Rodrigo Soto Moreno
Los médicos siempre buscan viejas y nuevas señales en sus pacientes para poder diagnosticar correctamente la enfermedad y de esa forma recetar el medicamento que va a solucionar el padecimiento.
De igual forma los economistas también tratan de obtener señales claras del mercado, para pronosticar movimientos del mercado y prevenir tendencias claras en los mismos.
Pensando así los analistas económicos quisieron sacar una nueva forma de medir algunos movimientos del mercado, particularmente dentro del poder adquisitivo y surgió entonces el “Big Mac Index” creado por la revista The Economist en 1986 con el objetivo de comparar el poder adquisitivo de los ciudadanos de diversos países al comprar una hamburguesa Big Mac de McDonald´s.
Wikipedia lo explica de forma muy clara y nos dice que: “La publicación semanal británica The Economist ha elaborado el índice Big Mac, que consiste en comparar lo que cuesta una hamburguesa Big Mac, la más famosa de la cadena de restaurantes McDonald’s, en todos los países donde se elabora para, de esta manera, poder comparar los costos de vida en cada país y saber si las monedas están sobrevaloradas con respecto al dólar estadounidense”.
Por ejemplo, en el artículo en The Economist, titulado “Beefed-up burgernomics”, se muestra que el precio de una Big Mac en los Estados Unidos es de 4.07 dólares, mientras que en China es de $2.27, lo que nos dice que se encuentra más barata en un 44%. El escrito del Economist nos explica que, de acuerdo a este índice económico, el yuan se encuentra subvaluado en un 44% con respecto al dólar. Caso contrario con las monedas de Suiza y de Noruega, pues los precios de la hamburguesa en esas regiones es de $8.06 y $8.31 dólares respectivamente, lo que nos dice que esas monedas se encuentra sobrevaluadas en un 100% con respecto al dólar. Por otro lado, el mismo escrito, señala que al tomar la venta de la Big Mac en la zona del euro, se obtiene que éste está sobrevaluado en un 21%.
Es correcto argumentar que el precio de una hamburguesa no puede determinar de forma totalmente científica el poder adquisitivo de los ciudadanos, ya que intervienen diversas variables, como los precios de la carne, los salarios de los trabajadores, costos de transportación, combustible, energéticos, entre muchos otros. Sin embargo, The Economist argumenta por su lado, que ellos lograron predecir que cuando surgió el euro como moneda, la misma se encontraba sobrevaluada, de acuerdo a cálculos del índice de Big Mac. De igual manera, según este indicador, las monedas de Argentina y Brasil se encuentran sobrevaluadas también.
Resulta curioso y creativo que un indicador de este tipo pueda darnos una radiografía del poder adquisitivo de cierto país, así como proporcionarnos datos sobre el verdadero valor de una moneda comparada contra el dólar, que nos guste o no todavía sigue siendo el punto de referencia en la economía mundial.
Otro indicador que también salta a la vista, es el desarrollado por Leonard Lauder, obviamente de Esteé Lauder, que se llama “lipstick index” en donde nos dice que cuando existe recesión o crisis económica se disparan las ventas de los lápices labiales, aunque se le ha criticado que las ventas de este producto también crecen en tiempos de prosperidad. Otro que podemos citar, es el mencionado por Alan Greenspan cuando era jefe de la Reserva Federal de los Estados Unidos, quien decía que cuando existe recesión los hombres tienden a comprar menos ropa interior.
Lo interesante de estos indicadores, es que son síntomas de la economía para los economistas, que les ayudan a determinar la aflicción o prosperidad de la misma y de igual forma que los médicos, poder hacer un mejor diagnóstico de la situación para recetar de forma correcta.
Por mi parte siempre he pensando que la cerveza es un bien que no sufre alteraciones en las recesiones, pues para el mexicano es común refugiarse en el alcohol ante el decrecimiento económico y tal vez ese consumo excesivo de cerveza puede estar correlacionado con el nivel de desempleo, siempre y cuando no estemos en temporada de liguilla o del mundial de fútbol.
Pero, en nuestro caso, tal vez podríamos pensar en analizar el consumo de tortilla como mecanismo para determinar el poder adquisitivo de los mexicanos, sería una tarea interesante y seguramente valiosa en materia económica.
