
Rodrigo Soto Moreno
Después de algunas vueltas elípticas alrededor del Sol, unas 40 aproximadamente, me he percatado como algunos seres humanos utilizan, de forma muy eficiente, sus disparos neuronales y por ende pareciera que cuentan con una fuente prolífica de ideas creativas, innovadoras y disruptivas.
Lo anterior no debe de sorprendernos pues las investigaciones señalan que nuestra ventaja competitiva y comparativa con otras especies y con nuestros antepasados fue, y al parecer seguirá siendo en la mayoría de los casos, el contar con un cerebro grande, con una densidad de neuronas en sintonía, disparando ideas constantemente, para ofrecernos diversas alternativas ante los problemas o bifurcaciones en el camino de la vida.
En este tenor, me llamó la atención lo que dice la profesora Suzana Herculano-Houzel dentro de su libro “The Human Advantage, A new understanding of how our brain became remarkable”, en donde argumenta que nuestro cerebro es gigante, es decir siete veces más grande de lo que debería ser, al compararlo con nuestro cuerpo. Por ello, como lo que hemos comentado en otros escritos, el cerebro consume el 25% de la energía diaria que requiere nuestro cuerpo.
Esto último resulta clave, pues tanto la doctora Herculano-Houzel como el científico historiador Yuval Noah Harari, remarcan que gracias al fuego y a la cocción de los alimentos, pudimos saciar el apetito de las neuronas y fomentar así su fijación de disparos, intercambiando un intestino grande para digerir vegetales, hierbas y tubérculos, por uno más corto para obtener otro tipo de proteínas, principalmente de animales. Aunque claro, en la actualidad pensemos en cambiar la dieta disminuyendo o evitando alimentos del reino animal e incorporando más del reino vegetal.
Curiosamente con el advenimiento de la agricultura, hace aproximadamente unos 10,000 años, empezamos a domesticar y modificar animales y plantas para nuestro consumo, aunque el propio Noah Harari dice que fue al revés, es decir que ciertos cultivos nos domesticaron a nosotros y cambiaron nuestra evolución. Pero un dato a resaltar es que con el cambio de recolectores – cazadores hacia agricultores, surgieron seres humanos que se colgaron del trabajo de otros.
Hablamos de que nos erigimos como aparentes superiores de otros homínidos, gracias a que nuestra cantidad de neuronas, alimentadas por la cocción de los alimentos, fue privilegiada versus a contar con un intestino adaptado para digerir una dieta mayoritaria en plantas. La propia presión evolutiva favoreció al Sapiens y extinguió a los otros animales Homo, a nuestros primos homínidos, con quienes compartíamos el planeta.
Pero volviendo al punto de nuestra ventaja neuronal, considero que el ser humano (Homo Sapiens) recolector – cazador, estaba constantemente enfrentando al medio ambiente y su supervivencia se ponía a prueba todos los días para obtener el alimento necesario para subsistir; pero al llegar la agricultura, y la primera revolución según Noah Harari, se dio la oportunidad a otros Sapiens, no tan dichosos en sus disparos neuronales creativos, para que gracias al trabajo de otros, pudiesen sobrevivir.
Con lo anterior me refiero a que la densidad poblacional facilitó a ciertos sapiens, no tan brillantes, a esconder sus carencias cerebrales y desarrollar, en ciertos casos, una especie de inteligencia maquiavélica, con fanfarroneo parlanchín, como merolicos, pero sin trabajo productivo concreto. Siendo estos muy hábiles para manipular a otros a que les hicieran sus tareas, para que ellos pudieran disfrutar y solamente decirle a terceros lo que tenían que hacer.
Es decir, nos dejamos engañar por unos sapiens, que utilizaron la manipulación social para inventar que otros hiciesen lo que ellos no podían o no querían hacer. Pero lo peor es que tristemente me he dado cuenta que proliferan este tipo de seres humanos, quienes no tienen gran capacidad de procesamiento neuronal para la productividad, para generar ideas creativas, sino que centran sus disparos neuronales en abusar de la bondad de otros, confundiendo la última con estupidez; además de robar ideas cuando pueden.
Pero si usted piensa que no es su caso, lo invito a reflexionar y hacer un pequeño escaneo social, ya sea profesional o familiar, para determinar la relación que guarda cada uno de nosotros en la escalera socioeconómica y también a preguntarnos si los líderes públicos (políticos) o privados (empresarios) son los más aptos desde el punto de vista de la supervivencia humana, comparando la misma a los peligros que tenían que sortear los primeros sapiens semidesnudos en la selva, pero cubiertos y protegidos con el manto de sus disparos neuronales creativos.
Para finalizar recordemos que nuestra ventaja neuronal es la que nos ha llevado a realizar grandes proezas en diferentes campos del saber humano, como la ciencia, la cultura, el arte, entre muchas otras; y seguirá siendo nuestra capacidad inquisitiva mezclada con la mente del ser humano explorador, apoyado de las estrategias de combate de los recolectores – cazadores, lo que nos impulse a soñar con nuevas estrellas en el firmamento y con habitar nuevos planetas en el cosmos.
Se avecina una nueva etapa en los sapiens, pero eso debe ser parte de otro escrito…

