Rodrigo Soto Moreno
En múltiples situaciones he llegado a pensar que somos criaturas bípedas que todavía no hemos evolucionado lo suficiente, por lo que no me sorprende, pero sí entristece, observar a un sinnúmero de jóvenes que desperdician y tiran su futuro, con tal de obtener beneficios económicos de forma acelerada y voraz.
En diversas culturas, pues no quisiera englobar a toda la especie humana, lo anterior es a razón de que le hemos dado mayor prioridad a las personas que tienen recursos económicos, sin importar la forma en cómo los generaron, sobre los individuos que utilizan la moneda de las ideas para adquirir conciencia de su existencia, satisfacción plena y regocijo en el laberinto intelectual. Hablo de que la escala de prioridades está desbalanceada y por ello vemos, erróneamente, más valioso al que tiene, sobre el que sabe, perdiendo el rumbo que debe ser saber para ser y no solamente para tener.
Para remediar lo anterior, en nuestro país, debemos atacar el problema desde la raíz y eso debe ser en la edad temprana de los seres humanos. Precisamente cuando el cerebro se encuentra desarrollándose y las circunvoluciones cerebrales con la interconexión neuronal se va gestando y por ende se va absorbiendo grandes cantidades de información que nos moldearán en el futuro, haciéndonos esa “x” o “y” persona valiosa o no para una sociedad.
Cuando se habla de raíz, me refiero a que dentro del inicio de la formación educativa de los seres humanos, en este caso los mexicanos, se debe tener la capacidad, por parte de los profesores, para acercar a los estudiantes a la ciencia y abrazarla buscando la compresión pura del conocimiento, fomentando el razonamiento inquisitivo, que es el que mejor se impregna en la mente del niño en cuestión y que no resulta simplemente en una repetición de información, sino una verdadera conciencia de lo que se está diciendo al utilizar la caja neuronal.
Para fortalecer la idea, en reciente artículo de Scientific American titulado: “Start science sooner”, habla de la necesidad de incorporar a la ciencia desde muy temprano en la educación de los niños, pues según estudios en los Estados Unidos, existen ya visiones negativas hacia la ciencia que están creando dificultades para obtener a los próximos científicos e ingenieros del futuro que sustenten la economía estadounidense con la ciencia básica primero, para posteriormente pasar a la ciencia aplicada, las patentes, y llegar al libre flujo de oferta y demanda del mercado.
Para lograr esto, diversos investigadores de la Universidad de Purdue, están incorporando la ciencia a las clases de lenguaje desde la etapa de kindergarten, por ejemplo al retar la mente, gustosa de aprender de un niño, al presentarle una palabra nueva que sea fácil de pronunciar y de entender como “excretar”.
Pero la base de este proyecto de Purdue está en un punto clave dentro del conocimiento científico y es introducirle a los niños la idea fundamental de que la ciencia se trata de cuestionar para aprender sobre el mundo que les rodea y así les abre la mente a la idea, que bajo esa premisa, cualquier persona puede hacer ciencia.
Gracias a esta forma de trabajo, los niños del kindergarten pueden desarrollar habilidades para preguntar sobre algún tema, conducir observaciones, hacer experimentos, dibujar sus conclusiones y compartir con el resto de la clase sus experiencias aprendidas. El programa ha sido bien recibido para diversos niños sin importar su raza, ni tampoco haciendo distinción de sexo.
También existe otro programa en la Universidad de Illinois en Chicago, que se basa en la enseñanza de la ciencia, pero para grados 1 a 3, en donde se hace énfasis en la “ciencia inquisitiva”, en donde a su vez se solicita a los docentes que tengan cierto grado de preparación para dar la clase de forma adecuada.
Para arribar a las conclusiones, en el artículo mencionado arriba, se nos marca que los niños son científicos de forma natural, pues no solamente son inquisitivos y cuentan con gran energía, sino que tienen un instinto natural para la experimentación.
Al igual que en los Estados Unidos, resulta imperativo que las autoridades educativas incorporen la ciencia, en los estudiantes, desde edad temprana (kindergarten), pues se debe aprovechar la esponja cerebral que tiene cada uno de esos futuros genios para que sean ellos quienes cimienten el camino de México hacia la ciencia básica, la ciencia aplicada, las patentes y el mercado, en lo que sería la verdadera incorporación del país a la globalización y la competitividad y no que simplemente sean lectores de tv y novelas y tv notas o peor aún, que sigan tirando su vida al caño, por pensar que no existen otras opciones que el dinero fácil sin ningún esfuerzo, continuando esa podrida idea de querer tener en lugar de saber para ser.
Es hora de comprender que tenemos la misma tasa de procesamiento neuronal que cualquier otro individuo de otro país y que dentro de nuestra historia se tiene a una de las culturas más brillantes del planeta como es la maya, la olmeca, entre otras; es tiempo de usar el potencial creativo de los mexicanos para construir un México mejor, en esas aulas de kindergarten está la clave…
