Difiriendo el placer…

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Antes de tomar el control de nuestra capacidad cognitiva, e incluso después de aparentemente tener las riendas de la misma, somos asediados de forma consciente e inconsciente por nuestras emociones ante ciertas situaciones que se nos presentan, activando impulsos que pareciesen difíciles de eludir y cuya tentación es tan fuerte que reaccionamos de forma irracional para sucumbir y saciar nuestra supuesta necesidad.

Es decir, desde el principio de nuestras vidas, tenemos que aprender a no ser presa de las emociones que fluctúan en cada descarga de dopamina que hemos experimentado, sino que debemos ir aprendiendo a controlarnos, utilizando el raciocinio bajo la estrategia de costo versus beneficio, en cuanto a satisfacer o no cierta emoción.

Con el objetivo de darle mayor sustento a lo que acabo de describir, me topé con el libro de Malcolm Gladwell, titulado: “What the dog saw”, en donde se despliegan una serie de escritos que el autor ha realizado para diversas publicaciones, como es el caso de “The New Yorker”. Dentro de ese libro me pareció muy interesante cuando pone ejemplos de la bolsa de valores de los Estados Unidos, en particular con lo realizado por Nassim Taleb y Victor Niederhoffer. Ambos con estilos muy diferentes para invertir en ese mercado al que yo he descrito como un reflejo claro de la incertidumbre del propio ser humano.

Entrando en las estrategias que utilizan ambos personajes, por un lado tenemos a Niederhoffer quien ha amasado grandes sumas de dinero por su agresividad como inversor, su convicción a querer ser siempre el número uno, además de que como lo describe Gladwell, es de esos sujetos que al levantarse y hasta que termina el día, va a realizar algo mejor que el resto. Todo esto lo hace sentirse de cierta forma invencible, creando un reflejo de éxito a quien lo mira, logrando que muchos de nosotros quisiéramos ser como él. Mientras que por otro lado tenemos a Taleb, quien prefiere ser paciente y diferir el placer, además de que nunca se ha sentido invencible, menos cuando fue diagnosticado con cáncer de garganta, a pesar de no fumar.

Niederhoffer ha construido imperios con su fortuna, y es la persona que encaja perfectamente en el perfil de tener la capacidad de perderlo todo y volver a empezar de nuevo. Taleb a veces parece que solamente navega con la corriente, dando respuestas difusas y dejando pasar algunas oportunidades rápidas para hacer dinero, bajo la promesa de que vendrá algo mucho mejor.

En su libro, Gladwell, nos explica que Niederhoffer así como ha construido, ha destruido su fortuna, llegando al punto de tener que vender todo y hasta pedirle dinero a sus hijos para volver a empezar de nuevo. Por su lado Taleb con su paciencia y capacidad de no ser gobernado por sus impulsos y diferir el placer por algo mejor, ha logrado tener millones de dólares en su firma y ser considerado como una especie de gurú en materia de inversiones en la bolsa, gracias a lo conseguido aprovechando la reciente crisis económica del 2008.

Para Gladwell la moraleja de esta historia es que a pesar de que muchos aplaudimos y pensamos en que es muy valioso perder todo e iniciar de nuevo desde cero, como Niederhoffer, existe mucho mayor heroísmo en desafiar el impulso humano y tomar las difíciles medidas necesarias para lo inimaginable, como lo hace Taleb y como le funcionó con la mencionada crisis, pues gracias a esa estrategia lo dejó más que bien parado con dólares en su compañía, además de fama para su persona en el medio de inversionistas de Wall Street y que sus libros (The Black Swan y Fooled by Randomness) sean de los más vendidos en su ramo.

Buscando explicar esto de forma científica, Gladwell habla brevemente de los trabajos del psicólogo Walter Mischel, quien se le reconoce particularmente por el Experimento de los Malvaviscos de Stanford. Siendo éste muy simple, pues se tiene a un niño en un cuarto y enfrente de él se pone un plato con un malvavisco, pero se le advierte al niño que si puede contenerse por unos cuantos minutos, no solamente se puede comer un malvavisco, sino dos. Aquí los científicos, liderados por Mischel, analizaron la capacidad de los niños en cuanto diferir el placer y la correlación de esto con su éxito futuro.

Contando alrededor de 600 niños que participaron en el experimento, de acuerdo a los datos de Alanna Mitchell, unos pocos se comieron el malvavisco de forma inmediata, mientras el resto que intentó diferir el placer, solamente una tercera parte (200 niños) fue capaz de contenerse hasta el tiempo en que se les ofreció un segundo malvavisco. Aquí Mitchell aclara que la edad del niño fue un fuerte determinante en el tiempo de aguante.

En este tenor, curiosamente se ha podido demostrar que efectivamente existe cierta correlación de éxito futuro ligada al diferir el placer, pues los niños en preescolar que eran capaces de aplazar el placer, fueron descritos 10 años después por sus padres como más competentes que el resto de sus compañeros. Además otro estudio señaló que gracias a la habilidad de prorrogar el placer estaba correlacionado con mejores resultado en el examen SAT.

Tal vez David, el personaje interpretado por Tom Cruise en Vanilla Sky, tiene algo de razón cuando nos sorprende al decir que era un “pleasure delayer” o que tenía la capacidad de diferir el placer. Al final, estoy de acuerdo en que es importante aprender a controlar nuestros impulsos, evitando como dijimos ser presa fácil de nuestras emociones, además de estar siempre preparados para lo inesperado o imposible, como es el caso ejemplar de Taleb.

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