Rodrigo Soto Moreno
Desde hace algunos años recuerdo observar a diversas personas, sobre todo del género femenino, caminar muy gustosas con una botella de agua en la mano, dando vastos sorbos del líquido cada que pueden, imaginando que esa vital bebida no es solamente sinónimo de vida, sino también motivo por el cual bajan de peso y por ende tienen una mejor salud.
Apoyando el punto anterior, diversas compañías que embotellan agua, se dieron a la tarea de utilizar estrategias mercadológicas sensacionalistas para incitar a los consumidores a tomar mucho de ese líquido, supuestamente coadyuvando a la salud y de paso generar algo de dinero en ventas para dichas corporaciones.
Sin embargo yo tenía ciertas dudas de la validez del argumento sobre el tomar mucha agua ayuda a adelgazar y ofrece mejor calidad de vida. Reforzando esto con las valiosas colaboraciones del doctor René Drucker Colín, en sus cápsulas denominadas “Dosis de Ciencia” y en especial en aquella donde se habla de la cantidad de agua a tomar, el propio doctor Drucker nos dice que: “la publicidad del agua embotellada recomienda beber un mínimo de 2 litros de agua cada día. Incluso en otras revistas y anuncios se dice que otras bebidas como café, té, refrescos o jugos no suplen al agua simple. No existe en la literatura científica ningún estudio que lo compruebe. Solo en aquellas personas que tienen tendencia a formar cálculos en el riñón o a presentar infecciones urinarias, está indicado aumentar su consumo de agua”.
Continúa el propio doctor Drucker diciendo que nuestro organismo cuenta con un sensor que le indica al cuerpo si le falta agua, es decir hablamos de la sed y la cantidad requerida está determinada por la misma. Sumado a esto, prosigue Drucker Colín, los nutriólogos saben por sus investigaciones científicas, que el agua contenida en los alimentos y otras bebidas también hidratan a las células, de forma similar que el agua natural.
En cuanto a tomar agua para adelgazar, vuelve a mencionar el doctor René Drucker Colín, que la publicidad recomienda que se debe beber más de 2 litros de agua al día para bajar de peso, sin embargo nos recuerda que el agua no sustituye a los alimentos sólidos, pues nuestro organismo los procesa de forma diferente.
Pero lo más impresionante, es cuando el doctor René Drucker nos dice contrario a las creencias populares en cuanto a tomar agua, la ingesta excesiva de este líquido puede producir la muerte. Esto se refuerza con la afirmación del doctor Drucker, en cuanto a que los riñones solamente pueden procesar un máximo de un litro de agua por hora y un exceso de agua provoca hiponatremia, que según Wikipedia: “es un trastorno hidroelectrolítico definido como una concentración de sodio en la sangre por debajo de 135mmol/L”; en palabras del doctor Drucker es falta de sodio. Aunado a esto las sales de la sangre se diluyen demasiado y los tejidos se hinchan al absorber tanta agua. Para observar la brillante explicación del profesor Drucker Colín, lo pueden hacer en:
Sumado a todo lo anterior, tuve la fortuna de encontrarme otra lectura sobre el tema; misma que se titula: “Strange but True: Drinking Too Much Water Can Kill”, de Coco Ballantyne y publicada en Scientific American. En dicho escrito, Ballantyne inicia diciendo que el agua es un sine qua non (locución latina para decir: “condición sin la cual no”) de la vida. Además de que el H2O se encuentra en el 66% de nuestro cuerpo, fluyendo libremente en la sangre e inhabitando las células de los seres vivos y, en cierto momento, escapando del cuerpo por medio del sudor, de la orina, del excremento, entre otras rutas; siendo entonces común la ingesta de agua para reemplazar la falta de la misma, pero teniendo cuidado de no entrar a una sobredosis de agua.
Dentro de ese artículo de Ballantyne, se menciona también el caso de la hiponatremia, proveniente de raíces griegas y latinas que se traduce como: “insuficiencia de sal en la sangre”. Hablando de datos, el propio Ballantyne comenta que un riñón saludable en reposo puede procesar entre 800 a 1000 mililitros de agua en una hora. Pero si hablamos de una persona que corre un maratón, el estrés de ese evento va a aumentar los niveles de la vasopresina (hormona antidiurética, con dos principales funciones: retener agua en el cuerpo y constreñir los vasos sanguíneos, según Wikipedia) y por ende se reduce la capacidad de procesamiento del riñón (excreción) tan bajo como 100 mililitros por hora. Entonces nos remarca Ballantyne, si ese maratonista toma los 800 a 1000 mililitros de agua en ese momento, ganará una cantidad considerable de agua, a pesar de la sudoración. En palabras simples, se está tomando más agua de la que se puede procesar por el riñón. Otro dato científicos que cimenta lo aquí descrito, se refiere al estudio del 2005 en New England Journal of Medicine, donde se encontró que cerca de una sexta parte de los corredores de maratón desarrollan un grado de hiponatremia, donde se diluye su sangre debido al exceso en la toma de agua.
La conclusión es clara: no debemos hacer caso a las compañías embotelladoras de agua en cuanto a exagerar el consumo del vital líquido, sino seguir las indicaciones del doctor Drucker en cuanto a que el cuerpo es sabio y nuestro propio mecanismo de la sed, nos indica la cantidad de agua que requerimos para estar de nueva cuenta hidratados, ya que volviendo con Drucker Colín, nos damos cuenta que Paracelso tenía razón, pues hasta el agua en grandes dosis se traduce en veneno.