Rodrigo Soto Moreno
He continuado, aunque no con la velocidad deseada, la lectura sobre abejas, hormigas y termitas; gracias a esos escritos sigo embelesado con las estrategias eusociales que muestran esos insectos, con el firme objetivo de proteger y en beneficio de la colmena, el hormiguero y la comejenera, o mejor dicho de la colonia; llevando a cabo tareas rutinarias y aburridas o incluso ofreciendo su vida con miras a la protección de su comunidad, de su sociedad o comunidad.
En este sentido me permito exponer una breve reseña sobre estos seres vivos, quienes han sido catalogados como superorganismos, debido a su compleja y elaborada organización, la comunicación social por medio de señales químicas, físicas y biológicas, entre cada uno de sus miembros, así como por su eusocialidad, que se refiere principalmente al cuidado parental cooperativo, traslape entre generaciones, separación por castas; caracterizada por la cooperación entre los individuos, división clara del trabajo entre grupos reproductivos, obreros y soldados. Pero sobre todo centrado en la idea que cada insecto requiere estar dentro de su comunidad para sobrevivir y por ende el superorganismo funciona como una sola unidad representada en diferentes individuos funcionando al unísono para el todo y para el uno.
Pero entremos de lleno a la explicación del tema. Muchos nos hemos maravillado al leer las valientes hazañas de los espartanos, tratando de repeler el feroz embate de Jerjes I, descritas por el conocido Herodoto o más reciente y comercialmente con el relato ofrecido por Frank Miller, ya sea en la novela gráfica de 300 o en la adaptación a película con el mismo nombre.
Sea cual fuere nuestra elección de letras impresas, viñetas o pantalla grande, el mensaje es el mismo: la valentía de unos pocos luchando contra muchos, defiendo su libertad, sus creencias, su estirpe, su cultura, su modo de vida, su sangre en ascendientes y descendientes, pero sobre todo protegiendo su sociedad, su comunidad. El resultado: una muerte digna a manos de un rival decoroso y poderoso.
Lo mismo parece suceder con soldados termitas, quienes guardan la entrada a la comejenera como si fuesen feroces espartanos, buscando evitar que los embates de sus mortales enemigos las hormigas, penetren la seguridad de la colonia, saliendo con decisión y emoción a enfrascarse en una batalla con un simple resultado: la muerte. Pues se sabe que tan pronto como esos valientes soldados termitas salen a defender a los de su comunidad, las termitas obreras sellan las puertas y entradas para que nadie salda y por ende entre.
Los combates no solamente se dan entre termitas y hormigas, sino también entre las propias hormigas, pues según información de Bert Hölldobler y E.O. Wilson, estos insectos son muy territoriales y cuando se encuentran dos colonias, curiosamente sus miembros se miden entre sí, realizando una serie de alardes aparentemente bélicos, levantando su abdomen y moviendo sus tenazas en forma amenazante; mientras sucede este despliegue en los soldados hormiga, surgen otros individuos, cuya tarea es ser visores y recaban información por bando, determinando la cantidad de soldados por ejército y tomar la decisión de atacar, huir, pedir refuerzos o no hacer nada. Todo depende de los resultados que obtengan, es decir si uno de los ejércitos es mayor que otro, seguramente el primero atacará al segundo. Por otro lado el batallón con menos miembros se replegará a su hormiguero o en su defecto pedirá refuerzos a su colonia para evitar el ataque de los contrarios y por último, si ambos bandos son casi iguales en número, es muy probable que no se lleguen a enfrentar y se retiren a sus casas.
Por increíble que parezca, este tipo de comportamiento no es exclusivo de las hormigas, pues los propios Hölldobler y Wilson, nos relatan como en las tribus de Nueva Guinea, es común observar a dos comunidades que cuando se encuentran, se insultan levantando sus armas listos para pelear, pero al contarse de forma rápida y ser similares en cantidad, todo termina en que ambos bandos bajan sus armas y se retiran, terminando así el pavoneo de guerra. En otras sociedades supuestamente más civilizadas, de igual forma explicado por Hölldobler y Wilson, se lleva a cabo el mismo comportamiento en donde los participantes en el conflicto también alardean sobre una inminente guerra, mientras que por otro lado se cuenta la cantidad de tanques, misiles, aviones, bombas, soldados con que cuenta cada uno de los bandos y así determinar la estrategia a seguir, para enfrascarse en conflicto o solamente bajar las armas y esperar.
