Dilema del prisionero y el cooperar

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Rodrigo Soto Moreno

En los pocos años que tengo de experiencia me he dado cuenta que los sabios permanecen callados, mientras que los charlatanes continúan hablando mucho y fuerte. Con esto me refiero a que los medios tradicionales de información, pareciera que nos invitan a la desorganización, a la desinformación y a cimentar las bases de falsos ídolos y líderes, cuando la realidad es que nos enfrentamos a un ocaso de los ídolos como lo predijo el gran maestro Nietzsche.

Considero que deambulamos entre nuestra inteligencia maquiavélica, el dilema el prisionero y el cooperar como una unidad, como un súper organismo con capacidad de autoorganización. Entrando en tema, si recordamos un poco acerca de la inteligencia maquiavélica, explorada y explicada interesantemente por Richard W. Byrne y Andrew Whiten, de la Universidad de Saint Andrews en Escocia; estos primatólogos argumentan que la explosión de la inteligencia en los primates fue debido a la necesidad de formas más sofisticadas de engaño social y manipulación, y lo podemos ver constantemente en todas las actividades de nuestra vida personal y profesional, cuando nos enfrentamos a charlatanes vestidos con traje y a sabios con huaraches; además se sugiere que la complejidad social impulsó a nuestros antepasados a ser cada vez más inteligentes para negociar, fachendear (farolear), así como a la connivencia (confabulación o engaño).

En este tenor hemos desarrollado una gran miedo hacia la relación con ciertos individuos por ser manipulados en este sentido. De igual forma como nos lo dijo el Profesor Albert Sasson, asesor internacional en materia científica y ex consultor de la UNESCO, quien nos ha ayudado en 6 congresos internacionales de biotecnología, argumenta que los mexicanos partimos de la premisa de no confiar en otra persona, porque tal vez nuestra experiencia previa nos dicta lo conducente.

La cuestión es pensar, ¿qué es más importante? ¿trabajar con estrategias de no cooperar o aquellas cooperativas? Sería interesante, tal vez, buscar un equilibrio de Nash en donde logremos el beneficio común de todos los individuos para no perdernos en nuestra soberbia y avaricia.

Para comprender mejor este tema, los invito a ver el video de ASAP science titulado: “Nice guys finish first”:

 

Ahí se habla en relación al dilema del prisionero y en resumidas cuentas se trata de lo siguiente:

Dos personas se encuentran frente a frente, con dos cartas cada una. Para ambos las mismas rezan de la siguiente forma: una carta dice cooperar y la otra no cooperar. Las cartas se encuentran boca abajo, para que ninguno pueda ver lo que el otro escogió.

Las reglas para generar ingreso dictan:

Si un jugador escoge cooperar y el otro también escoge cooperar, cada uno gana 300 dólares.

Si uno de los jugadores escoge no cooperar y el otro también escoge no cooperar , cada uno de ellos pierde 10 dólares.

Lo interesante viene cuando:

Uno de los jugadores escoge la carta de cooperar y el otro jugador escoge no cooperar; el que escogió la carta de cooperar pierde 100 dólares y el que escogió la carta de no cooperar gana 500 dólares.

Entonces al escoger yo una carta de no cooperar y mi oponente también decide no cooperar, ambos perdemos 10 dólares, pero no pierdo tanto si yo hubiera escogido la carta de cooperar y mi oponente la de no cooperar, pues hubiera perdido 100 dólares y mi oponente ganado 500 dólares.

Pareciera entonces que la estrategia ganadora o el mejor camino a utilizar es aquel de no cooperar, lo anterior basado en las combinaciones que describimos. Olvidando que si ambos escogemos la estrategia de cooperar, los dos ganaríamos 300 dólares sin problema.

Para comprobar lo anterior los científicos se dieron a la tarea de utilizar un programa computacional, para determinar cuál es la mejor estrategia. La ganadora fue la bautizada como “Tit for tat”, en donde el programa iniciaba cooperando y luego copiaba el último movimiento de su oponente. Es decir si el oponente no cooperaba, entonces el siguiente movimiento del programa sería no cooperar y si el oponente cooperaba, entonces el programa en su siguiente movimiento cooperaría y así sucesivamente.

El método anterior, según los científicos, evita ser engañado constantemente y perder grandes cantidades de dinero, además de que estadísticamente lleva a las ganancias más altas. Curiosamente las estrategias ganadoras, fueron aquellas denominadas como bondadosas, es decir que cooperaban, y las que perdonaban, es decir las no envidiosas cuando nuestro oponente ganaba dinero, así como no tener recelo si en cierto momento el otro individuo no quería cooperar. Por otro lado las estrategias no cooperativas, al principio ganaron dinero, pero en el largo plazo perdieron dinero.

Ser bondadoso y cooperar, de acuerdo a la gran colaboración de ASAP Science, resulta darnos ganancias en materia económico dentro del ejercicio del dilema del prisionero, con las variables descritas con antelación. Las repercusiones van más allá y se vislumbran claramente en la naturaleza, pues de acuerdo a las investigaciones expuestas en ASAP Science, los murciélagos tradicionalmente salen a cazar para obtener sangre, pero hay algunos de ellos que regresan a la cueva sin nada; sin embargo increíblemente aquellos que sí obtuvieron sangre, comparten con los que no, esperando que en el futuro se les pague con esa reciprocidad. Es así que los genes de los murciélagos que comparten la sangre, son más exitosos y proclives a pasar su descendencia a la siguiente generación y aquellos que no comparten son repelidos del grupo.

La decisión la tiene usted…cooperar o no.

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