Falta de equidad + Discordia social = Violencia

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Pienso que en cada saludo, abrimos nuestra mano, en señal de demostrar que venimos desarmados, buscando crear confianza social, aunque dentro de los reductos retorcidos de nuestras neuronas, estemos tramando alguna jugarreta maquiavélica, misma que derive en cierta manifestación de agresión o violencia.

Es así que tratando de vislumbrar las primeras relaciones sociales que tuvieron nuestros parientes homínidos, imagino algunas de las interacciones llevadas a cabo y como descubrieron que con cierto nivel de agresividad y violencia les permitía obtener comida, así como garantizar su reproducción y por ende la proliferación de sus genes egoístas en su nueva descendencia.

De ahí tal vez, se propagó la idea en forma de meme, aludiendo a Richard Dawkins, donde los individuos más poderosos en sus características físicas, fueron capaces de obtener un mayor número de recursos, traducidos en vestimenta, alimento, sexo, entre muchos otros y probablemente surgiendo así los primeros esbozos de una especie de tiranía disfrazada de lo que hoy queramos desprender como selección natural.

Partiendo de esto último, erróneamente inferimos que la supervivencia del más apto está directamente relacionada a la supervivencia del más fuerte, olvidando los disparos sinápticos de una mente creativa, que se abre paso por encima de aquellos que solamente usan la fuerza bruta para mantener su posición social y económica.

Si bien es cierto que la violencia fue una variable vital para el estilo de vida de las primeras versiones del ser humano, hoy en día no deja de estar presente en la sociedad supuestamente civilizada, atormentándonos hasta en la comodidad de nuestro hogar, trascendiendo hasta en la modificación de nuestros hábitos y costumbres sociales.

A pesar de que el renombrado psicólogo de Harvard, Steven Pinker, comentó recientemente, dentro de la conferencia “ScienceWriters2011”, que la violencia se encuentra a la baja, comparada a lo largo de toda la historia de la humanidad, en ciertas regiones del planeta pareciera que esto no es del todo cierto.

A raíz de esto, obviamente se vienen a mi mente las imágenes de la violencia en mi país y en nuestro estado, pero también recuerdo las noticias referentes a los recientes depuestos dictadores, como Mubarak, Ben Ali y Gadafi, entre otros, así como los disturbios violentos en Siria.

Tratando de comprender mejor lo sucedido en esos países y lo que puede suceder en otros, sino cambia la situación de los gobiernos hacia el pueblo; es necesario analizar lo que nos ofrece la historia evolutiva en otras especies, particularmente lo sucedido en una colonia de babuinos, como lo explica Eric Michael Johnson en su artículo titulado: “Freedom to riot: On the evolution of collective violence” publicado en Scientific American en septiembre del 2011. En ese escrito, Johnson, nos habla acerca de una masacre de babuinos, cuando se introdujeron nuevos miembros al grupo establecido dentro del zoológico de Londres, en el año 1930, teniendo como saldo final, después de varios años, un total de 94 animales asesinados por otros de su misma especie, dos terceras partes de estos machos, además de contar, entre los muertos, a 14 infantes, algunos de éstos matados por sus propias madres.

Algunas de las explicaciones de estas muertes, de nuestros “primos lejanos”, aludían a que se había creado una discordia social y por ende lesionado la jerarquía política del grupo y fue gracias a la violencia que se restauró la estabilidad nuevamente, según lo narrado por el investigador Solly Zuckerman.

Sin embargo, para Johnson, a Zuckerman le faltó considerar algunas variables que detonaron el deterioro social y derivaron en la violencia desmedida, una de estas fue que los babuinos se encontraban en un espacio de 30 por 18 metros aproximadamente, asociado también a que los babuinos son más agresivos en cautiverio (de acuerdo a Hans Kummer, 9 veces más en las hembras y 17 veces más en los machos) que estando libres en su hábitat. Además, comenta Johnson, al no existir novedad en la comida, en el entretenimiento, en las oportunidades sociales, aunado al incremento de extraños en el grupo y sobre todo si escaseara la comida o se limitara, entonces indudablemente el grupo llegará a un punto de discordia social y sino se cuida, seguramente concluirá en violencia. Eso fue precisamente lo que sucedió en esa comunidad de babuinos.

Extrapolando esto a nosotros lo seres humanos, me resulta claro que existen similitudes y con el simple hecho de ver la falta de oportunidades y por ende de empleo, en nuestro país, así como en otros como España y Grecia por mencionar algunos; así como la riqueza extrema de ciertos grupos, como lo nombrado en el Global Wealth Report de Credit Suise, donde alrededor de 30 millones de personas controlan el 40 por ciento de la riqueza mundial, mientras que el Banco Mundial estima que en el 2015 tendremos 1,000 millones de personas en extrema pobreza, viviendo con menos de 1.25 dólares diarios; es fácil entonces comprender que para estos individuos la estrategia y las normas sociales de civilidad quedan obsoletas dando oportunidad a que la violencia tome las riendas, obteniendo mayor excitación neuronal por la emoción que eclipsa a la razón.

Agradezco a las pocas o muchas oportunidades que he tenido en la vida, pero no me gustaría pensar en que se nuble mi razón al escuchar a mis “genes egoístas” clamar por falta de oportunidades, de empleo, de igualdad, de equidad y peor aún por falta de comida. Reflexionemos y actuemos antes de que la falta de equidad sumado a la discordia social se traduzca en violencia y las reglas sociales de convivencia queden colapsadas momentáneamente.

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