Debemos codificar todo

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Rodrigo Soto Moreno

Cuando llegamos a este plano existencial de tener conciencia similar al cogito ergo sum (pienso, luego existo) de Descartes, heredando el 50% de los genes de nuestro Padre y el resto de nuestra Madre, iniciamos la rutinaria tarea de absorción de información como algo que viene programado en nuestro kernel biológico; algo que pareciera simple pero en realidad no lo es, pues debemos pensar que a cada absorción de un bit, le corresponde el procesamiento necesario para al final transmitir otro bit resultante como respuesta.

Derivado de lo anterior y como lo dice Nick Bostrom dentro de su libro: “Superintelligence, Paths, Dangers, Strategies”, nuestra organización neurológica sigue contribuyendo a que no solo demos pasos, sino saltos evolutivos en nuestra existencia en este tercer planeta, dando vueltas elípticas alrededor del Sol. Bostrom continua y nos dice: “como consecuencia, los seres humanos pueden pensar de forma abstracta y por ello comunicar pensamientos complejos, así como acumular información y pasar la misma hacia otras generaciones, de una mejor forma que muchas otras especies del planeta”.

Como lo hemos dicho en otras colaboraciones, nos hemos convertido en expertos tanto para reconocer patrones, como para guardar el conocimiento de forma extrasomática, fuera del cuerpo, para evitar que el tráfico de información no solo sea de boca en boca, sino por medios tecnológicos que faciliten el flujo de absorción, procesamiento y transmisión de información.

Hemos deambulado entonces desde la experiencia individual del ser humano para sobrevivir en la selva biológica, pasando por los libros impresos y digitales, continuando por la selva de asfalto, hasta acercarnos al poder de las computadoras cuánticas y de la inteligencia artificial, sumadas a la capacidad de guardar bits y bytes en el ADN, para ahora sobrevivir no solo en esa selva de asfalto sino en la digital que se avecina.

Volviendo con Nick Bostrom y su libro relacionado a la inteligencia artificial, ahí el autor nos explica que después del surgimiento de la agricultura, los seres humanos se establecieron en poblaciones para cultivar las plantas y el tener más personas, de acuerdo a Bostrom, se tradujo en que se generarán más ideas y a mayor densidad de personas, continua Bostrom, eso resultaba en que las ideas se propagarán con mayor velocidad y que los seres humanos se pudiesen especializar en cierta área del conocimiento. Aunque aquí un servidor agrega que también la agricultura permitió que algunos pseudo Sapiens, aquellos no brillantes sino más bien zopencos y con alta autoestima, pudiesen esconder su ineptitud entre la multitud creciente y el cúmulo de ideas. Pero esto es tema de otro escrito.

Sin desviarnos en el tema de esta colaboración, mucho se ha dicho en relación al crecimiento exponencial en materia de tecnología, específicamente en el área de las computadoras, donde podemos observar claramente la progresión de forma exponencial a medida que se aumenta la capacidad de procesamiento de los bits y bytes, ligado esto a que el costo de producción se reduzca.

Algo muy interesante relacionado a lo anterior se encuentra en una gráfica que nos ofrece la revista TIME titulada: “The Year the Man Becomes Inmortal”, en donde nos muestra el paso evolutivo acelerado en cuanto al poder de procesamiento computacional, al igual que observar como los grandes cambios tecnológicos se han dado cada vez en un período de tiempo más corto que el anterior. Por ejemplo, el salto que se tuvo entre la Revolución Agrícola hacia la Revolución Industrial fue de 8,000 años; sin embargo el siguiente salto de la Revolución Industrial hacia al primer foco eléctrico se redujo pues fue de 120 años; posteriormente el salto de la energía eléctrica en el foco hacia aterrizar en la Luna se logró en 90 años; continuando así con el salto de llegar a la Luna hacia el Internet se acortó a 22 años; y el salto de la red de redes hacia secuenciar el genoma humano fue en 9 años.

El punto central de esos saltos tecnológicos es que nuestro conocimiento, apoyado con la ciencia básica y la aplicada con la tecnología, nos está permitiendo absorber, procesar y transmitir información de forma casi exponencial, y esto de mantenerse así, mientras más nos acerquemos a la denominada Singularidad de Ray Kurzweil, en donde la inteligencia artificial ligada con la ingeniería biológica de nosotros podrá superar esos saltos descritos. Es decir hablamos de ligar la configuración de nuestra red neuronal con la aquella red tecnológica de bits y bytes donde converjan las estructuras de procesamiento cuántico con la capacidad de almacenamiento biológico de en nuestro ADN.

Aquí podemos observar la gráfica que describe lo descrito anteriormente:

Continuando con este punto de los saltos tecnológicos, debemos volver con Nick Bostrom y su libro Superintelligence, donde refuerza lo dicho por la revista TIME, cuando dice que hace algunos cientos de miles de años, refiriéndose Bostrom a los primeros homínidos, el crecimiento era muy diferente al actual pues se requería, según Bostrom, algo así como un millón de años para que la capacidad productiva de nosotros como seres humanos creciera lo necesario para sostener a otro millón de seres humanos; sin embargo Bostrom nos dice que después de la Revolución Agrícola solo se requerían dos siglos para obtener el mismo nivel de crecimiento productivo y poblacional correspondiente. Ahora, continua Bostrom, después de la Revolución Industrial, la economía mundial crece así cada 9 minutos, en promedio, en productividad para sostener al millón de personas de las que hablamos.

Desde mi perspectiva, en el momento lúcido en que concebimos nuestra existencia y nuestra capacidad de razonar para adaptarnos al medio ambiente, hemos tenido un encuentro con la naturaleza que nos ha dado una cantidad inimaginable de información y por ello descubrimos que necesitábamos recopilar la misma para futuras generaciones, y así la colocamos en pinturas rupestres en cuevas, en códices prehispánicos, en los libros que algunos todavía leemos, dentro de los bits y bytes que salen al teclear en la computadora, en los diversos servidores del mundo, en la red de redes, en la nube; pues no todo cabe en nuestra cabeza, y posteriormente esta información estará en la migración que hagamos de nosotros hacia la inteligencia artificial.

Para concluir, mi punto central es que así como nosotros empezamos a incorporar, procesar, almacenar, desmenuzar, catalogar la información, lo hicimos con el objetivo de codificarla para poder transmitirla con mayor facilidad, para que fluyera con mayor facilidad hacia las futuras generaciones, pero sobretodo para poder construir nuevo conocimiento con la misma y acelerar cada uno de nuestros saltos tecnológicos.

Por ello es hora de aumentar nuestra capacidad de codificar toda la información que tenemos y continuar guiando a la inteligencia artificial, para que con marco ético de comportamiento, pueda ayudarnos con la codificación de información en nuestro siguiente salto tecnológico y biológico; y también soñar que cada uno de nosotros, como seres humanos, podamos codificarnos como individuos, como Rodrigo Soto Moreno, y que toda la información que me define o me hace ser yo, pueda estar en una especie de nube dentro de algo parecido a una red social, donde se contenga todo nuestro historial y así facilite el que nuestro siguiente salto sea transferirnos a otro receptáculo que no se deteriore como el cuerpo que ocupamos actualmente y soñar entonces con volvernos inmortales.

 

 

 

 

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