Unas “lagartijas” para la memoria

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Si bien la gran mayoría de nosotros estamos certeros en la importancia de realizar ejercicio físico, no solamente para mantenernos en forma, sino para procurar evitar ciertas enfermedades y padecimientos, poco se hace en relación a la ejercitación de nuestra memoria; al no descubrirse cierto beneficio de mantener nuestras conexiones neuronales “lubricadas” y activas.

Por ende, bajo esa forma de pensamiento, entonces resulta común inferir que la carga de inteligencia genética, con que contamos, es la única a la que podemos aspirar. Es decir, aquí bien podría aplicar el dicho famoso de: “el que nació para maceta, no pasa del corredor”. Sin embargo recientemente, algunas investigaciones han señalado que podemos mejorar la capacidad de nuestra memoria y aunado a ello, lograr ser más eficientes a la hora de buscar cierta información en las “repisas de la biblioteca” del cerebro.

En este sentido, el artículo de John Jonides, Sussane M. Jaeggi, Martin Buschkuehl y Priti Shah, titulado: “Building Better Brains”, publicado en Scientific American, nos explica en relación a nuevos estudios que indican como algunos tipos de entrenamiento cerebral, pueden hacernos mejorar nuestra memoria y ser más inteligentes.

Explayándonos en el tema, los autores, nos dicen que según estudios, la inteligencia fluida, misma que se refleja en la facilidad de resolver problemas nuevos y no los conocimientos que tengamos, es heredada entre un 50 y 80 por ciento. Sin embargo, también de acuerdo al artículo y autores mencionados, algunos tipos de entrenamiento cerebral, especialmente los que trabajan la memoria y las funciones ejecutivas del cerebro, pueden incrementar la inteligencia fluida de ciertos individuos.

Cabe señalar, que los autores, resaltan la importancia de la memoria a corto plazo, como componente para la inteligencia fluida, pues cuenta con información vital, usada por el cerebro para resolver problemas o situaciones presentadas en la vida diaria. Además, exponen los autores del escrito comentado, que al entrenar el cerebro no se expande la capacidad de la memoria, sino más bien se desconecta la información distractora y por lo tanto trabajamos mejor a la hora de evocar información y realizar actividades apoyados por la fluidez en las conexiones neuronales con que contemos.

Además, Jonides, Jaeggi, Buschkuehl y Shah, señalan que sus investigaciones han arrojado que al continuar con el entrenamiento de la memoria, las regiones del cerebro relacionadas con la memoria a corto plazo, se vuelven menos activas, cuando se hacen escaneos cerebrales, como si se estuviera trabajando de forma más eficiente, al no generar tanto consumo de energía para el cerebro.

Como ejemplo contamos con los estudios de Torkel Klingberg, del Instituto Sueco Karolinska, en donde se analizaron a niños con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, conocido por las siglas ADHD. A un primer grupo, se le pidió que jugaran cierto programa en la computadora, con el fin de ejercitar su memoria, teniendo por otro lado a otro grupo, al que solamente se le invitó a que se divirtiera con otros juegos digitales mucho más sencillos. Los resultados fueron que aquellos niños, con ADHD, que trabajaron con juegos para ejercitar su memoria, experimentaron una disminución de su trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Otro ejemplo, son las investigaciones en el estudio: “Preschool Children Require Fewer Instructional Prompts to Perform a Memory Task in the Presence of a Dog” de los autores Gee, Nancy R.; Crist, Elise N.; Carr, Daniel N., se encontró evidencia de que los niños en preescolar se desempeñan mejor en exámenes de memoria, cuando está presente con ellos un perro amigable, que cuando hicieron el mismo examen en compañía de un ser humano. Es decir, se ha encontrado relación directa en el uso de un animal como mascota, entre los niños de preescolar, para que memoricen de forma más eficiente y puedan trabajar mejor a la hora de resolver cierto problema en la escuela y en su hogar.

Volviendo al escrito de “Building better brains”, se ha comprobado que niños de bajo nivel socioeconómico, al jugar cartas y juegos de mesa, en donde ejercitan sus capacidades de razonamiento, en un tiempo de unas 20 horas, han logrado incrementar sus resultados en exámenes de IQ, en promedio 13 puntos. Con lo anterior comprendo entonces la inquietud de mi bisabuela y tía abuela para que jugáramos “memoria”, en donde se tenían dos cartas con figuras iguales y se revolvían, para después ponerlas boca abajo y tratar de adivinar las parejas posibles en el menor tiempo y con pocos movimientos.

También, según investigaciones del psicólogo Richard Haier, de la Universidad de California, se ha podido comprobar que las personas usan menos poder mental, cuando se convierten en expertos en cierto juego, particularmente en este caso, en Tetris. Para el caso de los adultos, se ha determinado que de igual forma los juegos de memoria incrementan su inteligencia fluida, además de juegos de computadora como el conocido “Rise of Nations”.

Creo que está claro, que aparte del ejercicio físico, debemos de dedicarle tiempo a nuestra memoria y hacer ciertas combinaciones de “lagartijas” mentales que nos ayuden a mejorar la conectividad cerebral para obtener datos e información y así usar menos energía del cerebro, al estar adaptado al ejercicio mental. Similar a lo que dicen los autores referidos al principio, pues comentan que el entrenar a la memoria a corto plazo, deriva en una eficiente activación cerebral, similar a lo que sucede con un automóvil, cuando no necesita trabajar tan arduo, al ponérsele una velocidad para avanzar.

Los invito entonces a ejercitar la memoria, con cualquier estímulo de nuestro agrado, en donde se implique la realización de tareas cognitivas que resulten en mejor coordinación de la información que poseemos, para aplicarla en la resolución de los diferentes problemas que nos vamos encontrando. Como lo he escuchado y realizado, la inteligencia se puede acotar como la capacidad de tener diferentes alternativas o soluciones ante cierta adversidad o área de oportunidad.

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