Número 37, del 21 de julio al 3 de agosto de 2006 , páginas 50 y 51
La carrera espacial tuvo una de sus cúspides cuando el hombre llegó a la Luna, el 20 de julio de 1969, evento del cual recordamos las palabras de Armstrong: “Un pequeño paso para el ser humano, un gran avance para la raza humana”.
En la época actual, las miradas virtuales, ayudadas de los ordenadores computacionales, siguen buscando respuestas para el hombre en el universo; sin embargo, ahora tenemos un nuevo actor en el cosmos, particularmente dentro del micro, llamado biotecnología, disciplina científica que puede aportar muchas de esas respuestas que el ser humano busca, y que puede significar otro nuevo paso gigante para nuestra especie.
Al igual que la rica información de los cuerpos celestes en nuestra galaxia y en las vecinas, el microcosmos biotecnológico cuenta con vastos datos que serán de vital trascendencia en el devenir del ser humano.
Tan solo el analizar la simbiosis de las baterías que habitan nuestro tracto intestinal puede arrojar bits tan frondosos como el querer contar el número de sistemas planetarios que conforman la Vía Láctea. Por ejemplo, las investigaciones de Steven Gill, del Instituto de Investigación Genómica en Rockville, Maryland, arrojan datos de que el genoma colectivo de estos organismos equivale a 100 veces más genes que el genoma humano por sí solo.
IMPORTANTES CONTRIBUCIONES CIENTIFICAS
Diversas han sido las contribuciones científicas en esta área. Por citar algunos casos, tenemos a Gregor Mendel, considerado el “padre de la genética”, Kart Ereky, ingeniero húngaro a quien se le atribuye el término de biotecnología; el descubrimiento del código del ADN por Watson y Crick, mucho de lo cual ha cimentado lo que conocemos como ingeniería biotecnológica medica.
Es aquí donde el avance de la ciencia puede acrecentar la utopía de que los ciegos vean, los sordos escuchen, los paralíticos recuperen la movilidad perdida, la creación de órganos para pacientes que requieran trasplantes, así como medicinas que sean “balas mágicas” en contra de enfermedades incurables.
Aunque pareciera imposible, la realidad sí es prometedora, gracias a la alteración genética de microorganismos como la Escherichia coli (E. coli) para la producción de antibióticos e insulinas y otros organismos (plantas y animales), con el fin de manufacturar farmacéuticos y nuevas terapias para combatir la diabetes, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple, artritis, cáncer, hepatitis y muchas otras.
ESPERANZAS PARA LOS ENFERMOS
Nuestro sistema inmune estará auxiliado por sistemas nanobio-electromecanicos con sensores y actuadores en moléculas de carbono que llegarán al lugar requerido para destapar una arteria al corazón o depositar la sustancia activa de cierta medicina para causar la reacción química adecuada y generar la cura del paciente.
Los diabéticos podrán recibir su medicamento gracias a una descarga de insulina diaria, mediante un dispositivo intramuscular que viaje con ellos, y podrán hacer su vida normal como el resto de la población, olvidándose de las temerosas jeringas o pistolas de insulina.
Incluso, se podrá pensar en detener el paso del tiempo al continuar los estudios del gen SIR2, considerado uno de los responsables de la longevidad y cuya presencia en copias en animales como la mosca de la fruta y algunos gusanos, ayuda a aumentar su existencia. Nuestra esperanza de vida aumentará y no solo será cuestión de vivir más, sino de existir con un alto nivel de vida.
Ante todo esto, la cuestión a discutir será que las empresas que realizan este tipo de investigaciones biotecnológicas desarrollen productos al alcance de los países subdesarrollados, y no todo se convierta en que sus ejecutivos quieran aparecer en la lista de Forbes de hombres con más poder o dinero en el mundo.
Tal vez el sueño del súper hombre de Nietzsche tenga cabida y realmente sea parte aguas y cambio disruptivo en la civilización, con una historia antes y después de la biotecnología médica.
HEROES DE BATA BLANCA
Los nuevos héroes no estarán detrás de un balón, tirando penales en los mundiales, utilizando pantalones cortos y camisas dry fit, sino detrás de un microscopio , estudiando una nueva simbiosis bacterial, una nueva vacuna viral, una nueva bioenzima, la función de un gen específico y vistiendo una bata blanca.