La lucha eterna entre El Capital, de Marx, y el Laissez Faire, Laissez Passer, de Smith

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Revista número 91, del 6 al 19 de marzo de 2009, páginas 7 a 10

¿Dónde está el capitalismo?

Mikhail Gorbachev vertía un poco de vodka, mientras analizaba cómo el poder de la Unión Soviética se desplomaba. Así, pensó para sí mismo: “la Guerra Fría ha terminado, ahora sólo queda un poder: Los Estados Unidos de América; tristemente, el sistema socialista ha fracasado”. En un último intento, buscó la reestructuración con la “Perestroika” para mantener el sistema socialista y dar oportunidad a la empresa con la innovación.

Por otro lado, Ronald Reagan, que se sentía un mejor estratega económico que su rival ruso, también meditó para sus adentros: “el motor capitalista de nuestro país no tiene competencia, hemos demostrado nuestro poderío una vez más”. El sueño americano de tener una idea novedosa con trabajo y esfuerzo seguía vigente.

Es cierto que el conocido “Estancamiento Brezhneviano”, el período, de acuerdo a Wikipedia, de notable desaceleración socioeconómica, que tuvo lugar en la Unión Soviética a partir de 1965, y que culminaría con el colapso soviético de 1991, ya era una señal clara de que la economía rusa no iba en la dirección adecuada.

Por el momento, la carrera armamentista entre los dos súper poderes del momento, Estados Unidos y Rusia, había dado un vencedor.

¿LA ÚLTIMA PALABRA?

Pero recordemos que, en materia económica, rara vez alguien tiene la última palabra, pues un movimiento caprichoso del mercado puede hacer rica o pobre a una persona en una tarde en la bolsa de valores. Todo depende de cómo se jueguen los dados y en qué mesa se tiren.

En la actualidad, eso es lo que vemos: un revés en lo que algún día se pensó que era una máquina indestructible: el capitalismo, ha probado que no se trata de un sistema económico perfecto. ¿Quién se iba a imaginar un momento en que incluso se pensó en nacionalizar los bancos en Estados Unidos para salvarlos de la quiebra?

La separación entre la banca privada y el gobierno, tantas veces elogiada, y que se jactaba –la primera- de conocer las leyes libres de mercado para crecer y brindar riqueza a la población, nos ha demostrado que sólo hizo ricos a unos cuantos: los dueños e inversionistas, y recientemente suplicó ayuda del sector público para sobrevivir.

Pareciera como si el mundo necesitase al Leviatán, de Hobbes, para poner orden en todas las empresas; auditarlas para ver exactamente dónde se encuentran y que no se amparen en el “Chapter 11”, o de la quiebra, para recibir dinero sin realmente necesitarlo, pues fueron los altos ejecutivos y dueños quienes se aprovecharon del oleaje económico para sacar ventaja propia y hacerse aún más ricos.

¿Qué creen ustedes que piensen todas aquellas personas que fueron rechazadas para un crédito bancario por falta de “garantías”, y que ahora ven que los mismos que les negaron ese apoyo para comprar un patrimonio, pidan auxilio y se les dé dinero de las pensiones y de impuestos del grueso de la población? ¿Es justo ese sistema? ¿Trata igual al que cultiva el campo y al que tiene su BMW?

Tierra, trabajo y capital, dijo Marx sabiamente, y Smith lo retó con el laissez faire, laissez passer, del libre mercado y la mano invisible. Pero, al final, ¿quién tiene la razón?

Es interesante estudiar cómo un importante analista de mercados, Madoff, puede invitar a fuertes inversionistas: HSBC, Steven Spielberg, Santander, etcétera, a invertir en un sistema de pirámide de negocios para especular con el dinero de éstos y robarles. También es interesante ver a Leonard Abess, quien, al vender su banco, City National Bancshares, de Miami, dona a sus 400 empleados y 70 pensionados, 60 millones de dólares de sus ganancias, según datos del artículo de Excélsior: “Leonard Abess, el banquero bueno”.

AVARICIA Y FALTA DE ÉTICA

El trasfondo de lo que sucede en la economía, por sorprendente que parezca, puede tener una explicación lógica y sencilla: la avaricia del ser humano y la falta de ética en los negocios. Tal parece que la competencia se ha vuelto desleal y la frialdad en los negocios es lo que impera.

