Mis amigos de cuatro patas

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chente
Chente

Cuento con innumerables memorias de diferentes canes que han enriquecido mi vida y se han robado una enorme cantidad de sonrisas de mi rostro, sin olvidar ciertos momentos oscuros con la partida de algunos de ellos. En este sentido, repetidamente me ha agradado verlos caminar en sus cuatro patas, dirigiéndose hacia mi persona, moviendo la cola y ladrando excitados, en clara manifestación de alegría por ver y recibir al aparente líder de su manada.

Después de intercambiar, paseos, juegos, aventuras, comparsa y amistad incondicional, comprendo más acerca del por qué los perros son catalogados como los mejores amigos del hombre, pues no son conocidos recientes sino amigos de antaño, erigiéndose como nuestros “escoltas” durante un largo recorrido, plasmando huellas con sus patas a la par de las de nosotros, en esta ruta evolutiva compartida.

Inmerso en esa reflexión encuentro muy significativas las capacidades de estos animales, especialmente al hablar de su proceso cognitivo para comprendernos y asimilar los mensaje que les enviamos, incomprensibles en un inicio para sus orejas por la falta de ladridos, pero traducibles y accesibles por su plasticidad cerebral gracias a la gran cantidad de tiempo que ellos nos han acompañado en este efímero viaje en el cosmos terrenal.

Aunado a esto, quiero compartir lo leído en el escrito de Pat Shipman, titulado: “Do the eyes have it?”, publicado en American Scientist, donde se explica sobre las investigaciones de Paul Mellar y Jennifer French, ambos de la Universidad de Cambridge y se habla de cómo la domesticación de los perros, pudo haber ayudado a los humanos a prosperar mientras los Neandertal declinaban.

Entrando en las justificaciones ofrecidas por Shipman, se conoce que el Homo Sapiens tuvo contacto con los Neandertal, posiblemente entre 35,000 y 45,000 años, en la zona de Europa del Este. El contacto marcó un momento en que los Homo Sapiens iniciaron su camino a poblar la Tierra, mientras que los Neandertales comenzaron a declinar como especie. Sin embargo, el dato que causa debate, es que la especie del Homo neanderthalensis había vivido 250,000 años, según Shipman, antes de que nosotros como especie, llegáramos sin una invitación oficial.

Aunque existen diferentes argumentos a favor de la extinción de la especie de los Neandertal, de acuerdo a lo comentado por Shipman, como es el caso del cambio climático, así como la ventaja que tuvimos debido al perfeccionamiento de armas para la cacería, al igual que nuestra cohesión social como especie. Surge una nueva hipótesis, comentaba por Pat Shipman, en donde se habla del dominio del Homo Sapiens gracias a la domesticación de los perros, aunado a pequeños cambios en la anatomía humana que hizo posible la comunicación con los canidos.

La relación de los Homo Sapiens y los perros se remonta a los recientes descubrimientos arqueológicos, mismos datados aproximadamente hace 27,000 años, aunque existen restos de canes de hace 32,000 años. Dotados de unos 32 kilogramos de peso y de unos 61 centímetros de altura hasta los hombros, estos grandes compañeros de los seres humanos resultaron marcar una diferencia en las estrategias de caza.

De acuerdo a datos proporcionados por Shipman, en un grupo de cazadores de 10 personas, la carga promedio de carcasas es de 8.4 kilogramos diarios; pero cuando agregamos a los perros, es decir con 2 de ellos, sube la carga de carcasas a 13.1 kilogramos por cada cazador por día. Hablamos entonces de un aumento del 56%. Correlacionando lo anterior a la cacería actual, en donde se utilizan perros para cazar otros mamíferos, se ha comprobado que el uso de perros machos (más fuertes) contribuye a la captura de 20 kilogramos de carne cada mes, pero aquellos que son todavía más eficaces en la cacería pueden ayudar a obtener unos 100 kilogramos de comida al mes.

En la actualidad en la caza de ratas gigantes africanas, cuando no se involucra perros se logra obtener la presa en 49.5 minutos versus 29 minutos con perros, en el caso de cacería de puercoespines, se tienen 101.33 minutos sin perros y 44 minutos con perros. Derivado de todo lo anterior se concluye que la domesticación de los perros, de acuerdo a Shipman, fue exitosa para la cacería y por ende añadió ventajas competitivas de los Homo Sapiens sobre los Neandertales.

