Los “osos de agua”: casi indestructibles.

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Rodrigo Soto Moreno

En ocasiones se nos olvida lo maravillosa que es la vida, sobre todo cuando increíblemente se abre paso ante circunstancias adversas y florece en lugares inhóspitos, retando a los conocimientos científicos que tenemos, teniendo que reescribir algunas hipótesis e incluso teorías.

Para poder valorar la vida, es necesario apreciar la misma en sus diferentes representaciones. Para mí es claro que debemos analizar, comprender y respetar no solamente la vida macroscópica, sino la vida microscópica, que resulta ser un universo totalmente diferente al que conocemos o estamos acostumbrados.

Dentro de este tenor, me gustaría compartir algo sobre el último artículo que leí y me llamó la atención. Se trata de un animal microscópico llamado tardígrado, pero que comúnmente se le conoce como “osos de agua”, esto debido a que cuando los han observado al microscopio, cuentan con una forma rechoncha, ocho patas y su caminar, que al ser observado por el científico alemán Johann August Ephraim Goeze, clasificó la misma como el andar de un oso.

Por su parte William R. Miller, en su artículo “Tardigrades” publicado en American Scientist, dice que los tardígrados son animales microscópicos acuáticos que se pueden encontrar en cualquier parte de nuestro planeta, son casi translúcidos y en promedio tienen el tamaño de medio milímetro (equivalente a 500 micrómetros), que para tener una idea de lo que equivale esa medida, Miller nos ejemplifica que un tardígrado sería del mismo tamaño que el punto al final de esta oración.

Tratando de comprender mejor a estos “osos polares” y buscando darle sentido al título del escrito, Miller nos dice que los tardígrados se manifiestan en tres estados: activo, anoxibiosis y criptobiosis. En el estado activo, estas criaturas pueden comer, crecen, pelean, se reproducen y llevan a cabo su rutina tradicional de vida. Pasando a la anoxibiosis, resulta cuando existe poco oxígeno y el tardígrado se hincha y flota por algunos días mientras su hábitat vuelve a ser normal y puede volver entonces a su vida. Pero en la etapa de criptobiosis, Miller, nos dice que sorprendentemente este animal puede llegar a una suspensión metabólica, que se puede comparar a la muerte y posteriormente a la resurrección.

Explicando un poco más a fondo, Miller, nos habla de que estos animales requieren agua, aun cuando se encuentran en su modo terrestre, en donde obtienen el líquido de musgos cercanos, bastándoles unas cuantas gotas de agua o humedad. Pero cuando sus hábitats se van secando, el tardígrado tiene que desecarse también, eliminando un 97% de la humedad de su cuerpo y encogiéndose en una estructura de un tercio de su tamaño original. En resumidas cuentas es como si estos “osos de agua” se pusieran en pausa, en una especie de letargo, situación que les permite no nada más seguir vivos, sino que dentro de ese estado pueden sobrevivir casi a todo.

Veamos todo lo que pueden aguantar en su criptobiosis:

–          20 horas a una temperatura de -273 grados centígrados (cero absoluto)

–          20 meses a -200 grados centígrados

–          Pueden aguantar temperaturas de 150 grados centígrados (hirviendo el agua)

–          Soportan 6,000 atmósferas de presión

–          Resisten a excesivas concentraciones de monóxido de carbono y dióxido de carbono

–          Aguatan la radiación ultravioleta y de rayos x

–          Se piensa que pueden vivir, en ese estado, más de 120 años

Incluso en el 2007, nos cuenta Miller, los tardígrados se convirtieron en los primeros organismos multicelulares en sobrevivir al ser expuestos al medio ambiente en el espacio exterior, esto debido a que la Agencia Espacial Europea los llevó al espacio, dentro su misión BIOPAN 6 / Foton – M3 y los expuso directamente a radiación y calor solar, así como al vacío del universo. Lo sorprendente es que cuando los animales volvieron al planeta y fueron rehidratados, volvieron a comer, moverse, crecer, es decir, a hacer su vida rutinaria.

Derivado de lo anterior, los tardígrados se han ganado, según Miller, el título del “Animal más extremo”, por sus capacidades de supervivencia, derrotando a los pingüinos y su gélido clima en la Antártica, a los camellos y su capacidad para soportar la sed en el desierto, a las lombrices redondas en lo abismos de la Tierra y también a la conocida gran superviviente: la cucaracha.

Extraordinariamente, después de todo esto, si el medio ambiente hidrata de nuevo a ese “oso de agua”, puede volver a su estado activo para seguir con su vida, a veces en unos cuantos minutos o unas horas, dependiendo a lo que haya sido sometido. ¿Cómo lo hace? Para Miller y otros científicos siguen estudiando a estos animales para poder responder a la pregunta.

La vida siempre se abrirá paso y en este caso, parece como si el tardígrado detecta que existe “estrés” para continuar su vida rutinaria, por lo que decide ponerle “pausa” a su existencia y de cierta forma entrar un letargo metabólico, reduciendo sus necesidades y esperando a que las condiciones le sean favorables, al detectar agua en su cuerpo, para determinar así que el ese “estrés” se ha ido y puede resumir su vida otra vez.

Estoy seguro que al estudiar este tipo de criaturas, los científicos estarán más cerca de definir mejor el surgimiento de la vida en nuestro planeta y tal vez comprender si la vida se puede dar en otro punto del universo, misma que evolucione hacia sistemas más complejos y emerja la inteligencia de ellos, como sucedió con nosotros. Pero claro, todo esto, también nos enseña que debemos respetar todo tipo de vida y no balbucear que nosotros somos la cúspide y perfección de una creación.

Por lo pronto, para mi caso, solamente me queda maravillarme ante estos curiosos seres, que pareciera que se comportan en un sistema binario, similar a las computadoras en donde computan: “vivir”…”pausa”…”vivir”…”pausa”.

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