Un paso a la vez

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Rodrigo Soto Moreno

Hace aproximadamente 30,000 años, según el arqueólogo Steven Mithen y como se describe en el libro “1001 Ideas that changed the way we think”, nuestros ancestros homínidos abrieron sus módulos mentales, dando pie al flujo de ideas e información que fueron transformando el medio ambiente, de forma más sistemática, en lo que se conoce como fluidez cognitiva. Este concepto de Mithen, se centra en explicar cómo los humanos brincamos del barbarismo hacia la civilización.

Imaginemos que empezamos a controlar el fuego, a utilizar materiales como pieles de animales y hojas para formar parte de nuestro primer guardarropa, honorábamos enterrando a los muertos, especialmente a los seres queridos, creamos herramientas para la cacería, intercambiamos bienes y servicios, creamos la joyería, surgieron las primeras manifestaciones de tradiciones mágico – religiosas, atribuimos características humanas a entidades no humanas, realizar arte en las pinturas de las cuevas que habitamos o visitamos, incorporamos el simbolismo para representar cierto concepto, creamos las primeras manifestaciones arquitectónicas en ciertas construcciones, utilizamos el concepto de dinero para pagar por bienes y servicios, y un gran cambio se dio cuando surgió la agricultura, hace aproximadamente unos 10,000 años.

Fue un paso a la vez, desde que los primeros organismos unicelulares decidieron trabajar en conjunto y al unísono para formar a los primeros multicelulares, someterse a la presión evolutiva, a las interacciones e iteraciones con el medio ambiente, mutar y desarrollar a los primeros superorganismos, nosotros incluidos. Sin embargo, cuando los Sapiens se organizaron para aparentemente cooperar y potenciar sus disparos neuronales, los pasos de un primate erguido se hicieron agigantados.

Hablamos, como lo dice el profesor Yuval Noah Harari en su libro: “De animales a dioses” (Sapiens), de una Revolución Cognitiva, Revolución Agrícola y Revolución Científica. Estimulamos nuestros disparos neuronales creativos, conquistamos el campo al cultivarlo, sumado al asentamiento de poblaciones y el aumento de enfermedades y todas las complicaciones que implica la convivencia humana, y ahora miramos hacia el espacio para tratar de comprender el Cosmos, recordando al gran Carl Sagan, para intentar responder la pregunta de nuestro origen y posible futuro en otros planetas, cultivando la energía de otras estrellas.

Noah Harari habla que esas tres revoluciones que transformaron al Sapiens y al planeta Tierra, se gestaron en una escala de tiempo de la siguiente manera:

  1. Revolución Cognitiva hace unos 70,000 años
  2. Revolución Agrícola hace unos 12,000 años
  3. Revolución Científica hace unos 500 años

Hace unos 2.5 millones de años, según Noah Harari, los homínidos o nuestros antepasados no destacaron entre otro gran cúmulo de animales que compartían el hábitat en el planeta. Sin embargo con el advenimiento del Homo Sapiens surgió un cambio, pues nuestro cerebro se consolidó en un tamaño de aproximadamente 1,400 centímetros cúbicos, comparado con el del Homo Erectus que tenía un volumen de 600 centímetros cúbicos aproximadamente.

Es decir la evolución no solamente favoreció un cerebro grande, pues el del Neanderthal tenía 1,600 centímetros cúbicos, sino que la presión evolutiva benefició a los Sapiens que tenían mejores disparos neuronales, que les ayudaban a pensar de forma lógica y resolver problemas con diferentes alternativas, gracias a ideas creativas.

Recordemos que, hasta el momento, el tamaño no es lo que cuenta en el procesamiento de ideas en el cerebro, sino la población de neuronas interconectadas en el mismo, para el caso de nosotros contamos con la inmensa cantidad de 100 mil millones de neuronas con 100 millones de millones de conexiones, con impulsos o disparos neurales de 355 kilómetros por hora, realizando 1015 (10,000,000,000,000,000) cálculos por segundo.

En la actualidad, pienso que estamos ante una Cuarta Revolución, en donde estamos buscando potenciar el conocimiento humano al sumarlo con aquel de las máquinas, para que trabajando en simbiosis, podamos desarrollar cerebros híbridos con inteligencia artificial que nos ayuden a explorar otros confines del Universo, del Cosmos, no solamente para alivianar el desgaste que estamos provocando a nuestro hogar: el planeta Tierra, sino también con miras a poder descubrir otro tipo de inteligencia, aquella que pueda residir en nuevas formas de vida y de cierta forma, “estemos tranquilos” de que no estamos solos.

Pero todo esto, un paso a la vez…soñando que el siguiente paso no sea en la Tierra.

 

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