Los sonidos que incitan a la compra…

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Rodrigo Soto Moreno

Seguramente nuestros antepasados homínidos, a pesar del gran esfuerzo por salir a cazar una presa y llevarla de alimento a su hogar, muchas veces llegaban con las manos vacías. Situación que ponía entredicho la reputación de aquel macho alfa dominante que era el proveedor de comida y era cuando la hembra, siempre precavida y anticipándose al probable fracaso de cacería, salía a recolectar algunos frutos, cortar algunas raíces o tubérculos, así como atrapar pequeños mamíferos para compensar las “manos vacías de su pareja”.

Algunos científicos, como es el caso de José Enrique Campillo, comparten la idea de la hembra recolectora y que su posición era vital para la supervivencia de su descendencia y así garantizar la continuidad de su prole y de la especie, pero pocas veces se menciona y se nos olvida que todavía las mujeres dan muestra de su capacidad recolectora en diferentes ámbitos de su vida diaria.

Hoy en día, la acción de proveer alimento se puede volver rutinaria y de cierta forma más sencilla que la de la antigüedad, pues dentro de cualquier supermercado, podemos encontrar un sinfín de productos para llevarlos al centro de almacenaje de nuestro hogar, para su posterior preparación como alimento de nuestra familia. Esta tarea recolectora, es realizada en su mayoría por la mujer, quien escoge con particular cuidado la mezcla idónea de suculentos productos para que al mezclarse se transformen en una comida apetitosa.

Sin embargo, la recolección de las mujeres, en su mayoría, se manifiesta de igual forma en las tiendas departamentales, donde al parecer, haciendo una especie de remembranza neuronal, acuden con gran júbilo a comprar ropa, zapatos y otros accesorios que les ayudan a descargar placer en sus conexiones neuronales, gracias a las cascadas de dopamina y de otros neurotransmisores, que les producen al llevar a cabo esa tarea.

Ante el reciente incremento en el poder adquisitivo de las mujeres, así como su fortaleza a la hora de influenciar la decisión final de compra, muchos investigadores se han dado a la tarea de atraerlas hacia cierto producto o servicio en particular, pero para lograr esto es necesario empezar por llamar su atención.

Dentro de un artículo de la revista TIME, titulado: “Neural Advertising: The Sounds We Can´t Resist”, se nos expone el caso de Martin Lindstrom, quien comenta que la mejor forma que un comercial o anuncio puede llegar a nosotros es a través del oído.

En uno de sus experimentos, en donde solicitó a unos voluntarios para que fueran sometidos a una serie de sonidos, mientras se les medía su actividad cerebral, la dilatación de sus pupilas, entre otras cosas. Entre los sonidos que se usaron se tuvieron los siguientes: pájaros trinando, jingles de comerciales, cigarros al prendérseles fuego, pero el sonido que ganó en cuanto a llamar la atención y emular sentimientos positivos fue “la risa de un bebé”. Otros que también recibieron alerta cerebral superior fueron: el sonido que emite un bistec al ser asado, el sonido de un refresco al ser destapado y servido en un vaso, la vibración de un teléfono celular cuando están llamando y el sonido de un cajero dando dinero.

Gracias a los resultados anteriores, los expertos en mercadotecnia, están incorporando ese tipo de sonidos en los supermercados, es decir en la zona de refrescos, el sonido de uno al ser abierto y servido, como se explicó en el ejemplo anterior, así como la risa de un bebé en el departamento de la misma categoría para trabajar en el recuerdo de la persona que se encuentra comprando e invitarla a adquirir algo para su recién nacido o estimular su memoria por si olvida algo para su descendencia.

Los caminos neuronales para a estimulación de la compra son complejos, sobre todo los de la mujer, es así que aún tienen que ser ampliamente investigados por los mercadólogos, con el fin de diseñar estrategias que efectivamente hagan que el consumidor adquiere ese producto o servicio que le coquetea, pero los resultados aquí descritos nos abren grandes posibilidades para rediseñar los esquemas de mercadotecnia.

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