Pescando con delfines

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Muchos de nosotros seguramente hemos leído, visto o escuchado acerca de la destacada inteligencia de los delfines, siendo capaces, entre muchas otras cosas, de reconocer su reflejo en un espejo, catalogándolos como una de las especies más brillantes en el océano. Además de lo anterior sobran las historias sobre estos cetáceos auxiliando a los seres humanos, en situaciones de riesgo, ya sea por tener problemas en su embarcación y caer de las mismas, al nadar en aguas peligrosas o estar perdidos y requerir un poco de orientación para navegar y regresar a tierra.

En este sentido pienso que si nos dispusiéramos a hablar sobre la intersección de los caminos evolutivos entre el ser humano y los delfines, nos encontraremos con muchas aristas de donde abordarlos y por ende sobran los relatos al respecto. Es decir sabemos que la relación delfines y seres humanos se remonta a tiempos muy remotos y hoy día la simbiosis, en algunos casos forzada, entre nuestra especie y la de ellos, la podemos observar tradicionalmente en espectáculos lúdicos cuando sus habilidades son expuestas en diversos acuarios para nuestro entretenimiento.

Buscando un ejemplo de simbiosis natural, posiblemente la podemos encontrar en un relato reciente que pude observar en video, acerca de la ayuda que prestan los delfines “de nariz de botella” a ciertos pescadores en Laguna, Brasil (por el océano Atlántico), para capturar a las lisas (mullet) o mugilidae, que son una especie de peces utilizados para alimentación humana; recordándonos la importancia de trabajar en equipo con otros seres vivos, como lo describimos en el artículo anterior titulado: “Mis amigos de cuatro patas”.

Entrando en lo que sucede dentro del video mencionado, los pescadores brasileños salen temprano de sus hogares, no solamente por tradición y costumbre para atrapar a los mejores peces, sino por estar conscientes de la productividad proveniente del trabajo en equipo, pero no con otros seres humanos, sino con los delfines. Es así que los pescadores esperan con paciencia, la llegada de estos cetáceos, quienes inician su trabajo de forma excepcional, al moverse como si fuesen perros ovejeros, agrupando a los peces (lisas) y guiándolos hacia las redes de los pescadores. Preocupados porque los hombres puedan sacar con facilidad su producto del mar, los delfines incluso señalan con movimientos de su cuerpo y cola el lugar y momento preciso cuando deben lanzar las redes para tener éxito.

Para el investigador Simon Ingram, biólogo de la Universidad de Plymouth, no está del todo claro por qué los delfines ayudan a los pescadores, pero sí se sabe que este comportamiento ha estado presente en diferentes generaciones tanto de estos cetáceos como de seres humanos. Esto ha llevado a los científicos a concluir, como es el caso de Fábian Daura-Jorge de la Universidad Federal de Santa Catarina, que la conducta de estos delfines proviene de las enseñanzas de sus ancestros, especialmente de las madres mostrando a sus crías, la forma de maniobrar a los peces para guiarlos hacia las orilla y por ende hacia las redes. Lo mismo sucede con los pescadores, quienes también pasan el conocimiento a sus hijos, y sepan entonces detectar a los cetáceos colaborativos y sacar provecho de la pesca en grupo. Derivado de ambas “educaciones” forjadas por la experiencia previa, tanto de cetáceos como humanos, se ha logrado que el lazo de pescar en “equipo” entre delfines y pescadores no se haya roto en generaciones.

Esta especie de altruismo en los delfines resulta difícil de comprender, pues aunque los pescadores les proporcionasen parte del botín obtenido (lisas), está claro que estos cetáceos pueden atraparlas sin necesidad de las redes humanas. Especulo entonces, que estos mamíferos marinos cuentan con una buena tajada de neuronas de Von Economo, caracterizadas por ser relativamente grandes y ayudar a la rápida comunicación y regulación global de los disparos neuronales de los estados emocionales, funcionando de igual forma en los grandes simios, seres humanos y elefantes; de ahí que muestren cierta propensión y necesidad de interacción e intercambio social, no solo con los de su especie, sino con otras también aparentemente inteligentes.

Lo cierto es que comparto lo expresado por el investigador Fábian Daura-Jorge, en cuanto a que estos comportamientos cooperativos entre hombre y “bestia”, deben servir de ejemplo para proteger de mejor forma a los delfines, no solamente los de esta área brasileña, sino a todos los dispersos en diferentes océanos. Por su parte, está claro para los pescadores de Laguna, como también lo dice Duara-Jorge, que deben cuidar a sus amigos delfines, pues gran parte de su pesca diaria proviene de la ayuda proporcionada por esos cetáceos.

Finalizando estas palabras escritas, me gustaría pasar a la descripción visual y me permito compartir el video, al que me he referido en este escrito y por medio del mismo tal vez maravillarnos o sorprendernos por esta particular relación.

Aquí la liga para acceder:

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