La soledad expandida

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Rodrigo Soto Moreno

¿Habrá que eludirla o abrazarla?

Es muy probable que no recordemos las primeras interacciones que tuvimos con el mundo que nos rodea, ni tampoco con nuestros seres queridos. Pero es bien cierto que aprendimos a sentirnos seguros y protegidos, al estar cerca de nuestra Madre o Padre, a olvidar nuestra soledad e identificarnos con otros individuos con ideas en común, para formar parte de un grupo, de una sociedad, de un proyecto, de una meta, de un trabajo, de cierto objetivo; hasta el grado de formar una familia y darle otro sentido a nuestra vida.

Lo cierto es que constantemente estamos buscando ese sentido a la vida y no nos resulta extraño, el sentirnos solos, a pesar de estar aparentemente rodeados de muchas personas; en este tenor, entre el sentido a la vida, queremos también comprender nuestra posición en el cosmos o responder a un supuesto ¿para qué fuimos creados?, viéndolo desde la perspectiva que se quiera tomar.

Tal vez se nos olvida que hemos comprobado que somos el resultado de infinitas iteraciones e interacciones celulares que a lo largo del tiempo han creado a los seres humanos, sumados aquí los genes egoístas. Es decir somos el resultado de múltiples mutaciones y del brinco de nuestros genes egoístas, que pasan de un cuerpo a otro, representados en nuestra ascendencia y descendencia y puede ser por ello, que nuestros padres nos procuran, nos cuidan y nos aman, pues se ven reflejados en nosotros, similar a lo que nos sucede cuando vemos a nuestros hijos.

Pero también debemos añadir que fue gracias a nuestra curiosidad innata que nos cuestionamos nuestra existencia, la soledad, la existencia de vida en el planeta y posteriormente nos aventuramos a preguntarnos si esa soledad o esta vida se encuentran impresas en otros confines del universo.

Es así que hemos alzado los ojos al firmamento, de día pero sobre todo de noche, tratando de identificar una luz que se mueva de forma diferente, o que actúe de forma extraña, y creer que hemos encontrado vida inteligente ahí. También nos hemos desbocado en creer que las naves que observamos en videos y en diferentes programas, son reales y tripuladas por seres provenientes de otro planeta.

Entonces la pregunta sería: ¿la soledad individual se ha extrapolado hacia el cosmos? Sobre todo cuando tratamos de verificar si estamos solos o no. Al respecto de todo esto, quiero compartir lo dicho por Chris Anderson, en un video titulado: “Why can´t we see evidence of alien life?”, en donde se expone que Enrico Fermi se preguntó “¿dónde está todo el mundo?”, refiriéndose a encontrar vida inteligente en otro planeta.

Anderson nos dice que por un lado tenemos a los firmes creyentes que hemos sido visitados por extraterrestres y que el gobierno encubre esa información, mientras que por otro lado está la evidencia real del programa Kepler que ha detectado cientos de planetas en nuestra galaxia.

Pero si extrapolamos esos datos, como lo sugiere Anderson, tenemos que puede haber alrededor de medio trillón de planetas y si de esos suponemos que 1 de cada 10,000 tiene condiciones de albergar vida, entonces tendremos alrededor de 50 millones de planetas con posibilidades de vida, solamente aquí en la Vía Láctea.

Aunado a todo esto, Anderson nos dice que nuestro planeta no fue de los primeros en formarse, después del Big Bang; entonces debe haber otros planetas más antiguos que pudieron albergar vida, pero millones antes que la Tierra.

Entonces ¿estamos solos? ¿Extrapolaremos entonces nuestra soledad individual a la soledad expandida del universo? Y si no estamos solos ¿por qué no hemos hecho contacto? Después de analizar que existen múltiples posibilidades de vida, posiblemente inteligente, en alguno de esos planetas calculados, dentro de la zona de ricitos de oro.

Existen diversas teorías para lo anterior, como lo dice Anderson, por un lado tenemos que las civilizaciones inteligentes son muy escazas y también que no estamos observando en la dirección adecuada, incluyendo la posibilidad de que los seres inteligentes llegan a un punto de inflexión muy importante, derivado de su desarrollo tecnológico, en donde se autodestruyen por guerras o conflictos internos, similar a lo propuesto en la ecuación de Drake.

Pero a lo mejor, como lo sugiere Anderson, la comunicación de los extraterrestres se da por otros medios, como dentro de la materia o energía oscura que impera en el universo, o tal vez de forma similar a las interacciones de la vida microscópica, como en los genes y que esa inteligencia ha pensado que es mejor ser minúsculo para no dañar al planeta e interactuar a nivel molecular y genético.

Hasta el momento seguimos solos en el universo, en el cosmos y que gran desperdicio de espacio, aludiendo a la novela de Contacto de Carl Sagan; pero eso no debe deprimirnos como especie, sino alentarnos a seguir observado el universo y esperar la respuesta de vida inteligente proveniente del cosmos, pero si no fuese así, aprendamos a disfrutar de esta vida maravillosa y compleja, atesorando cada momento que respiramos.

Aunque claro, yo seguiré esperando esa respuesta de vida inteligente en el espacio…

 

 

 

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