Número 38, del 4 al 17 de Agosto de 2006, páginas 52 y 53
Tal vez dentro de nuestro mapa genético tengamos algún recuerdo de cuando deambulábamos por el bosque o la estepa en la búsqueda de los alimentos; lo que sí es seguro es que sufrimos una transformación respecto de la forma en que comíamos anteriormente y la forma en que comemos en la actualidad.
Según la revista Scientific American y el artículo escrito por Davis R. Begun, profesor de antropología de la Universidad de Toronto, entre hace 22 millones y 5.5 millones de años, en un tiempo conocido como la “Época del Mioceno”, existían alrededor de 100 especies de la familia homínida.
Entre esta vasta composición de primates, sobresalió nuestra especie, gracias no solo a que tomo conciencia rápidamente del mundo que le rodea, sino también a su dieta evolutiva, que le permitió extraer los nutrientes necesarios de cada alimento que ingería.
La primera estrategia, de acuerdo con la profesora Katharine Milton, del Departamento de Ciencia Ambiental, en la Universidad de California, consistió en que nuestros ancestros se adaptaron a una clase de mezcla de alimentos que estaban en la zona donde habitaron. Es decir, su dieta se componía de hijas, flores, tallos y algunas frutas.
LA PROTECCION DE LAS PLANTAS
Pero esta situación no era sencilla, comenta la doctora Milton, pues las plantas aunque no pueden salir corriendo para escapar de sus depredadores, contienen en algunas de sus hojas y tallos una serie de elementos químicos que las protegen de los mamíferos, pues éstos no las pueden digerir, ni pueden obtener grandes nutrientes o energía de estas.
Sin embargo nuestro estomago y tracto intestinal evolucionaron para poder digerir esta clase de alimentos, así como para obtener nutrientes de ellos, cuyas bacterias ayudan a que se liberen gases y a que éstos, combinados con el torrente sanguíneo, produzcan energía para algunos tejidos o pasen al hígado para que se conviertan en glucosa.
La segunda estrategia fue la memoria de estos animales, pues querían obtener plantas de mejor calidad, y por ello recordaban con facilidad los lugares en los cuales se encontraban los frutos y otros vegetales deseados para una mejor combinación alimenticia.
De ahí que un primate de cerebro de mayor tamaño tenía ventaja sobre otro que no tuviera la misma capacidad neuronal. Para la profesora Milton, es interesante observar que algunas de las especies de la categoría “Homo” eran muy similares al conocido Australopithecus, con la diferencia de que nuestro género tenía un cerebro más grande.
IMPORTANCIA DEL TAMAÑO CEREBRAL
Siguiendo esta línea, como lo expone la profesora Katharine Miltonm se favoreció a la clase que supo mejor combinar el tamaño cerebral o su poder cerebral en la solución de problemas dietéticos.
Resulta irónico pensar que fuimos teniendo una especie de metamorfosis en nuestro aparato digestivo, debido al entorno alimenticio en que nos encontrábamos y a nuestras preferencias en cuanto a cierto tipo de plantas. Así pues, obteníamos los nutrientes necesarios de este escaso menú; en tanto que en la actualidad sufrimos problemas digestivos por falta de fibras que ayuden al procesamiento de los alimentos.
Requerimos, por tanto, tener una bioalimentación; es decir alimentación asociada a la biotecnología, en la cual se haga una dieta básica similar a la que tuvieron nuestros ancestros homínidos en épocas anteriores y que fluya al grueso de la población para que nadie quede fuera.
TRASFORMACION EN EL “MONO OBESO”
Existen dos vertientes: por un lado, como diría el doctor Campillo Álvarez, nos hemos convertido en un “mono obeso” el cual ya no deambula para conseguir comida, sino se la pasa sentado frente a una computadora en el trabajo, con una mala alimentación rica en grasas que no se pueden disolver tan fácilmente, y que se van acumulando en nuestros tejidos.
Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, señala que existen alrededor de 11 millones de niños que mueren antes de llegar a los 5 años y vincula la desnutrición con problemas de aprendizaje en el futuro.
ESTRATEGIAS REQUERIDAS
Si quisiéramos hacer un cambio disruptivo y realmente dar solución a esta situación se requieren tres estrategias:
1. Analizar la dieta del planeta de los simios; es decir, lo que comían nuestros antepasados en su evolución hasta nuestros días, con el fin de incorporar esos nutrientes, por medios biotecnológicos, a los alimentos que consumimos.
Para ello se requiere el desarrollo de nuevos productos y tecnologías para la producción de cosechas ricas en nutrientes, como el caso de la fibra que anteriormente teníamos en abundancia en la dieta diaria, pero de la que ahora carecemos a la hora de procesar alimentos.
Estos alimentos biotecnológicos, además de nutrir, pueden aliviar los males que acosan los seres humanos. Como ejemplo, tenemos las vacunas que se podrán ingerir al comer un tomate, un plátano o una papa, ya que estos guardan mejor las propiedades necesarias para mantener activa la sustancia de la vacuna y sin productos que con facilidad pueden ser modificados genéticamente.
2. Establecer una política especial para que los alimentos puedan llegar a quienes más los necesitan.
De acuerdo con cifras internacionales, aproximadamente 800 millones de personas se van a dormir hambrientas todos los días, y no es porque no existía suficiente comida, sino debido a situaciones problemáticas de política y distribución.
3. Eliminar el miedo que tienen los consumidores a los alimentos manipulados biotecnológicamente.
Esta área de estudio tecnológica no es nueva, pues podemos tomar ejemplo de Krista Weider, del Colegio de Agricultura de Penn State, quien señala que 3 mil años antes de Cristo, los indios en Perú vieron que ciertos tipos de papas crecían mejor a 4 mil 200 metros de altura que a 3 mil. Esto dio como resultado que se cultivaran papas a diferentes alturas, dependiendo de su tipo y clase. De acuerdo con la definición, lo anterior es biotecnología en el sentido estricto.
En conclusión, la biotecnología, en su área de alimentos, puede ser la qie alivie la hambruna mundial, y es la que está estimulando la creatividad mental para aumentar nuestra estancia en la Tierra. El mono obeso y el mono escuálido esperan con ansia la nueva dieta de los bioalimentos y en esta ocasión estaremos buscando adaptar los alimentos a nosotros y no viceversa, como ocurrió en el pasado. Una vez más estamos modificando nuestro ambiente.