¡Basta del sentimiento de derrota!

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Rodrigo Soto Moreno

En repetidas ocasiones me he cuestionado en relación al porqué algunos pueblos o civilizaciones brillan por su progreso continuo, mientras otros se estancan e incluso colapsan ante el mínimo “ventarrón” económico, social o biológico que se les presenta.

Algunos autores como Jared Diamond, premio Pulitzer, argumentan que se puede obtener cierta explicación inicial a raíz de la historia de las civilizaciones, en particular al descubrimiento de armas, las epidemias, y el acero. Es decir aquellos pueblos que primero lograron tener armas efectivas, especialmente con el acero, lograron dominar a otros y expandir su impero, sumado la variable de los gérmenes que al entrar en contacto con sistemas inmunes que no estaban acostumbrados a ellos, se convertían en epidemias mortales. Esto derivado del libro Guns, Germs and Steel de Jared Diamond.

Anotando en este punto de los gérmenes, dentro de la nueva temporada de la serie Cosmos, ahora con Neil deGrasse Tyson, en el capítulo 11 titulado: “Los inmortales” se habla acerca de la conquista de México por parte de los españoles y en donde se aclara que fueron ayudados no solamente por pueblos indígenas vecinos que no querían a los aztecas, sino especialmente por los virus y bacterias que acarreaban enfermedades mortales como la viruela. Parafraseando a deGrasse Tyson: tenemos que los europeos pueden pensar que la conquista se logró por su valentía y estrategia militar, pero la realidad es que fueron los ejércitos de patógenos que infectaron a la población indígena nativa de américa, matando alrededor de 9 de cada 10 indios.

Otro aspecto al que se alude es la genética de diferentes pueblos, argumentando que algunos pueden ser más inteligentes que otros, pero considero que esto no tiene sustento sólido pues somos una especie con capacidades similares y he visto inteligencia creativa en personas con huaraches y charlatanes de oficio con traje. Es decir, no somos iguales solamente porque la Declaración Universal de los Derechos Humanos así lo dice, sino también porque la biología y la propia genética dice que todos los seres humanos somos similares en un 99.5%; por lo tanto tenemos las mismas capacidades para aprender y crear.

Otra variable interesante proviene de la geografía en donde se asentaron ciertos pueblos, con esto refiriéndonos a lo descrito por Jared Diamond, en el mismo libro que hablamos con antelación, en donde se analiza la diferencia entre aquellas civilizaciones que se establecieron el climas cálidos versus aquellas que lo hicieron en climas menos propicios o inhóspitos. Es decir, aquellos pueblos que estaban en climas cálidos, tenían menos problema para subsistir por la facilidad de obtener alimento, en comparación a los que estaban en climas fríos, en donde las cosechas eran más difíciles de obtener.

Abonando a este punto anterior también se ha dicho que los largos y fríos inviernos en los pueblos del norte, contribuyen a que los individuos tengan mayor tiempo para cultivar sus disparos neuronales y así generar ideas creativas. Tal vez de forma similar a lo que hizo Linus Torvalds, creador del sistema operativo Linux, cuando vivió en aislamiento para concluir ese software y ponerlo libre al público en general, pero apuntando hacia los programadores para que lo robustecieran.

Sin embargo un punto clave y vital para el progreso de cualquier civilización es el conocimiento, especialmente el científico y tecnológico. Es decir, en un inicio los pueblos que sobrepasaron a otros en progreso económico y social, se debió en parte a todos los factores de que hablamos con antelación, agregando la escritura para dejar de pasar la sabiduría como relato de los más viejos a los más jóvenes, sino plasmarla en un documento que permitiese a las nuevas generaciones no empezar de cero y construir nuevo conocimiento a partir del que ya se tenía.

Mientras más fluya el conocimiento, mejores oportunidades se tienen para robustecer el mismo, buscando siempre potenciar las ideas creativas innovadoras con aplicación al mercado. Por ello aquellas civilizaciones que apostaron, con inversión educativa y económica, a la ciencia y la tecnología, con marco ético de comportamiento, sabían que ese es el camino seguro para distanciarse de la pobreza y desigualdad social, siempre y cuando se quiera el beneficio colectivo y no el personal.

