Número 40, del 1 al 14 de septiembre de 2006 , páginas 42 y 43
El mapeo y control sistémico de la población al estilo de la novela de Orwell, titulada 1984, proponía un escenario que no se ha cumplido hasta hace algunos años; recientemente la historia novelesca vuelve a tener cabida en el mundo contemporáneo, debido a la inseguridad internacional y a las constantes amenazas de grupos extremistas en distintas partes del orbe.
Países como Estados Unidos e Inglaterra trabajan arduamente en el uso de técnicas de las matemáticas aplicadas, la estadística y la ciencia computacional para obtener un sistema bioinform atico que pueda tener registrados a cada uno de sus habitantes, así como ir creando una base de datos internacional de todas las personas que cruzan por sus fronteras.
¿SOY REALMENTE QUIEN DIGO QUE SOY?
A pesar de que los costos de esta biotecnología informática son elevados para incorporar huellas dactilares y escaneo de corneas a las estructuras de seguridad; la revista The Economist señala que esta herramienta busca resolver la pregunta de: “¿soy realmente quien digo que soy?”.
Es decir, el primer uso es para identificar si la persona es realmente quien dice ser; es así como un individuo se le toma un registro biométrico de su identidad y después se le compara contra una base de datos (¿Quién es esta persona?).
La segunda es verificar que realmente este ser humano es quien aclama ser (¿Es esta persona quien dice ser?).
De llevarse a cabo esto, no solo estamos resolviendo las interrogantes anteriores y proveyendo de seguridad a los países que adopten esta tecnología, sino que también tendremos un control de los ciudadanos, pues desde que salimos de nuestra casa y vamos manejando en nuestro coche, el “kernel gubernamental”, apoyado con sensores de tecnología biométrica sabrá que tipo de ropa nos gusta, la cantidad de dinero que movemos diariamente, los pagos pendientes que tenemos, la música que escuchamos, donde vivimos, el trabajo en que nos desempeñamos, los viajes que hacemos, entre muchas otras cosas más.
La cuestión será decidir si este tipo de información se usa al estilo de Big Brother y se ejerce un manejo al estilo conocido “Leviatán de Hobbes” con un totalitarismo estalinista que sabe el todo de cada uno de nosotros, sin respeto a la privacidad, o por el contrario se usa el estilo de John Locke, con su admiración al “cuestionamiento racional” y el conocimiento filosófico de Descartes, para darle su lugar al ser humano, su libertad y no reprimirlo.
EL MEJOR EJEMPLO DE INGENIERIA EVOLUTIVA NATURAL
Sin embargo, antes de adelantarnos a un escenario novelesco futurista, como si estuviéramos metidos en un libro de Isaac Asimov combinado con un mundo Kafkiano, primero las redes electrónicas de transferencia de bits deben ser seguras y eficientes como el mejor ejemplo de la ingeniería evolutiva natural: el cerebro, que, según el doctor Michio Kaku, de la Universidad de Nueva York y creador de la Teoría de Cuerdas, puede procesar billones de bytes por segundo, sin esfuerzo aparente y sin sudar; caso contrario al de una maquina, que para hacer este tipo de cálculo requeriría de una extensión aproximada de una cuadra en tamaño y una gran reserva de agua para enfriarle. Lo que es seguro es que con el advenimiento del mapeo genómico de los seres humanos, ligado a la biología computacional y los modelos matemáticos de programación aplicada, veremos bases de datos más completas y el proyecto de genoma humano tendrá horizontes más ambiciosos.
Nuestra identidad será del dominio público y difícilmente nos podremos esconder bajo una máscara o una falsa identificación.
El beneficio será que la computación biológica traerá frutos suculentos para la historia de la biología evolutiva y los principios de evolución que ha marcado Darwin, y no sólo un control represivo al estilo de 1984, donde no se les otorgue la libertad de acción a los individuos y se les obligue al culto de una personalidad y la obediencia impuesta bajo castigo.
Es tentadora la oferta que el poder gubernamental puede utilizar, bajo el recuerdo de Orwell, diciendo “déjame ser tu hermano mayor”, o tal vez un control al estilo de John Stuart Mill, donde la libertad del individuo se condiciona para prevenir que lastime a otros o se lastime a sí mismo. Sumando esto, la bioinformática también debe considerar que el control de los seres humanos, para ofrecerles bioseguridad, seguramente estará apoyado por robots y computadoras, y será necesario incorporar a sus sistemas operativos las leyes de conducta, expuestas a la ciencia ficción de Asimov, pero que aplican fuertemente en la actualidad, las cuales son:
- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe obedecer órdenes dadas por los seres humano, excepto si éstas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia a medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.
Grandes cambios nos depara el futuro en este “Mundo Feliz”, aludiendo a la novela de Huxley; por esto debemos tener los ojos abiertos y las conexiones neurales listas para asimilar las sorpresas. Aunque no lo notemos, vivimos en una época deslumbrante.