Aunque no nos demos cuenta de forma consciente, resulta increíble la cantidad de tiempo que perdemos en acciones que aunque parecen sin sentido alguno, nos resultan más divertidas en lugar de lo que en realidad es imperativo, como dedicarnos a actividades prioritarias y productivas. De ahí tal vez la necesidad de diferenciar lo urgente, de lo importante.
En este tenor me gustaría escribir un poco en relación a la procrastinación y para tener una breve idea de lo que significa tenemos que Wikipedia nos dice: “posposición, acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables”. Por su parte La Real Academia Española nos dice que procrastinar es diferir o aplazar.
Imaginemos por un momento, como lo dice Dan Ariely en su libro “Predictably Irrational”, la cantidad de productividad que podríamos lograr si las personas se enfocarán en sus trabajos y cumplieran sus tareas de forma más eficiente y rápida. Además, también nos dice Ariely, los sistemas de salud de cada país se ahorrarían fuertes sumas de dinero si los ciudadanos utilizarán la medicina preventiva con chequeos periódicos, más que la medicina correctiva cuando ya tienen la enfermedad.
Un ejemplo clásico de procrastinar, que nos lo ofrece Ariely, es uno llevado a cabo por él mismo, donde siendo profesor de varios grupos de alumnos universitarios, hizo 3 ofertas para 3 diferentes grupos. Al primer grupo le dijo que durante el semestre tenía que entregar 3 ensayos, pero que cada alumno podía poner la fecha límite de entrega sin importar que fuese al final del semestre. Al segundo grupo se le dijo también que tenía que entregar 3 ensayos, pero se les recalcó las fechas obligatorias de entrega de los mismos. Mientras que a un tercer grupo se le pidió entregar los 3 ensayos al final del semestre, sin fechas precisas ni obligatorias.
Los resultados obtenidos fueron que el grupo que tuvo impuesta una fecha de entrega de forma dictatorial, obtuvo las mejores calificaciones en los ensayos. Por otro lado a los que se les dijo que tenían que entregar los ensayos sin fecha, pero antes de que terminara el semestre, fueron segundo lugar en calificaciones y como sorpresa aquellos que tuvieron la libertad total de escoger su fecha de entrega, aunque fuese de igual forma al final del semestre, tuvieron las peores calificaciones, incluso tuvieron el grave error de poner fechas de entrega, determinadas por ellos mismos, cercanas al inicio del semestre, sin poder cumplir con ese límite, causando el obvio impacto negativo en sus calificaciones.
Pero bueno, ¿cómo podríamos eliminar o disminuir la procrastinación? Existe un debate si los incentivos, particularmente los monetarios, pueden ayudar a evitar la procrastinación en los individuos y enfocarse en sus actividades pendientes. Dentro de este tema me llamó la atención del artículo de Jordan Lite, titulado: “Money over Matter: Can Cash Incentives Keep People Healthy?”, publicado en Scientific American.
En ese escrito tenemos que, aunque faltan estudios al respecto, se ha comprobado que ciertos estímulos monetarios pueden ayudar a que una persona cumpla sus metas y objetivos. Para lo anterior se tomó el caso de la salud de las personas con tres áreas primordiales: dejar de fumar, hacer ejercicio y bajar de peso.
En el primer estudio (para fumadores) de Kevin Volpp, del Centro de Salud de la escuela de medicina de la Universidad de Pensilvania, se tomaron a 900 fumadores de General Electric y se dividieron en 2 grupos:
Al primer grupo solamente se le ofreció información sobre los riesgos de fumar y sobre los programas de ayuda para lo mismo. Al segundo grupo se le ofreció lo mismo que al primer grupo, más la promesa de recibir 100 dólares al terminar el programa de dejar el cigarro, 250 dólares si en 6 meses dejaban de fumar y 400 dólares si se mantenían libres de humo por 6 meses extras.
Los resultados fueron que el grupo que se le ofreció el incentivo económico logró un 15% de individuos que dejaron de fumar, contra un 5% con el grupo que solamente se le dio la información para dejar de fumar.
Además que se tuvo que un 9% de individuos incentivados con dinero dejó de fumar en un período de 15 a 18 meses, contra 3.6 % en el grupo de control sin oferta monetaria. Para darnos una idea de lo difícil que es dejar de fumar, Volpp nos dice que las tasas anuales oscilan entre el 2 a 3 %.
En otro estudio (para hacer ejercicio) llevado a cabo por la Universidad de California y mencionado en el escrito de Jordan Lite, dividieron a 3 grupos de estudiantes:
Al primero se dio un folleto de los beneficios de hacer ejercicio. Al segundo se le dio el folleto más un incentivo de 25 dólares por hacer ejercicio una vez a la semana. Al tercer grupo se le ofrecieron 100 dólares por ejercitarse 8 veces más que todos los anteriores.
El resultado fue que el grupo que recibió más dinero para ir a hacer ejercicio y hacerlo con más frecuencia, en promedio fueron más de dos veces a un gimnasio que aquellos que se les ofreció menor dinero o nada. Además a aquellos que se les pagó más y fueron más veces al gimnasio, mantuvieron esa rutina de ejercicio por más tiempo cuando terminó el estudio en cuestión.
En tercer estudio (bajar de peso) publicado en el Journal of the American Medical Association, se tuvo a 57 personas obesas divididas en 3 grupos:
Al primer grupo se le dio una báscula, ejercicios y un consultor personal y una persona encargada de su dieta. Al segundo grupo se le dio la báscula y un consultor personal, además de la oportunidad de ganar dinero en una lotería diaria si estaban por debajo del peso acordado. Al tercer grupo se le dio la báscula, el consultor personal, así como la opción de depositar 1 centavo a 3 dólares al día sino alcanzaban la meta de bajar de peso.
El primer grupo que tenía báscula, consultor y persona encargada de su dieta solamente bajó 1.8 kilogramos en promedio. El segundo grupo que participaba en una lotería diaria bajó en promedio 5.9 kilogramos. Mientras que el tercer grupo que depositaba en una cuenta sino estaba en el peso deseado, bajó en promedio 6.3 kilogramos.
Aunque es necesario hacer más estudios, podemos observar que somos criaturas que nos motiva el dinero para cumplir una tarea u objetivo y dejar a un lado la procrastinación.
Pero además, necesitamos una especie de penalización o autoridad que nos haga entrar en razón para cumplir las metas y objetivos, pero hay que tener cuidado con esa autoridad que pedimos, porque nos puede suceder lo que a las ranas y el rey en la fábula de Esopo.
Al final es mejor dejar a un lado la emoción, eliminar la procrastinación y ver los beneficios palpables que obtenemos si actuamos productivamente. Además como dice el dicho: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
