Borlaug versus Malthus: ¿Quién de ellos tendrá la última palabra?

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Fuimos pereciendo uno a uno….  La profecía se cumplió:

“faltó el alimento”

Thomas Maltus

…Nitrógeno, fósforo y potasio estimularon los cultivos de la Madre Tierra. Una vez más, la ciencia salvó a la humanidad…

Norman E. Borlaug

Revista 41, del 15 al 28 de septiembre de 2006, páginas 37 y 38

Ninguno de los profesores dijeron las frases anteriores; pero ¿podríamos pensar en una lucha científica de proyecciones futuristas?

En su libro Una breve historia de casi todo, Bill Bryson relata que no fue sino hasta que regresó a Inglaterra cuando Darwin leyó la obra de Thomas Malthus titulada Ensayo sobre el Principio de la Población, que trataba sobre cómo el alimento crecía a una tasa que no podría equiparse con el aumento poblacional, y que sirvió (el ensayo) para despertar la curiosidad (la madre ciencia, como propone Horacio Salazar en su libro El ombligo de Edipo”) del joven Charles para determinar cómo la vida es una lucha permanente en donde el  más apto es quien prevalece o se mantiene en su cadena evolutiva.

Basta ver las características de alimentos y la hambruna, para darnos cuenta de que el profesor Malthus tenía toda la razón, e inevitablemente llegaríamos a tener un cambio disruptivo con la muerte de personas por la escasez de alimento. Sin embargo, para el científico y Premio Nobel de 1970, Norman E Borlaug, el cambio disruptivo llegó, pero en forma de su trabajo en biotecnología agroalimentaria denominado “Revolución Verde” (Green Revolution), gracias a la cual se pudo alimentar a millones de personas en el hoy todavía planeta Tierra.

EN DIEZ MIL AÑOS, DIEZ VECES SE HA DUPLICADO LA POBLACION

Ahora bien: ¿ganó Borlaug o ganará Malthus? De acuerdo con los datos de la revista The Economist, en un periodo de diez mil años, la población se ha duplicado alrededor de diez veces, y gracias a las modificaciones genéticas de tres cultivos: maíz, trigo y arroz, la raza humana ha logrado continuar su estadía.

Sin embargo, no podemos basar nuestra alimentación únicamente en esas tres cosechas, pues también la revista The Economist en su historia del trigo, nos señala que 10 calorías de trigo producen 1 caloría de carne. Es sencillo determinar que la proporción energética es superior en los platillos cárnicos que en los vegetales. Claro, todo es un balance en donde la combinación ideal es como lo propone José Enrique Campillo Álvarez en su obra El mono obeso, en la cual obtiene que anteriormente 50 por ciento de nuestra alimentación fue y debe ser frutas, brotes tiernos, flores, semillas, tallos tiernos y algunas hojas; 30 por ciento de nuestra alimentación fue y debe ser tubérculos (papa), semillas verdes (habas), frutos secos (nueces, almendras, pistaches, avellanas); 18 por ciento de nuestra alimentación fue y debe ser carne, huevos y sobre todo pescado; dos por ciento de nuestra alimentación fue y debe ser cereales, legumbres, leche y derivados, bebidas fermentadas, aceites, mantequilla, margarina y sal.

Volviendo al debate, la preocupación de Borlaug y Malthus no debe puntualizarse solo en tener comida o no para nuestra especie, sino en la calidad de la misma. Es importante mencionarte los estudios de David A. Sinclair y Lenny Guarente, publicado en Scientific American Mind, de marzo de 2006, quienes comentan como los animales que se mantienen en su dieta correcta, incluido el hombre, no solo viven  más, sino se mantienen más saludables.

NECESIDAD DE UNA SANA ALIMENTACION

Es así como, tomando lo anterior, el crecimiento de las circunvoluciones cerebrales y nuestra capacidad de generar el tamaño y capacidad cerebral van ligados a una sana alimentación, rica en diversas fuentes alimenticias. Por ello es importante que la calidad de la comida del ser humano, desde el momento de su nacimiento, sea adecuada, pues al alcanzar los 20 años de edad nuestro cerebro deja de crecer, y a partir de ese momento, el alimento no es para incrementar nuestras posibilidades y capacidades, sino para mantener activa la mente en la competencia que vivimos hoy en día, que se mide con el valor más preciado de las economías basadas en el conocimiento, el cual pesa un kilo 300 gramos en promedio: el cerebro.

Además, no es similar la combinación dietética que requiere una persona que vive cerca del Ártico, a una que vive cerca del Ecuador. De acuerdo con el profesor William R. Leonard, especializado en Biotecnología antropológica, la tasa de metabolismo en reposo de una persona del Ártico es 15 veces mayor a la de una persona que vive en climas más cálidos. Esto se debe a las kilocalorías que debe consumir y gastar  por motivo de las condiciones climáticas demandantes.

Viviendo en climas fríos o cálidos, eventualmente  nos encontraremos en cierto límite peligroso, con falta de alimento, como predijo Malthus, o tal vez efectivamente las tasas de crecimiento irán descendiendo paulatinamente, como comentan expertos de The Economist, quienes señalan que el número de hijos nacidos de mujer ha bajado de seis a tres en solo 50 años. Parece ser que estos expertos aseguran que la especie humana es la única que tiene menos bebes cuando están mejor alimentados. Pero predicen que las poblaciones que crecerán a tasas altas serán las de Burkina Faso, Malí, Nigeria, Somalia, Uganda y Yemen.

¿A QUIEN CORRESPONDE LA ULTIMA PALABRA?

Para prevenir la falta de alimento en estas regiones, requerimos de Borlaug o de alguno de sus colegas que, con la biotecnología agroalimentaria, estimulen el nitrógeno, fosforo y potasio de la tierra, así como la genética de los cultivos, para hacerlos llegar con calidad a las zonas más necesitadas. Los avances científicos y las políticas públicas de los líderes populares serán cruciales en determinar quien tuvo la última palabra: Norman E. Borlaug o Thomas Malthus.

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