Como dijera Michael Douglas, en su papel de Gordon Gekko, de la película Wall Street: “El punto, señoras y señores, es que la codicia, por falta de una palabra mejor, es buena. La codicia es correcta. La codicia funciona. La codicia clarifica, atraviesa, y captura la esencia del espíritu evolucionista. La codicia, en todas sus manifestaciones, la codicia por la vida, por dinero, por amor, por el conocimiento, ha marcado el incremento en la alza de la humanidad, y la codicia, marquen mis palabras, no sólo salvará Teldar Paper, sino también el malfuncionamiento de otra empresa llamada Estados Unidos de América. Gracias”.

Este discurso de Gekko puede resultar inspirador para algunos y odioso para otros; sin embargo, tiene algo de verdad. Nada más veamos cómo nos desempeñamos como seres humanos. En verdad, ¿no deseamos, entre otras cosas, el coche y la casa del vecino? ¿Cuidamos a nuestros semejantes? ¿Compartimos el planeta equilibradamente con las otras especies? ¿Dimos la oportunidad a otros homínidos para que continuaran su evolución? ¿Realmente nos preocupa el calentamiento global?

CALENTAMIENTO GLOBAL

Vivimos en un mundo que está caliente, plano y abarrotado, según el Premio Pulitzer Thomas L. Friedman; es decir, el calentamiento global, la globalización económica y las nuevas tecnologías de información y el conocimiento accesible a la gran mayoría de la población, así como el rápido crecimiento de la clase media en el mundo; todo esto está cambiando y acentuando la pobreza, la diferencia entre clases y el que unos países crezcan y otros se estanquen.

Todos estamos familiarizados con el inicio de la crisis actual; con los préstamos “subprime”, que no es otra cosa que dar crédito, por arriba del promedio, a personas con limitado historial crediticio; pero cuando se ofrecieron de manera desmedida y sin el correcto estudio de quién en verdad podía cubrir el crédito en el plazo determinado, se dio el resultado que hemos visto recientemente en las noticias. Se infló el mercado y se prostituyó también, todo con el afán de hacer dinero rápido y fácil.

Es decir, como lo pone Friedman, a los americanos se les vendió fácilmente el sueño de que, sin el esfuerzo y la disciplina laboral tradicional, se podía tener una casa. Uno de los puntos clave del análisis de Friedman es cuando comenta que los Estados Unidos se han convertido en una nación “subprime”, que piensa que el pedir prestado es una forma de prosperidad.

AL CONSUMIDOR, LO QUE PIDA

En relación con el calentamiento global y la economía, se nos presenta lo que, en entrevista, Rick Wagoner, CEO de General Motors, le dijo a Friedman, cuando éste le preguntó por qué la empresa no hacía coches más eficientes en combustible: “Nosotros hacemos lo que el mercado quiere; si las personas quieren SUV´s y Hummers, entonces les tienes que dar lo que quieren”. Con esta respuesta no nos sorprende el ver cómo se encuentra General Motors en la actualidad.

Otro punto abordado por Friedman y también por The Economist, en fecha reciente, es el gran crecimiento que está experimentando la clase media en todo el mundo. Según datos de la revista, en su artículo “Burgeoning bourgeoisie”, se calcula que el 50 por ciento de la población es clase media.

Claro, la concepción de quién es clase media y quién no, la ofrece el economista indio Surjit Bhalla, pues, según él, aquellas personas que ganan entre 10 y 100 dólares diarios son considerados clase media. Pero, como lo expuso el caricaturista Calderón, esta definición de clase media es demasiado amplia, pues las diferencias entre los 10 y 100 dólares diarios resultan abismales.

Lo interesante por estudiar en este punto es qué va a suceder con todas estas personas que están incrementando sus niveles de ingreso; pero, antes, concretemos lo que es la clase media. Definida por The Economist en su artículo “Two billion more bourgeois”, clase media son aquéllos que pueden destinar una tercera parte de su ingreso -bienes discrecionales- después de proveer la canasta básica y el hogar.

