La piel: la envoltura que nos presenta al mundo

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Revista 126, mayo 2012, páginas 101 a 103

Aunque nunca he sido asiduo lector de Carlos Monsiváis, recuerdo su escrito publicado en la revista NEXOS, en octubre de 2010, con el título: “No es que esté feo, sino que estoy mal envuelto…” El artículo me llamó la atención por ese encabezado, que para mí sintetiza lo que uno aprecia en una persona a primera vista, y que puede ser factor de prejuicio, positivo o negativo, antes de poder acceder a la mente creativa o no de ese individuo, para sustentar nuestra primera hipótesis de la valía superficial o profunda de cualquier ser humano y tener así una imagen correcta del mismo.

Sin mayores preámbulos, me refiero a que frecuentemente catalogamos a las personas por su envoltura, estudiando en detalle lo que podemos ver de su piel. Así, lo que más resalta a nuestros ojos son las plumas que usa; es decir, su vestimenta.

En resumidas cuentas, cada uno de nosotros  utilizamos nuestra envoltura (piel) y nuestras plumas (vestimenta) para deambular  por el escenario de la comedia humana -recordemos a Balzac-, siempre en espera de que las mismas sirvan para proyectar una imagen de éxito que nos lleve a subir en el escalafón socioeconómico.

En esta forma, mentimos con nuestras plumas, ocultando parte de nuestra piel, para que la imaginación de otros seres humanos infiera lo que no se puede ver a simple vista. Maquillamos nuestras imperfecciones y tratamos de hacer resaltar nuestras virtudes de la piel, pero con cuidado, para que no vayan a ser exhibidas las primeras cuando alguien profundice en nuestro ser. 

NUESTRO ÓRGANO MAYOR

Pero, vayamos a la parte científica de este escrito. Como todos sabemos, la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo; pesa aproximadamente 3.6 kilogramos y cubre dos metros cuadrados, según datos del sitio web de National Geographic. De forma textual, dice que: “Nuestra piel está compuesta por un complejo sistema de capas de células, estructuras nerviosas, glándulas que no solamente nos protegen, sino que nos conectan con el mundo exterior”.

De acuerdo con datos de Wikipedia, consta de tres capas principales, que son la epidermis (capa exterior con un grosor de entre 0.1 mm en los párpados, a 1.5 mm en la palma de las manos); dermis (debajo de la epidermis, con un grosor de entre 20 y 30 veces más), e hipodermis (capa subcutánea constituida en su mayoría por tejido adiposo).

UNIVERSO DE VIRUS Y BACTERIAS

Es bien sabido, en el mercado de los científicos, que dentro de nosotros existe un gran universo de virus y bacterias, que viven en forma simbiótica y latente, en espera de su turno para hacerse presentes y focalizarse en cierto padecimiento que imposibilite momentánea o permanentemente al huésped.

En la piel también podemos encontrar cientos de bacterias que acampan comodinamente en nuestra envoltura. Según datos de Scientific American, particularmente de investigadores de la escuela de medicina de NYU, se contabilizaron 182 especies de bacterias en diferentes áreas del cuerpo de 6 voluntarios, a quienes se les tomaron las muestras conducentes.

Como dato interesante, llama la atención el hecho de que el escrito mencionado habla de que las bacterias dentro y fuera de nuestro organismo superan en número a nuestras células, en un promedio de 10 a 1. Además, las bacterias de cierta persona son diferentes de las de otra. Desde esta perspectiva, contamos con una marca personal de bacterias en nuestra piel, que nos diferencian de otra persona; pues sólo una cuarta parte es similar a la de otro individuo, y las restantes tres cuartas partes son diferentes.

Otro aspecto destacable es que, con base en estudios realizados, científicos de la Universidad de Goethe, Alemania, calculan que las células de la piel se regeneran, en promedio, de cada cuatro a seis semanas. Algunos datos, presentados por el sitio “how stuff works”, señalan que contamos con miles de millones de células de la piel, y aproximadamente entre 30,000 y 40,000 se desprenden de nosotros cada hora, En un período de 24 horas, perdemos casi un millón de células de la piel.

IMPORTANCIA DEL TACTO ENTRE LOS SERES VIVOS

Otra  información que me llamó mucho la atención es la que presenta Joel Swerdlow, en su escrito titulado “Unmasking Skin”, en el sitio web de National Geographic. Ahí, comenta el extraño misterio de la piel, particularmente la importancia del tacto entre seres vivos, específicamente en primates. En un estudio, mencionado por Swerdlow, considerado como inhumano y falto de ética, se privó a ciertos bebés primates del contacto con su madre.

Sin importar que estos infantes, parientes lejanos de nosotros, pudieran ver, oler y escuchar a su madre, el simple hecho de no tener su contacto físico en su piel y su pelo, les hizo ser apáticos, y fallaron en su progreso y desarrollo, comparados con otros primates.

Para reforzar lo anterior, la psicóloga Tiffany Field, directora del Instituto de Investigación del Tacto, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami, afirma que, de acuerdo a estudios hechos en diferentes culturas, en aquellas donde el tacto es importante y se lleva a cabo, se presentan bajos niveles de agresión en adultos. Lo contrario ocurre cuando el tacto es limitado en ciertas sociedades, pues la violencia en la edad adulta es creciente y manifiesta.

