La protección saludable de las relaciones sociales.

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Recordando a mi bisabuela Ena y mi tía abuela Elodia o Yoyi (de cariño), me viene a la mente cuando hace algunos años íbamos a su casa en Coatepec, Veracruz, a comer, donde aparte de convivir con ella, también asistían primos, tíos, abuelos y mi familia cercana, padres y hermanos.

En esas reuniones, rememoro las palabras de mi bisabuela Ena, quien me remarcaba que era necesario que me quedara en la sobremesa para participar en la charla con mis demás parientes. Situación, que para ser honesto, nunca fue de mi entero placer, pues prefería deambular por esa amplia casa y jugar con mis primos o en su defecto disfrutar de mis tortugas en la fuente o ya más grande, leer algún libro o disfrutar de algún partido de fútbol en la televisión.

Pero la gran diversión era realizar cualquiera de esas cosas en compañía de mi tía abuela, pero sobre todo de mi bisabuela, pues en su afán de conversar conmigo mostraba un aparente interés a mis actividades, incluso en el fútbol.

El punto central era la sensación que tenía en la casa de mi bisabuela y tía abuela, era como alejarme de todos mis problemas y solucionarlos cuando veía el positivismo que mi bisabuela mostraba en sus tiernas, compasivas y comprensivas palabras. Desde ese entonces comprendí la importancia de la necesidad de contacto social relacionada con mi tranquilidad mental.

Sin embargo a raíz de la lectura del escrito de Leonard Mlodinow, titulado: “The importance of being social”, publicado en Scientific American, tuve una nueva revelación de lo que realmente pasa cuando contamos con un adecuado contacto social con ciertos individuos o familia importantes en nuestra vida. En primera instancia se señala que aquellos individuos que cuentan con un grupo social de cohesión fuerte, tienen mayores oportunidades de enfrentar cualquier adversidad que se avecine y proteger su salud.

Entrando en la parte de estudios científicos al respecto, Mlodinow nos dice existe evidencia en cuanto a que las mujeres jóvenes con cáncer de mama, son más propensas a sobrevivir la enfermedad si cuentan con relaciones sociales fuertes y apegadas de amigos o familiares; además existe otro estudio similar pero para pacientes que enfrentan cirugía de corazón. Aunque lo más destacado en este punto, es que Mlodinow afirma que el no tener relaciones sociales positivas con amigos o familiares nos hace propensos a tener problemas de salud.

En un estudio más amplio, donde se tuvo a 4775 individuos, para analizarlos en relación a sus lazos sociales, con amigos y familiares, con el objetivo de catalogarlos como altamente sociables o poco sociables, obteniendo un resultado sorprendente, al termino de 9 años de seguimiento de acuerdo a Mlodinow, pues los individuos poco sociables fueron doblemente más propensos a morir que su contraparte altamente sociable.

Por otro lado Mlodinow nos recuerda que la oxitocina juega un rol central en el aspecto genético de nuestras relaciones sociales y ha esta con nosotros desde el inicio de nuestra evolución como especie. Un ejemplo que menciona Mlodinow es cuando se le administra, la oxitocina, a ciertos voluntarios, haciéndolos más proclives a mostrar comportamientos prosociales y reducir el estrés en sus organismos. Aunque es necesario señalar que según otros estudios, el gen relacionado con la oxitocina, denominado OXTR, está presente en los individuos en diferente cantidad, es decir se puede manifestar alto en ciertas personas y bajo en otras. Comento lo anterior, porque puede ser entonces que cierto individuo no se beneficie tanto del contacto social, al no tener receptores en su sistema que procesen la oxitocina.

En términos más coloquiales, lo cierto es que la sensación de contacto social nos ayuda a disminuir la carga emocional negativa que tenemos, pero lo más sorprendente es que podamos contar con beneficios claros en relación a proteger nuestra salud y reforzar nuestro sistema inmune. Tal vez es por ello, que de cierta forma tenemos una predisposición a acercarnos a nuestro allegados para platicarles una pena y disminuir el sufrimiento, aunque el círculo de nuestros amigos y familiares de confianza sea reducido. Por lo pronto no nos hace daño el acercarnos a nuestro amigo o familiar de confianza para comentarle nuestras penas, con el fin de escuchar sus consejos, disminuir la carga emocional y motivarnos con ciertos comentarios para fortalecer el sistema inmunológico.

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