencia, positiva o negativa, la proyectaremos a futuro cuando nos convirtamos en héroes o tiranos, analizados desde una perspectiva objetiva y no solamente desde la visión de los vencedores o vencidos de la historia.

Luchan entonces los genes y los memes por trascender y no morir, sorteando diferentes obstáculos para por un lado trasladar su carga genética a un nuevo producto o por otro lado implantarse en la mente de cierto individuo y ambas estrategias con el fin de replicarse indefinidamente, saltando de un receptáculo a otro.

Sin embargo, en el camino, es probable que los seres humanos no detectemos, confundamos o simplemente desechemos las señales que nos envían los genes y los memes, errando nuestro camino, cayendo en vicisitudes, frivolidades y sobre todo cambiando el tener por el saber. Me refiero a todos aquellos que no valoran la maravilla de estar vivos y la de observar a nuestros genes egoístas expresarse, ni tampoco atesoran la oportunidad de ser maestros y alumnos de una extensión de nosotros; también hago referencia a todos los que se quieren apoderar de todo y nada a la vez, quienes sueñan con ser emperadores, tiranos y someter a los demás, quienes lesionan a otros para subir un peldaño más de la escalera económica.

Por ello, antes de finalizar este escrito me gustaría compartirles el siguiente mensaje de Carl Sagan, esperando que nos ayude a decidir sobre la mejor forma de trascender.

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