Sumado a lo anterior, diversas investigaciones del Instituto Tecnológico de Tokio, por Hiromi Kobayashi y Shiro Kohshima y del Instituto Max Planck, por Michael Tomasello. Los primeros investigadores han encontrado que los seres humanos son una especie única, entre otros primates, en que la esclerótica (membrana blanca en los ojos) es visible, por lo que los segundos investigadores han desarrollado la hipótesis de la cooperación de los ojos, en donde lo cánidos son capaces de ver la dirección de los ojos de los seres humanos y por ende tener comunicación no verbal, muy efectiva, para no asustar a la presa y concluir la cacería con éxito rotundo. Es decir, Shipman, comenta que esta comunicación silenciosa entre perros y humanos fue clave para la cacería en grupos.

Otras investigaciones recientes liderados por Brian Hare en el Instituto Max Planck, han corroborado lo dicho en líneas pasadas, pues de acuerdo al escrito de Birgit Fenzel, titulado: “¡Mi perro puede hacerlo” y publicado en la revista Ciencia, Conocimiento, Tecnología de marzo de 2011, se habla de dos experimentos muy interesantes.

El primero de ellos, de acuerdo a la descripción de Fenzel, se tenía un grupo de perros, a los cuales de manera individual, se les presentaban dos recipientes iguales, teniendo uno de ellos con comida de perro en su interior y otro vacío, pero con la particularidad de que ambos contenedores estaban perfectamente cerrados para evitar emitir olores. Derivado de esto, el can en cuestión, no podía saber en dónde se encontraba el alimento, por lo que se le asignó a un ser humano la tarea de señalarle al cánido, sin palabras, sobre el recipiente que contenía el ansiado premio. Al final se le permitió a los perros escoger el recipiente de su elección, al tocarlo con sus patas o nariz y dándoles el contenido si acertaban. La conclusión, obtenida por Brian Hare, fue que los perros mostraron clara preferencia por el recipiente que había señalado el humano y fue así que el mensaje silencioso había sido claramente escuchado, según nos relata Fenzel.

En un segundo experimento, también descrito en el mismo artículo mencionado, se colocaron dos juguetes en el piso, entre el ser humano y el perro, para posteriormente situar una barrera enfrente de cada juguete: siendo una opaca, bloqueando la vista al humano para percibir uno de juguetes y otra barrera transparente, que permitía la clara visión del otro juguete. Cabe señalar que ambos juguetes eran visibles para el perro; posteriormente se le pidió al can, mediante la orden de “tráelo”, sin referirse a un juguete en particular. El resultado fue que los perros, como dice Fenzel, optaron con mayor frecuencia por el juguete colocado enfrente de la barrera transparente, infiriendo que tal vez podían comprender algo de la perspectiva de la persona, ya que era el único juguete visible en su campo de visión. Sin embargo algunos investigadores señalan que la elección pudo estar viciada por la brillantez del objeto con la barrera clara, contrario a lo que sucede con la opaca. Después de ciertas modificaciones al experimento, la investigadora Juliane Kaminski concluyó: “Este resultado podría significar que los perros realmente entienden, hasta cierto punto, lo que los humanos podemos ver”.

Para cerrar esta colaboración, me gustaría tomar de nueva cuenta lo dicho por Shipman, donde textualmente dice: “Los humanos amamos ver en los ojos de los perros y leer sus emociones, pero aparentemente los perros sienten lo mismo al vernos a los ojos”. Entonces aparte de ser el mejor amigo del hombre, podemos pensar que debemos gran parte de nuestra supervivencia y camino evolutivo a las estrategias exitosas cooperativas de cacería y la comunicación silente al momento de tener la presa a punto de ser apresada y llevada a la comunidad como alimento.

Las investigaciones seguirán su curso, en cuanto a la relación de perros y humanos, pero por lo pronto me dispongo a seguir departiendo y comunicándome de forma tradicional y silente con mis amigos de cuatro patas…

sophie

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