Rodrigo Soto Moreno
Siempre es un deleite leer o escuchar al mejor divulgador científico, según mi criterio, el astrónomo Carl Sagan; pues no solamente nos regala conocimiento, sino también nos invita a razonar y cuestionar el “ceteris paribus” en materia científica.
Derivado de lo anterior, hace unos días, tuve el gran privilegio de escuchar nuevamente a Carl Sagan, en un video de YouTube titulado: “A universe not made for us”, en donde nos dice que como seres humanos tendemos todavía a pensar que el universo y sobre todo el planeta Tierra, se encuentran a nuestra disposición y que podemos hacer lo que se nos plazca, incluso explotando nuestro hogar de forma desmedida, a pesar de que esta concepción sea errónea y francamente ridícula.
Entrando en la gran colaboración de Carl Sagan, nos dice que construimos el primer universo a partir de nuestros pobres conocimientos, de lo que sabíamos en ese momento cuando por primera vez vislumbramos con curiosidad el firmamento y pensábamos que todo el universo, parafraseando a otros autores, que había conspirado y se había creado entonces el planeta Tierra, donde la gran cúspide de la creación era el ser humano, siendo de nueva cuenta erróneo, como lo estipuló Jay Gould, pues ahora sabemos que solo una rama más del árbol de la evolución y que no nos encontramos en la cúspide, sino en una de las ramas laterales.
Siguiendo con Carl Sagan, la cosmología comparte ciertas características a lo largo de la historia, en donde creamos un cielo acolchonado, en las nubes y lleno de paz, versus un infierno repleto de calor, de fuego, de lava hirviendo, como si estuviésemos en el centro de un volcán. Además curiosamente, tanto en el cielo como en el infierno, creamos reinos como los de los hombres, dominados por un lado por ángeles y otro por demonios. Todo esto desde una perspectiva efímera y pequeña, todo ligado al minúsculo conocimiento que teníamos en ese momento. Incluso también aludíamos a que la creación se encontraba ligada a un experto universal y que después de varios errores había por fin logrado crear este universo, este planeta y obviamente su gran creación el ser humano.
Aunado a lo descrito, el tamaño del universo, según Carl Sagan, era hasta donde nos alcanzaba la vista y el registro de eventos, de igual forma, estaba ligado a nuestras simples observaciones diurnas y nocturnas. Claro aquí vale la pena reconocer el gran trabajo de los primeros astrónomos mayas, quienes hicieron trabajos excelsos al representar sus observaciones celestiales. De pronto, como dice Sagan, llegó la ciencia y nos abrió los ojos al decirnos que no somos la medida de todas las cosas. Sin embargo, nuestra posición efímera y minúscula en el universo no fue vista con agrado desde el punto de vista religioso y filosófico, según nos recuerda Carl Sagan.
El giro interesante a todo esto viene Sagan nos pregunta lo que esperamos de la filosofía y religión: ¿paliativos? ¿consuelo? ¿confort? El punto de este gran investigador y divulgador científico es que no todo puede ser verdad desde la simple perspectiva individual o que no podemos concebir la verdad de forma subjetiva. Es por ello que en nuestro encuentro con la naturaleza y gracias al intercambio de información que recibimos, es que nos damos respuesta a ciertas interrogantes, aunque como lo señala Sagan, encontremos respuestas que no estén alineadas con lo que creemos o lo que queremos.
También hemos visto, gracias a Carl Sagan, que las religiones se contradicen entre ellas con cosas tan simples como el hecho de quitarnos o no el sombrero cuando entramos a cierto lugar sagrado; el comer o no cierta carne, como el puerco; hasta cuestionar si existe un solo Dios o varios dioses.
Desde que el ser humano se dio cuenta de su existencia y de su conciencia, hemos querido descifrar el propósito de estar aquí, de vivir en la Tierra y en todo el cosmos, pero como dice Carl Sagan, todo pareciera indicar que no es así y que no existe un gran propósito para nosotros. Somos realmente un sistema complejo que partió de organismos unicelulares a organismos multicelulares, pudiéndonos autoorganizar para replicarnos y transferir nuestra carga genética en la unión sexual con otro individuo de diferente sexo.
Al paso de los años, hemos acumulado gran cantidad de conocimiento, pasándolo a nuevas generaciones de forma extrasomática, pero como nos recuerda Carl Sagan, a pesar de tanta sabiduría curiosamente nos hemos convertido en un peligro para el planeta Tierra y para nosotros mismos y para otras especies. Los ejemplos en este tenor son claros para Sagan, pues hemos creado vacunas que salvan a millones de personas, hemos tecnificado la agricultura para alimentar a millones de bocas hambrientas, nos comunicamos con computadoras a una súper velocidad, además de enviar naves a investigar otros planetas y el universo, sin embargo seguimos siendo un peligro para la vida, gracias a nuestra mostrada capacidad de destrucción.
Otro aspecto muy interesante, explicado por Carl Sagan, es el medio que teníamos a lo que no comprendíamos, especialmente a los fenómenos naturales y los relacionábamos al disgusto de los dioses, ligados también a nuestros malos comportamientos. Incluso, Sagan nos remembra, que nuestra rebeldía hacia la autoridad fue la que ocasionó que nos expulsaran del paraíso terrenal. Esto último narrado en la génesis de la Biblia católica donde se expone que no debíamos comer del árbol de la sabiduría, del conocimiento. Sin embargo, como dice Sagan, no pudimos contenernos, pues estábamos hambrientos de conocimiento y gracias a ese punto de inflexión, se marca la historia de nuestras vidas y el inicio de todos nuestros problemas, vistos desde esa perspectiva.
Pero que no se nos olvide que somos seres curiosos por naturaleza, buscamos el conocimiento a diario y no podíamos permanecer ignorantes por siempre, como lo remarca Carl Sagan. Retomando todo lo anterior, queremos ver entonces un propósito a nuestra existencia, en donde lo no hay, pero Sagan nos cometa que nosotros somos los custodios del significado de la vida, sin tener una figura paterna o deidad que nos corrija, cuide o ayude a sortear los problemas, sino que cada uno de nosotros debe ir forjando su camino y su destino, no solamente buscando el bien individual sino también el colectivo.
Al final me quedo con lo que dice el gran divulgador científico Carl Sagan: “El conocimiento es preferible a la ignorancia y mejor abrazar la dura verdad que aferrarnos a una fábula reconfortante”.
Por último comparto el video al que me he referido en este escrito: