Creo que nos gustaría filosofar, de la mano de Nietzsche, para soñar en que el “eterno retorno de lo idéntico” hace la firme promesa, en donde después del colapso de la vida como la conocemos, todo iniciaría de nuevo, con el mismo resultado, donde se supone que nuevamente los humanos surgirán y mantendrán su aparente liderazgo como especie dominante del planeta Tierra.
Lo cierto es que si pudiéramos regresar la “película de la vida”, para volver a darle avanzar a la misma y ver lo que sucede; difícilmente tendríamos el mismo resultado. Pues a pesar de que sabemos que la vida siempre se abre paso, tenemos que considerar la infinidad de interacciones e iteraciones, que se requieren para que los seres vivos sean como los conocemos en la actualidad. Simplemente para que cada uno nosotros exista, como lo comenta Bill Byrson, en su libro titulado: “A Short History of Nearly Everything, se tuvieron que agrupar, cooperar, interactuar, iterar, trillones de átomos errantes, para que al buscar organizarse en un sistema complejo, diera como resultado la emergencia de un ser pensante, al principio como homínido, y después evolucionando a lo que somos actualmente.
Es así que considerando el nuevo inicio de un todo, con otro Big Bang, dentro de lo que podría ser un choque de multiversos para crear un universo, es muy probable que todo vuelva de nueva cuenta y sea un eterno retorno, pero no de lo idéntico; es decir, es muy probable que vengan nuevos mundos, con vida inteligente, pero no tenemos la certeza de que nosotros volvamos a ser.
Si bien es correcto afirmar, de acuerdo a investigaciones científicas, que los organismos simples se puede organizar en sistemas complejos, al igual que sucede en organismos unicelulares que evolucionan en seres pluricelulares en un increíble proceso de auto organización. Resulta demasiado alentador inferir que, después de la agrupación de seres de una célula para formar multicelulares, surja o emerja ese ser que vemos todos los días en el espejo. Aunque claro, dentro de este tenor, también inferimos que nosotros somos sistemas complejos que emergimos entre el orden y el caos, evolucionando gracias a la enorme red neuronal que contenemos en nuestro cerebro y que nos supimos imponer a las adversidades para erigirnos como el gran primate que somos, después de todo el camino evolutivo que hemos recorrido y que seguiremos recorriendo, hasta que tal vez nuestra propia autodestrucción nos alcance.
Después de lo anterior imagino así, dentro de los caprichos de la vida, el surgimiento de vida inteligente en sistemas planetarios, donde hayan podido cumplir con los requisitos de la ecuación de Drake (concebida por Frank Drake, para estimar la cantidad de civilizaciones en la Vía Láctea, con capacidad de emitir señales de radio detectables), donde en cierto sistema solar, se encuentre un planeta en el rango de la zona habitable y gracias a ello prolifere la vida, derivando en sistemas emergentes inteligentes.
Siguiendo en este sentido, dando por sentado que surgiría o que ya existe vida inteligente en otro confín del universo, podemos también imaginar que esos seres cuentan con ciertas leyes de física, química, biología, entre otras, pero no solamente eso, sino que están organizados en civilizaciones avanzadas y por ende se dieron a la tarea de crear sociedades, sistemas de comercio, de intercambio, economías, medicina, construcciones para el trabajo, para la educación, para el esparcimiento y claro para la vivienda, transporte para surcar su planeta y tal vez para viajar a otros, incluso podríamos inferir que hayan creado una nueva religión, si es que la necesitan.
Todo esto es simplemente producto de mi imaginación, hasta que un rover como el Curiosity me diga lo contrario. Pero pienso que, como lo comenté hace algunos años en mi clase de redacción avanzada con el profesor Waldo Lloreda, en el ITESM CCV, el contacto con alguna civilización extraterrestre inteligente nos haría reflexionar sobre lo que somos como especie y seguramente nos uniría más como seres humanos, sobre todo si aquellos “nuevos visitantes” atentarán contra nuestra libertad y contra la aparente felicidad, que buscamos a veces desesperadamente en la sociedad frívola que hemos creado.
Pero mientras eso sucede, no debemos esperar sentados, sino a mi parecer es necesario cooperar como individuos y trabajar para potenciar nuestras oportunidades para nosotros y para los nuestros, hurgando en nuestra genética para encontrar el mecanismo de empatía, de cooperación, de equidad, mismos que nos debe trasladar del “homo homini lupus” (el hombre es el lobo del hombre) al “homo hominem iuvans” (el hombre en ayuda del hombre).
Al final lo importante es evitar que se cumpla la hipótesis del “eterno retorno de lo no idéntico”, en donde al crearse nueva vida ,que se encuentre en una especie de letargo, se organice para formar nuevos sistemas complejos inteligentes, sin volver a ser nosotros en el reflejo del espejo y mejor busquemos mantener nuestra aparente hegemonía en el planeta, viviendo de forma simbiótica con el resto de los seres vivos que lo habitan, pero sobre todo mostrando la mano abierta, en señal no solo de saludo hacia otros seres humanos, sino en muestra clara de ayuda, a sabiendas que cuatro manos trabajan mejor y que dos cerebros potencian los momentos “eureka” y por ende las oportunidades de supervivencia, no únicamente de los que se dan la mano, sino que al transmitirse en forma de memes, el conocimiento logre ayudar a toda la especie humana.

