La información que transmite mi saludo

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Sumergido en mis breves momentos reflexivos, considero que no ha sido fácil para nosotros los seres humanos, introducirnos con la máscara adecuada dentro, de lo que definió Honorato de Balzac, como la comedia humana.

Pareciese entonces que así como los animales de la selva natural tienden a reaccionar ante cierto estímulo, en su contacto con la madre naturaleza, siempre de acuerdo al rol que puedan tener dentro de la cadena social o alimenticia; también el ser humano requiere deambular con cautela, al ir trazando su camino evolutivo en la denominada “selva de asfalto”, en relación a la posición socioeconómica en que se encuentre o a la que busque ascender.

Tal vez por esto, nos haya resultado esencial, determinar si cierto individuo es amigo o enemigo y al buscar una variable rápida y práctica para identificar a extraños, el saludo se convirtió en una práctica común para demostrar que venimos desarmados, buscando crear cierta confianza social para poder incorporarnos a cierto grupo en particular.

Continuando en este punto, el tradicional apretón de manos, se ha convertido en un saludo común en diversas poblaciones del orbe, sobre todo en nuestro país. Pero para mi sorpresa, el estrechar manos, puede decirnos más que simplemente darle la bienvenida o el adiós a alguien.

De acuerdo al escrito de Jesse Bering, titulado: “Limp wrists and tight fists: What your handshake says about you”, publicado en Scientific American, ciertos psicólogos han determinado que la naturaleza de un apretón de manos, dice mucho de la persona, estudiando si el saludo se realiza con una mano delicada versus a otro con una mano firme, al igual que analizando el contacto visual del individuo, además de que si el mismo se retira de forma prematura o permanece aferrado a la mano que saluda por largo tiempo.

Por ejemplo, Bering, hace referencia a lo descrito por Amy Vanderbilt, en su libro: “Complete Book of Etiquette”, donde ese autor advierte que el estrechar manos es parte de nuestra personalidad, como lo es el caminar; además aunque lo modifiquemos, siempre será como nosotros somos, es decir: seguros o tímidos, cálidos o fríos.

Entrando en la parte más científica del tema, Bering, nos habla de las investigaciones realizadas por William Chaplin, de la Universidad de Alabama, en donde un grupo de experimentadores fue entrenado para estudiar y analizar el apretón de manos de 112 hombres y mujeres estudiantes de licenciatura, sin que estos últimos supieran que iban a ser evaluados de acuerdo a la forma en que saludaran.

Los factores a evaluar, por parte de los jueces, fueron: sequedad, temperatura, textura, fuerza, vigor, completar el apretón, duración y contacto visual.

Los resultados esperados, de acuerdo a Jesse Bering, arrojaron que los hombres con apretones de mano fuertes, siendo completado el apretón de forma vigorosa y con mayor duración, incluyendo el contacto visual esperado, fueron calificados como más extrovertidos y abiertos a nuevas experiencias, así como menos neuróticos, en comparación con aquellos hombres que obtuvieron calificaciones menores en estos aspectos.

Para el caso de las mujeres, quienes también salieron altas de calificación en el apretón de mano fuerte, fueron identificadas como más liberales, intelectuales y abiertas a nuevas experiencias, dejando una mejor impresión en los evaluadores, que aquellas mujeres con el estrechamiento de la mano en forma muy femenina.

En otras investigaciones, llevadas a cabo por Greg Stewart, de la Universidad de Iowa y publicados en el Journal of Applied Psychology, se trató dar respuesta al tradicional conocimiento que si damos un apretón de manos fuerte, es muy probable que podamos ser aceptados para cierta posición laboral.

Los resultados obtenidos, es que a pesar de que las mujeres fueron más proclives a dar apretones de mano débiles, en comparación a los hombres, no tuvieron influencia indirecta en este aspecto a la hora de ser consideradas para un trabajo, pues ellas sopesaban esa carencia, con un mejor contacto visual al entrevistador.

Siguiendo este análisis a y explorando el texto de Bering, resulta que nos dice que existen descripciones sobre el estrechar manos, desde los textos del gran escritor griego: Homero.

Pero al irnos más lejos, dentro de la naturaleza, podemos encontrar el apretón de manos en los chimpancés, pues menciones de Bering señalan que los monos dominantes, muchas veces, extienden su mano abierta a sus subordinados para eliminar el estrés y mantener la calma entre ellos.

Además, Stephanie Pappas, en su artículo “Chimp Secret Handshakes may be cultural”, se habla sobre ciertos chimpancés que se sujetan la mano cuando están en pleno proceso de acicalamiento. Abriendo la puerta a que este comportamiento, sea de origen cultural y se vaya transmitiendo, en forma de meme, entre otros individuos del clan, al replicar el mismo.

Para ir cerrando esta colaboración, sabemos que si bien el saludo, especialmente el estrechar manos, en un principio nos ayudó a identificar amigos o enemigos, tratando de inferir posibles acciones positivas o negativas, hoy en día nos ayuda a catalogar si una persona es introvertida o extrovertida, segura o insegura, cálida o fría, entre otras.

A todo esto yo le agregaría, que por medio del saludo, del apretón de manos podemos saber el grado socioeconómico de cierto individuo, al demostrar en su apretón si es subordinado o no, así como el grado de confianza que dos personas se tienen, aunado esto al contacto visual y por supuesto otras características de contacto físico, esenciales en toda convivencia humana.

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