No hace falta ser un especialista, sino un todólogo.

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Aparentemente como lo observamos en la función pública, no hace falta ser un especialista, tener gran pericia, conocimiento y vocación, sino simplemente ser un todólogo o multitasking, para resolver cualquier problema aunque no sea de nuestra área de estudio o competencia.

Con lo anterior me refiero que curiosamente los bits y bytes de información, ligados a los disparos neuronales y a la experiencia laboral salen sobrando cuando hablamos de la función pública, pues es mejor comportarnos como “chapulines” y brincar de un puesto a otro, gracias a nuestra relación con el jefe o con aquel que se encuentre en escalafón superior en los peldaños de la política, versus a realmente ser un experto en diferentes áreas para resolver diversos problemas.

Pero bueno, como ejemplo los invito a imaginar las siguientes situaciones:

  1. En la casa tenemos una fuga de agua, tenemos descompuesto el inodoro, tapada una tubería. Entonces ¿A quién le habla usted?
    • Iríamos a la biblioteca a buscar al bibliotecario.
    • Buscaría usted ir a la carnicería
    • O claramente recurriríamos a un plomero.
  2. Continuando con este sarcasmo de situaciones, ahora imaginemos que tenemos descompuesto el automóvil o simplemente requerimos darle el mantenimiento planeado de cambio de aceite, revisar frenos, etc. De nueva cuenta, ¿qué hacemos?
    • Le hablamos al plomero.
    • A un electricista.
    • Visitamos al carnicero.
    • Creo que lo conveniente es ir con un mecánico.

Aunque parecieran estúpidas y obvias las situaciones y preguntas anteriores, aparte de que solemos menospreciar la técnica pericia y años de experiencia de estos técnicos, como en este caso al plomero y al mecánico; lo cierto es que sin la ayuda de estos especialistas no podríamos solucionar nuestro problema.

3. Trasladándonos a otra situación un poco más compleja, en donde involucramos el tema de la salud, como por ejemplo cuando nos duele la cabeza, o el estómago, sintiéndonos desganados, exhaustos, etc. ¿Qué hacemos?

  • Recurrimos al mecánico.
  • Buscamos al plomero.
  • Claro que no, vamos con nuestro médico.

Lo anterior también resulta lógico, pues sabemos que en cuestiones de salud, lo mejor es ir con médico, quien después de auscultarnos, revisarnos, utilizando el método científico, determina darnos cierto medicamento, con cierta sustancia activa probada, durante un período de tiempo para curar nuestro padecimiento.

Entonces está claro que cuando queremos prevenir o “curar” cierta falla, hablamos con un experto para que nos ayude, siendo extremadamente raro que utilicemos a cualquier individuo sin pericia. Sobretodo en el caso de nuestra salud, donde difícilmente pondremos nuestra calidad de vida en manos de un charlatán.

Esto me recuerda el dicho de “zapatero a tus zapatos”, pero claro también es cierto que es mejor saber un poco de muchas cosas, que todo de una sola; no debemos olvidar que la especialización, la pericia, la técnica, la experiencia, el estudio, el conocimiento y la vocación juegan un papel fundamental en los resultados que se van a obtener para cierto proyecto.

En este tenor hablamos también de la confianza que podemos tener en cierto individuo o experto o técnico, para solucionar una falla en un equipo, en un proceso, en un servicio. Pero ¿porqué describo todo esto?

Lo hago porque pareciera que somos muy afortunados, como pueblo mexicano, en contar con los funcionarios públicos existentes pues parecen ser multifuncionales con una gran gama de conocimientos, sin escapárseles ninguna, y seguramente todos saben de economía, de desarrollo urbano, de leyes, de educación, de temas agrícolas, entre otros y tal vez hasta en un descuido saben de biotecnología, mecatrónica y nanotecnología. Gracias a esta gran sabiduría, no nos debe sorprender que puedan “brincar como chapulines” de un puesto a otro sin problema.

Entonces no importa que un abogado se encargue de la economía y posteriormente pueda cambiar y se encargue ahora de la educación, sin ningún problema, sin ningún papel que lo sustente. Sin embargo resulta curioso que cuando nosotros, como ciudadanos, vamos a solicitar o aplicar para cierto trabajo, se nos pide gran experiencia y se nos exigen los estudios que avalan nuestro deseo a la posición que deseamos ocupar, y con todo eso, apenas podemos formarnos en la fila para ser candidatos al empleo.

Por ello, en muchas ocasiones me pongo a pensar que existen más trabas y obstáculos hacia los ciudadanos comunes y corrientes que a nuestros supuestos representantes y funcionarios en el irrisorio juego de la política. Supongo que esto sucede porque se nos olvida que los políticos son nuestros empleados, ya que los mantenemos con nuestros impuestos.

Vemos entonces que en materia política no importa el conocimiento, ni la pericia, ni la experiencia, ni la vocación, sino simplemente ser amigo o compadre del “jefe” o gobernante, para ser exitoso. Derivado de esto vemos que sigue dominando la “apellidocracia”, como lo hemos dicho en otros escritos, sobre la meritocracia.

Sumado a todo lo aquí dicho, me deja perplejo que el pueblo mexicano esté más preocupado por la alineación de la selección mexicana o de su equipo predilecto de fútbol, versus a estar preocupados por la alineación que vamos a tener con los representantes políticos y con los funcionarios públicos que supuestamente nos representan y nos resuelven los problemas como ciudadanos; haciendo especial énfasis en el gobierno federal.

Pero lo cierto es que los políticos se encuentran entrenados para mentir, para crear artilugios, para vendernos espejos, por así decirlo; utilizando una especie de inteligencia maquiavélica, aprovechándose del show que construyen con ayuda de los medios masivos de comunicación, y desgraciadamente alimentándose de la carencia económica de los ciudadanos mexicanos y del analfabetismo funcional.

Pareciera que no todo está perdido pues muchos mexicanos, incluido un servidor, tenemos esperanza en los candidatos independientes, como ciudadanos que se lanzan a representar las verdaderas necesidades del pueblo, para resolverlas y transformar al país de forma incluyente, en donde se beneficien todos y no solamente aquellos en el poder, que cambian el destino del dinero público para colocarlo en sus bolsillos.

Esperemos entonces que este cambio que se vislumbra en Nuevo León, cumpla con las expectativas ciudadanas y si es así, que se pueda replicar entonces en otros estados hasta llegar a la presidencia de la república, para cambiar este país de fondo como se requiere.

Pero, ¿qué podemos hacer como ciudadanos?

  • De entrada recomiendo refugiarnos en el conocimiento, en los bits y bytes de información.
  • Creer más en los científicos que en los políticos.
  • Incorporarnos al mercado creativo de la economía de las ideas, en donde mi éxito o fracaso, depende de mi cultura de trabajo, de mi cultura de esfuerzo y no del compadrazgo o amistad; para poco a poco ir derrotando a la apellidocracia y buscando que domine la meritocracia
  • Para por último crear una evolución de memes, parafraseando a Richard Dawkins, para así transformar a este México querido, que es donde nacimos y es por el que tenemos que seguir luchando.

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