Una civilización exitosa, desde mi perspectiva, tiene que aprovechar de su historia en la medida que sume y no reste, potenciando su acervo cultural y nacionalista para que cada individuo que la forma tenga un sentido de orgullo y pertenencia; además convertirse en una red de conexiones creativas, similar a un cerebro, en donde todos los seres humanos sean neuronas, que al pensar en conjunto y para un bien social colectivo, garanticen contribuir al bienestar general y no al de unos cuantos; además de contar con plasticidad para que de igual forma que aquellos organismos que mutan y se adaptan a los cambios climáticos, son los que continúan evolucionando, y por ello las civilizaciones deben saber adaptarse a las tendencias globales de la economía; también invertir grandes dosis de capital humano y económico en el desarrollo de una cultura de ciencia y tecnología, para posteriormente ser una ciudad del conocimiento e incorporarse a la economía de las ideas.

Dentro de esta jungla de asfalto que hemos creado de forma artificial, las civilizaciones no deben perder de vista a la evolución biológica de otras especies y la simbiosis con la que se nutren entre organismos, pues mientras más repliquemos la evolución de Darwin en nuestra tecnología y en nuestro comportamiento social, mejores oportunidades tendremos de avanzar en la escalera evolutiva. Derivado de esto podemos aprender de ciertos animales, como los tardígrados, que parecen insignificantes y diminutos pero la realidad es que tienen gran capacidad de resiliencia y adaptación ante las condiciones más adversas.

Sintetizando algunas recomendaciones para nuestro caso como país, como pueblo, como civilización:

  1. Debemos olvidar nuestro pasado histórico de pueblo conquistado, pues la conquista más que de los españoles fue de sus gérmenes; y abrazar la idea de que somos un pueblo rico en mestizaje, con un enorme potencial creativo y cultural que nos distingue de cualquier país.
  2. Incorporar en nuestra mente una pequeña dosis de soberbia y nacionalismo, en donde no únicamente nos unamos cuando se trate de la Virgen de Guadalupe o de la selección mexicana de fútbol, sino que establezcamos una agenda social incluyente para el progreso económico de todos y dejemos fuera las ideologías partidistas e individualistas megalómanas.
  3. Alimentar nuestra creatividad e ingenio mexicano con grandes porciones de ciencia y tecnología, utilizando la divulgación científica para adquirir conocimiento y después transmitir el mismo mediante la escritura ligada a los dispositivos móviles tecnológicos, fomentando una cultura científica y tecnológica.
  4. Invertir en los emprendedores mexicanos, quienes no se conforman con emplearse, sino que se autoemplean y dan empleo a otros, sustentando su trabajo en productos y servicios innovadores con gran adaptabilidad al nuevo mercado de las ideas.
  5. Incorporar en el currículo educativo el pensamiento lógico computacional, seduciendo a los alumnos a que se acerquen a conocer el lenguaje de programación, pues se asemeja a la lógica de la biología evolutiva y de esta forma también contribuiremos al advenimiento de la inteligencia artificial.
  6. Ponerle mayor atención a la alineación que se tiene en el gobierno, en lugar de ponerle mayor atención a la alineación que tiene nuestro equipo favorito de fútbol. Con el objetivo de exigir a nuestros líderes y representantes públicos la rendición de cuentas y el trabajo por objetivos. Pues al final ellos son nuestros empleados.
  7. Cuidar más lo que se pone en el librero versus lo que ponemos en el clóset. Mientras nos preocupemos más por crear un ambiente de conocimiento en la oficina, en la casa, mayor éxito tendremos en impregnar a otros para que se interesen por absorber conocimiento y por diseminarlo.
  8. Destacar de forma individual, pero no olvidar que requerimos de una estrecha colaboración entre nosotros para potenciar nuestras capacidades, pues la red de información y plasticidad de operación en grupo es más eficiente que la individual.
  9. Olvidarnos del color de nuestra piel, de nuestras creencias religiosas y construir una plataforma de confianza entre iguales, pues no existen los mexicanos de segunda, todos somos de primera.
  10. Nunca derrotarnos, sino contar con amplia resiliencia, similar a la de las plantas que a pesar de estar enraizadas en la tierra, cuentan con una gran capacidad de adaptación y rebote para resurgir de los incendios e inclemencias del medio ambiente.

 

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