MAYORES EXIGENCIAS

Estos individuos simplemente van a demandar otro tipo de ropa, mejores autos, nuevas casas, mejores comidas, viajes, etcétera, situación que aumenta el calentamiento global del planeta, y no queda ahí, sino que, con la crisis en que vivimos, ¿qué podemos esperar si a estas personas se les truncan sus sueños de poder acceder a los bienes discrecionales porque se les ve disminuido su poder adquisitivo y de crédito?

The Economist nos recuerda lo que ha sucedido con las clases medias a lo largo de la historia, pues pueden ser radicales o conservadores, como cuando han apoyado la democracia en Latinoamérica en los 90, o también cuando han apoyado a las juntas militares en los 80.

Una de las ventajas de la clase media es que, desde el punto de vista de The Economist, son sinónimo de progreso en la economía y son la clase más propensa a invertir en nuevos productos y nuevas tecnologías. Además, en una encuesta de la misma revista, se encontró que los integrantes de la clase media en los países en desarrollo son más felices, más optimistas y más a favor de la democracia que los pobres.

A su vez, en el artículo de The Economist, “Notions of shopkeepers”, existen otras características por las cuales la clase media está ligada al crecimiento económico. Banerjee y Duflo explican que, en primer lugar, la clase media está comprometida con lograr la educación de sus hijos; es decir, el dinero extra que obtienen lo destinan a que sus hijos estén en la escuela hasta tener un grado universitario; también tienen menos hijos que los pobres, con lo que logran criar mejor a cada uno de ellos, y, el tercer punto, son emprendedores, pues cuentan con capacidad intelectual y tolerancia para esperar beneficios.

CONCLUSIONES

Entrando en conclusiones y exponiendo mi particular punto de vista para solucionar la crisis del momento, es que no podemos otorgar créditos a granel, sino que se debe hacer un estudio cuidadoso de cada “sujeto de crédito”. Con esto tampoco quiero decir que la banca se cierre a dar préstamos, pues aunque no es sinónimo de progreso, sí nos indica que la economía está activa.

Además, debemos crear organismos internacionales que verifiquen a las empresas y tengan total autonomía y poder para entrar en sus estados financieros y bancarios para garantizar que todo se maneje en un marco ético de negocios y que las ganancias se repartan entre todos y no solamente entre los altos mandos.

No podemos permitir que todas las empresas se amparen en la ley de quiebras o en el “Chapter 11”, por buscar que el gobierno los rescate, o esconder malos manejos de los CEO y/o accionistas.

Los países no pueden quedarse con un solo modelo económico, sino deben migrar a economías mixtas. No ganó el socialismo, ni tampoco el capitalismo; pero, ¿por qué no pensar en un modelo económico que incluya prácticas de ambos sistemas y que la empresa siga en el libre mercado, de la mano invisible, pero regulada de cerca, no tanto por un Leviatán de Hobbes, pero sí por instituciones gubernamentales que auditen constantemente a las empresas?

POR EL CRECIMIENTO DE LA CLASE MEDIA

Debemos promover el crecimiento adecuado de la clase media, para que continúe contribuyendo al desarrollo económico de sus países; pero no debemos olvidar a los pobres de cada país, los cuales deben tener protección y oportunidades, no solamente del gobierno, con subsidios, sino también de la empresa privada, con empleo. Porque, si nos preocupa lo que puede hacer la clase media si se le truncan los sueños, ahora preguntémonos lo que haría la clase baja o pobre si le truncan los suyos.

 

 

Referencias:

Friedman, Thomas L. Hot, Flat, and Crowded: Why We Need a Green Revolution – and How It Can Renew America, Farrar, Straus & Giroux, September 2008.

Two billion more bourgeois, The middle class in emerging markets, The Economist, February 14, 2009.

Notions of shopkeepers, Why the middle classes are good for their countries economies, The Economist, February 14, 2009.

Burgeoning bourgeoisie, For the first time in history more than half the World is middle class, The Economist, February 14, 2009.

The collapse of manufacturing, Leaders, The Economist, February 21, 2009.

Estancamiento Brezhneviano.

http://es.wikipedia.org/wiki/Estancamiento_brezhneviano

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