
Rodrigo Soto Moreno
Según Pat Shipman, dentro de su artículo: “Do eyes have it?”, publicado en American Scientist, en el que recoge de las investigaciones de Paul Mellar y Jennifer French, de la Universidad de Cambridge, y donde se habla de la relación de nosotros los Homo Sapiens y los canes, que data aproximadamente desde hace 32,000 años.
Esa relación, entre cánidos y Sapiens, fue en primera instancia con miras a aumentar la supervivencia de ambos, iniciando con la comunicación silente, en los intercambios de miradas, para cazar más eficientemente, acorralando a la presa para después cargar la carcasa.
Posteriormente el intercambio de comida o sobras de comida, hizo que los perros fueran feroces vigilantes y permanecer alertas ante la llegada de un grupo rival de intrusos o de posibles depredadores.
Aunado a lo anterior decidimos mover nuestra relación al siguiente paso, es decir al de la amistad y compañerismo, donde muchos de estos peludos de cuatro patas fueron incorporados como parte de nuestras familias.
Pero ¿por qué hemos decido incorporar al seno familiar a estos cuadrúpedos? Una explicación puede encontrarse en las investigaciones llevados por científicos húngaros, publicados en Scientific American y en Reuters, donde de acuerdo a sus estudios con resonancia magnética, resulta que los perros procesan las emociones de igual forma como nosotros lo hacemos.
El investigador Attila Andics, de la Eötvös Loránd University, nos comenta que sabemos que los canes y los seres humanos han compartido ambientes sociales similares por caminar juntos en el sendero evolutivo, pero ahora lo interesante es encontrar que tanto perro como Sapiens tienen mecanismos cerebrales similares para procesar la información social. Además, según el propio Andics, esto refuerza la comunicación vocal que se ha dado entre las dos especies a lo largo de su estancia juntos.
Aquí un poco de la explicación de Andics:
De acuerdo a Brandon Kein y su artículo “Brain scans show striking similarities between dogs and humans”, publicado en Wired, lo anterior significa que los perros tienen en su cerebro un mecanismo que reacciona y entiende los sonidos vocales y son sensibles a la emoción que cada uno representa. Ahora se piensa que esta empatía emocional con determinados sonidos puede ser compartida con otras especies de animales. Sumado a esto, el propio Kein nos dice que los perros y los humanos compartieron un antepasado en común hace aproximadamente 100 millones de años, entonces tal vez desde entonces se haya desarrollado una región cerebral para identificar la emoción en ciertos sonidos emitidos, además de la empatía hacia los mismos.
La realidad es que mucha de nuestra supervivencia y evolución ha estado auxiliada por esos magníficos peludos de cuatro patas con cola inquieta y valga todo esta colaboración para recordar a un magnífico amigo y compañero cánido, me refiero al gran Chente, cuya foto la pueden ver en este escrito.
Definitivamente compartimos muchísimas anécdotas desde que fue un cachorro e innumerables momentos muy agradables a mi lado, convirtiéndose en no solo en mi compañero, sino en un amigo. Ahora estoy seguro que vivirá dentro de mis memorias, de mis escritos, para que nunca sea olvidado y siga deambulando en el cosmos como polvo de estrellas.