Entrando a otro ejemplo, dentro de la vivienda de algunos de estos insectos, recordamos por las investigaciones de David Attenborough, que la termitera o comejenera, especialmente las elaboradas en Sudáfrica, son edificadas como impresionantes fortalezas y para darnos una idea de su tamaño, en nuestra escala, tendríamos que construir un edificio de más de un kilómetro de altura y todavía no hemos podido hacer eso, ya que la estructura más alta que hemos construido es el Burj Khalifa, un edificio en Dubái. Por su parte, en el caso de las hormigas, según informes de Hölldobler y Wilson, se ha llenado de cemento un hormiguero para determinar su tamaño y los resultados han arrojado que ese en particular medía 50 metros cuadrados con 8 metros de profundidad, contando con la tecnología adecuada para la ventilación y mantener la temperatura adecuada para las hormigas y sus cultivos. Sucediendo lo mismo con las termitas, quienes cuentan con chimeneas porosas para permitir la entrada de aire fresco del entorno y la expulsión de aire caliente de su profundidad por la descomposición de desechos y calor propio de la termitera.
Hablando de los cultivos, para el caso de las hormigas y termitas, se sabe que por un lado las primeras preparan un humus que posteriormente prolifera un hongo, utilizado como alimento; en donde cierta especie de hormigas no pueden vivir sin el hongo como parte de su dieta, aunado a que el hongo no puede existir sin el cuidado de la hormiga. Por otro lado, en el caso de las termitas, se sabe que recolectan madera hacia su guarida y ahí la descomponen con un hongo, logrando hacerla más fácil para su digestión. En este tenor, resulta claro para Hölldobler y Wilson, que las especies se encuentran realizando una especie de agricultura, pero con un conocimiento de hace aproximadamente 45 a 50 millones de años, precediendo los esfuerzos en esa materia por parte de nosotros los humanos, quienes la hicimos nuestra para subsistir hace unos 10,000 a 13,000 años.
Otro aspecto que me gustaría resaltar, es lo que sucede cuando alguna hormiga es contagiada por algún agente patógeno, según explicaciones del investigador Ferris Jabr, quien en sus palabras nos dice que las hormigas sanas no dejan a las infectadas a su suerte, sino que comparten el riesgo de la enfermedad del hongo en una especie de “sistema inmunológico social”, logrando que las hormigas enfermas no empeoren y que las sanas se enfermen pero bajo la premisa de generar resistencia para defenderse del hongo actual y de posibles hongos que las ataquen a futuro. Es decir se combate al agente extraño, con una colaboración en conjunto con una mayoría de insectos de la colina, para diluir la infección en varios individuos, generar resistencia a la misma y así derrotarla de forma grupal y no dejando a la hormiga a que sola libre la batalla con la enfermedad.
Resumiendo, aunque podríamos seguir en este camino, tenemos que la denominación de estas sociedades o colonias como superorganismos se refiere a insectos eusociales organizados y unidos, donde existen pocos individuos reproductivos y una clara división del trabajo en las diferentes castas o clases, contando con una amplia diversidad de obreros y soldados. Esta sociedad de insectos es una unidad, donde por separado no pueden vivir y juntos son un todo y un uno a la par, interconectados por medio de una comunicación exitosa basada en intercambios físicos y señales químicas y biológicas con rápida capacidad de respuesta para evitar el ingreso de intrusos y mantener el equilibrio de su unidad y de su todo, de su ciudad, de su comunidad y sociedad, mostrando cooperación altruista y sacrificio en beneficio de todos y no de unos cuantos.
Al final de cuentas son un claro ejemplo de organismos emergentes, capaces de auto organizarse, respondiendo a las cascadas de señales que emite cada uno de sus miembros, cooperando entre sí para continuar su supervivencia grupal y aparentemente con conocimiento impreso genéticamente emanado de la reina, quien sin saber limpiar y cultivar le otorga esas tareas y habilidades a los obreros y sin saber proteger y cuidar la ciudadela, erige a soldados listos para dar su vida por ella y por la colonia.
Cierro comentando que nosotros mismos, podríamos ser comparados con un superorganismo, al contar con un universo de bacterias dentro del cuerpo, pues se ha comprobado que las células bacterianas superan 10 a 1 a las células humanas, en donde cada una de ellas cuenta con función específica para mantener en aparente equilibrio nuestro cuerpo. Pienso que dentro de este tema existe información muy útil para analizar en miras de mejorar nuestro funcionamiento como sociedad.

