Nuestra alimentación ligada a la emisión de gases de efecto invernadero

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Rodrigo Soto Moreno

En mis ratos de búsqueda de información y tratar de acordarme sobre escritos pasados, hice una pequeña retrospectiva y me encontré con un artículo que escribí en 2006, para la revista Ciencia, Conocimiento, Tecnología titulado: “Las pequeñas variaciones y el cambio climático”, dentro del mismo escrito hablo un poco acerca de las emisiones de gases por parte del ser humano, así como la importancia de incorporar más a nuestra dieta el consumo de vegetales sobre el consumo de carne roja.

Por ejemplo, en dicho artículo, comenté lo siguiente: “de acuerdo con los datos de Gidon Eshel y Pamela Martin, profesores asistentes  de geofísica de la Universidad de Chicago, la ingestión de carne roja no solamente daña nuestro cuerpo, sino también al planeta. Haciendo estudios de lo que se requiere para el cultivo y procesamiento de algunas dietas y productos relacionados, o examinando la energía fósil que se requiere para que un producto llegue a nuestra boca desde que se cultivó, la dieta vegetariana resulto ser la más eficiente en consumo de energía industrial y la mala dieta americana rica en grasas y carne roja la que más consume energía y contribuye al aumento de emisión de dióxido de carbono. Claro que si aumentamos aquí el metano de las heces fecales de este tipo de ganado y las flatulencias de los mismos, la carne roja sale perdiendo aun más”.

En ese entonces, otro dato importante que escribí es el siguiente: “Es importante mencionar que el procesamiento industrial energético del pescado no tuvo tan buen resultado como se esperaba, debido a las distancias que se requieren para atraparse y producirse. También en entrevista de Eshel, en ABC, comentó que los Estados Unidos son responsables de un 28 por ciento del total de las emisiones de gases de efecto invernadero; la energía utilizada en la producción de alimentos no es eficiente. Para Gidon “la mala dieta americana es responsable de adicionar una tonelada y media de emisiones de gases de efecto invernadero cada año por persona”.

Siguiendo en este sentido, me gustaría actualizar un poco la información descrito, me encontré ahora un artículo de Jason K. Sarasota, titulado “How Does Meat in the Diet Take an Environmental Tool?” publicado en Scientific American el 28 de diciembre de 2011. Iniciando el escrito, Sarasota, nos dice que de acuerdo al Environmetal Working Group (EWG), la producción, procesamiento y distribución de carne requiere una gran cantidad de pesticidas, fertilizantes, combustibles, alimento y agua, mientras que por otro lado libera gases de efecto invernadero, excremento (gases de metano) y otros agentes químicos tóxicos que se incorporan al aire y al agua.

Dentro del mismo estudio de la EWG, se tomó en cuenta la producción y distribución de 20 productos agrícolas y se encontró que la carne roja, particularmente la de res y cordero, es responsable de entre un 10 a 40 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que los vegetales y granos.

Sarasota continua en su escrito diciéndonos que para alimentar el ganado, se requieren de diversos granos, pastos, maíz, entre otras cosas, por lo que también la EWG ha estimado que para criar el ganado en los Estados Unidos se requieren 75,749,925 kilogramos  (167 millones de libras) de pesticidas, 7,711,070,290 kilogramos (17,000 millones de libras) de fertilizante de nitrógeno, así como unas 60,298,160.7 hectáreas (149 millones de acres)  de tierra de cultivo. Todo este proceso, se estima que genera una gran cantidad de óxido nitroso, gas de efecto invernadero que es 300 veces más potente que el dióxido de carbono, así como el conocido metano del excremento del ganado, que se estima en un 20% de todas las emisiones de este gas en los Estados Unidos.

Continuando con el estudio, tenemos ahora lo que nos dice David Pimentel del Colegio de Agricultura y Ciencias de la Vida, de la Universidad de Cornell, que si tomáramos todo el grano que se usa para alimentar al ganado en los Estados Unidos y se lo diéramos a los seres humanos para su consumo, podríamos alimentar a casi 800 millones de individuos.

Además, prosigue Sarasota, el consumir demasiada carne roja es malo para nuestra salud pues se liga esa dieta en exceso a padecer enfermedades como obesidad y problemas cardiovasculares. Además de que mucha deforestación en el planeta se relaciona con el crear pastizales para que el ganado pueda vivir y alimentarse. Sin embargo no hemos bajado el consumo de la carne roja, pues según estudios que muestra Saratosa, de 1971 a 2010 la producción de este tipo de carne se ha triplicado, estando ahora en 272,155,422,000 kilogramos a nivel global, mientras que la población ha crecido en un 81%. La conclusión de lo anterior es que estamos consumiendo más carne que nuestros antepasados, según Saratosa.

No se trata de decir que no debemos de consumir carne de res, sino que debemos de procurar tener una alimentación balanceada, sobre todo si tenemos que el aumentar el consumo de este producto está ligado al aumento en gases de efecto invernadero. Al final del día debemos de cuidar el planeta y pensar en dejarlo en el mejor estado posible para nuestras futuras generaciones. Ojalá que podamos comer con moderación y con ingesta de vegetales para ayudar también a nuestro organismo en el procesamiento de la comida.

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