Mi ingeniería biológica supera tu ingeniería computacional

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Rodrigo Soto Moreno

Muchos de nosotros recordamos los recientes embates entre el ser humano versus la computadora, algunos ejemplos de ello son cuando Deep Blue, la computadora de IBM que compitió y ganó en ajedrez, en contra del campeón en esa materia, Gary Kasparov, esto en el año de 1997. Recientemente en este 2011, de igual forma recordamos el caso de la computadora Watson, también desarrollada por IBM, con el objetivo de contestar preguntas en lenguaje natural, y que derrotó en el tradicional juego de Jeopardy a Brad Rutter y Ken Jennings.

Estos enfrentamientos, han dado lugar a que muchos investigadores se cuestionen las capacidades del cerebro humano frente a las mismas de una computadora. Es por ello que algunos estudiosos como Mark Fischetti, quien con apoyo de diseño de Jen Christiansen, ha elaborado un esquema gráfico comparando a las computadoras contra el cerebro humano.

Para Fischetti, desde hace décadas el ser humano se ha dado a la tarea de construir máquinas que puedan procesar datos más veloces que el cerebro humano, al igual que puedan guardar mucho más información de lo que nosotros podemos, tarea que han logrado correctamente.

Por ejemplo, de acuerdo a Fischetti, la computadora más veloz es la “K”, fabricada por Fujitsu en Japón, misma que puede almacenar 30 petabytes de información (de acuerdo a Wikipedia: un petabyte es una unidad de almacenamiento de información cuyo símbolo es el PB, y equivale a = 1.000.000.000.000.000 de bytes), además de que puede procesar 8.2 miles de millones de megagflops (1 megaflop equivale a 1 millón de operaciones por segundo) y consume 9.9 millones de watts. Comparando lo anterior con el cerebro humano, tenemos que éste es capaz de almacenar 3.5 petabytes y realizar operaciones a una tasa de 2.2 mil millones de megaflops, consumiendo solamente 20 watts. Sin embargo para Fischetti está claro que la ingeniería biológica, a pesar de los datos mostrados, supera a la ingeniería computacional, pues nuestro cerebro consume la energía de un foco y cabe perfectamente en nuestro cráneo.

Aunado a esto, Alun Anderson, en su escrito “Brain Work” publicado en The Economist, en donde se nos dice que el cerebro humano es uno de los objetos más complejos del universo, esto a razón de que contamos con 100 mil millones de neuronas con 100 millones de millones de conexiones y que, según Anderson, ninguna computadora se acerca a este tipo de complejidad, incluso dice que ni siquiera la red global de telecomunicaciones de celulares, misma que conecta a 5 mil millones de aparatos. Para Anderson, el cerebro humano solamente es derrotado, en su compleja red de conexiones, por la Vía Láctea que cuenta con aproximadamente 200 mil millones de estrellas, pero remarca Anderson, se encuentran distribuidas alrededor de 100,000 años luz y no empaquetadas en el cráneo, como lo dije en párrafos superiores.

Lo cierto es que solamente un mapeo general del cerebro, nos abrirá las puertas a conocer más acerca de este órgano rector del cuerpo humano y saber más de nosotros mismos. Es así, como lo dice Alun Anderson en su artículo, que se está trabajando en el “Human Conectome Project”, en coordinación con un grupo de científicos del Instituto Nacional Americano de Salud, la Universidad de Washington, la Universidad de Minnesota. De esta forma se quiere tener una radiografía completa del cerebro y determinar qué redes de neuronas disparan en conjunto para ciertas tareas y cómo varían las conexiones neuronales entre diferentes individuos. Para ello se cuenta con 1,200 voluntarios, a quienes se les escaneará su cerebro, para posteriormente publicar los datos. Aquí Anderson aclara que se tendrá una vista macro del cerebro y todavía no se llegará a los rincones más pequeños del mismo, pero por algo se empieza.

De nueva cuenta Anderson nos dice que el cerebro, igual que la economía o la sociedad, para comprenderlo, es mejor verlo como un todo, como una red dinámica que opera como un solo organismo. Además que un nuevo mapeo cerebral permitirá a los investigadores conocer más sobre los fallos en conexiones neuronales que derivan en enfermedades como el autismo, alzheimer, la esquizofrenia, entre muchos otros.

En palabras del neurocientífico Olaf Sporns, de la Universidad de Indiana, nos comenta: “tal vez podremos, al final, ver un destello del cerebro que nos revele su plan básico y que de esa forma podamos comprender la estructura total del mismo”. Esperemos que la tecnología neurocientífica nos ayude a saber más sobre el porqué pensamos en determinada forma.

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