En resumidas cuentas, para la investigadora Field, es claro que un alto tacto en edad temprana, entre ciertas culturas, deriva en bajos niveles de violencia en la etapa adulta.

MILLONES DE CÉLULAS NERVIOSAS

Todavía conforme al artículo de Swerdlow, el neurocientífico Stanley Bolanowski, del Instituto de Investigación Sensorial de la Universidad de Siracusa, explica que la piel tiene millones de células nerviosas a diferentes profundidades, y cuando se estimula cualquiera de ellas, la energía física aplicada se transforma en energía en el sistema nervioso, que manda diferentes señales a la espina dorsal y al cerebro, en un proceso denominado transducción de señal.

Éste, de acuerdo a Wikipedia, es el conjunto de procesos o etapas que ocurren de forma concatenada, por los que una célula convierte una determinada señal o estímulo exterior en otra señal o respuesta específica. En resumen, para Bolanowski, las personas percibimos tres cosas básicas a través de la piel: presión, temperatura y dolor.

Con base en lo aquí descrito, es necesario destacar la importancia de la piel en el proceso de relación de amistad, compañerismo y, por supuesto, de una relación amorosa, pues en ciertos casos determinamos el grado o nivel de cercanía con un amigo o con una pareja, basados en el contacto físico que tengamos con los involucrados.

De ahí que una relación amorosa obtenga, en promedio, el mayor número de posibilidades táctiles entre los interesados, a fin de demostrar el cariño de uno hacia otro y, según sea el caso, abrir la puerta al deseo sexual, sobre todo para las mujeres, que requieren un tratamiento especial previo antes de la iniciación de fusión de cuerpos y la conocida terminación del proceso. Seguro que, derivado de la finura y experiencia del Romeo hacia su Julieta, y viceversa, se repetirá con júbilo ese proceso.

EL CONTACTO FÍSICO EN FAMILIA

Hablemos, por otra parte, del contacto físico entre miembros de una familia, sobre todo en el caso de padres e hijos. No solamente el dinero para cubrir las necesidades vitales de supervivencia es sinónimo de buena tutoría paternal, sino que debemos fomentar los abrazos y caricias entre la ascendencia y descendencia genética, acostumbrando a las conexiones nerviosas de la piel a recibir este trato por parte de hijos o padres y viceversa, a fin de cimentar y fortalecer las relaciones mutuas y tener así un círculo virtuoso de confianza.

Además, estoy seguro de que una persona que recibió bastantes y diferentes abrazos a lo largo de su infancia y adolescencia, es más probable que se traduzca en un adulto seguro de sí mismo y afectuoso hacia los suyos.

Para el caso de los amigos y compañeros, resulta claro que personas del mismo o diferente sexo intercambian abrazos, saludos con la mano o besos, según sea la cultura, como simple invitación y apertura al diálogo y a la convivencia pacífica, así como al intercambio de ideas. Pero siempre será importante un saludo fuerte y cordial, así como cierta palmada en el hombro, como señal de aprobación por cierta actividad o desempeño realizado. Desde esta perspectiva, dependiendo de la cultura en que nos encontremos, el contacto físico es un factor vital para la buena relación entre los individuos.

Además, recordemos nuestros primeros contactos con la naturaleza, en el sistema de enseñanza-aprendizaje, y la forma en que se potenció nuestro saber, al percibir el mundo con el contacto de nuestra piel sobre cada forma, objeto, textura. Muchas de nuestras conexiones neuronales asocian rápidamente cierta cosa, al sentirla con la piel de nuestras manos.

CONTACTO FÍSICO CON NUESTRO MUNDO

De cierta forma, somos el producto de las diferentes y variadas iteraciones de contacto físico con el mundo que nos rodea, y que nos da una plétora de información en cada ocasión en que lo percibimos en nuestro rumbo evolutivo. Ciertamente la piel se constituye en nuestro primer sistema de defensa, pero también en el primer acercamiento para comprender la forma y aspecto de los átomos que deambulan en cada paso que damos.

Es por ello que no nos basta con oler, probar, escuchar y ver, sino que en muchas ocasiones es necesario fundirnos en una caricia y analizar la percepción que cada una de las conexiones nerviosas en nuestra piel recibe y transmite al cerebro para catalogar a una persona, a otro ser vivo o una cosa.

La piel es la envoltura con la que nos presentamos al mundo, a otros seres humanos y a otros seres vivos. Por medio de ella absorbemos gran parte de la información de bits y bytes que encontramos en todo momento y en todo lugar, y por medio de ella sabemos, de forma amorosa, que cuando le permitimos y nos permiten tocarla en exceso de forma delicada y precisa, hemos encontrado a alguien muy especial.

Cuidemos, entonces, esta primera barrera de defensa del organismo y fomentemos el proceso de enseñanza y aprendizaje ligado a nuestras conexiones neuronales que adquieren datos de todo lo que tocamos y sentimos con la piel.

 

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