Es mejor ver un 5%, a no ver nada.

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Rodrigo Soto Moreno

Dice Richard Dawkins, dentro de su libro The Blind Watchmaker, que es mejor tener 5% de visión en un ojo, que no tener ojo. Esto a razón de que es mejor tener un órgano que por lo menos sirva para detectar la luz, para saber cuándo es de día o de noche, detectar el cambio de las estaciones y por supuesto modular nuestro ritmo circadiano, contrario a no tener nada. Por ello el propio Dawkins se aventura a decirnos que es incluso mejor tener 1% de vista en el ojo, a no tener ojo.

Hablando un poco acerca del funcionamiento de nuestros ojos, tenemos lo dicho por Trevor D. Lamb, en su escrito: Evolution of the eye” publicado en Scientific American, en donde se nos explica que el ojo humano funciona como una cámara que colecta y enfoca la luz para convertirla en señales eléctricas que el cerebro traduce en imágenes.

Los primeros esbozos de ojos fueron producto de la evolución gradual acumulativa, que poco a poco se fue alimentando de las necesidades de los seres vivos y su contacto con el medio ambiente, para transformarse de un simple sensor de luz a un instrumento vital para la supervivencia de las especies, en la lucha constante entre depredadores y presas.

Reforzando este último punto, de acuerdo a Richard Dawkins, ahora se sabe que la evolución de la vista de las aves ha estado fuertemente ligada a la evolución del camuflaje de los insectos. Por eso es que vemos a los fásmidos o insectos palo, así como a mariposas que se asemejan a la corteza de algún árbol o que tienen en sus alas ojos similares a los de un búho (caligo), entre otras adaptaciones, con el fin de esconderse  o ahuyentar a los depredadores.

Existe un gran debate, entre creacionistas versus los partidarios de Darwin, sobre la evolución de nuestro ojo. De acuerdo a lo descrito por Trevor D. Lamb, los primeros argumentan que los ojos de los animales vertebrados son tan complejos, que difícilmente pudieron surgir por medio de la selección natural. Mientras que aquellos defensores de la evolución darviniana nos dicen que a pesar de que los tejidos suaves no se fosilizan, se han hecho grandes descubrimientos reforzando el cambio gradual acumulativo evolutivo, en donde se sabe que nuestro ojo estilo “cámara cámbrica” cuenta con raíces antiguas comunes entre los vertebrados, en donde previamente a ser un órgano visual, sirvió primeramente para detectar la luz y modular los ritmos circadianos. A lo que agregaría también, que seguramente sirvió para detectar movimientos difusos y sombras para que tanto depredadores y presas iniciaran su trágica simbiosis de supervivencia.

Continuando con la evolución del ojo, Trevor D. Lamb nos dice que los seres humanos contamos con una línea evolutivo que se remonta a aproximadamente 4 mil millones de años, al principio de la evolución de la vida en el planeta. Pero alrededor de 1000 millones de años los organismos multicelulares se dividieron en dos grupos: uno con simetría radial (como cuando cortamos un pastel y cada corte es una pieza idéntica) y por otro lado aquellos organismos con simetría bilateral (dentro de un plano sagital que divide a un cuerpo en mitad derecha e izquierda); siendo ésta última la prominente en los animales.

Posteriormente aquellos animales con simetría bilateral se dividieron, como lo dice Lamb, hace 600 millones de años en dos grupos: uno que formó a los invertebrados y otro a los vertebrados. Luego tenemos a la conocida explosión cámbrica, con todos los fósiles datados alrededor de 540 a 490 millones de años y fue precisamente esa diversidad evolutiva, la que marcó el origen y el surgimiento de nuestro complejo órgano visual.

Siguiendo con Lamb, los estudios señalan que existió entonces un ojo ancestral que no era visual, con dos capas de retina evolucionando de una cadena de ancestros hace 550 ó 500 millones de años y fue precursor del ojo estilo cámara. Ese ojo ancestral, como ya dijimos, funcionaba para detectar la luz o la ausencia de la misma y controlaba en reloj interno de nuestros ancestros.

Evolution of the Eye, Trevor D. Lamb
Evolution of the Eye, Trevor D. Lamb

En resumidas cuentas tenemos que el ojo inició como una capa fotoreceptora plana y con algunas fibras nerviosas que transferían información al cerebro. Luego se empezó a crear una pequeña cavidad, aumentando la capa fotoreceptora, así como la cantidad de fibras nerviosas disponibles. Posteriormente se creó una forma cóncava más profunda, acuosa, surgiendo la retina (capa fotoreceptora) y las fibras nerviosas fueron ahora nervios ópticos enviando, de igual forma, datos al cerebro. Posteriormente un tejido de varias capas o epitelio cubrió a la retina y surgieron los lentes refractivos; para finalizar con el iris y la córnea en el ojo actual. Esto lo podemos ver gráficamente en la siguiente imagen:

eyeevolution
http://www.pnas.org/content/104/suppl_1/8567/F1.expansion.html

Para ir cerrando esta colaboración, Trevor D. Lamb nos dice que a pesar de que nuestros ojos nos ofrecen gran visión (alrededor de 180 grados), en la práctica nuestro cerebro solamente puede analizar una fracción de toda la información disponible, en cierto tiempo, esto debido al número limitado de fibras nerviosas ligadas de nuestro ojo al cerebro. Además de que debemos recordar, que como dice The Economist, recibimos 1 MB de información por segundo a través de nuestros ojos.

Una detallada explicación de lo anterior la podemos encontrar aquí:

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