Inteligencia maquiavélica versus primates samaritanos

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Rodrigo Soto Moreno

Paul, un joven babuino chacma, se encontraba paseándose placenteramente, en lo que parecía ser una rutina tradicional y costumbrista, situación que también le resultaba saludable como forma de ejercicio.

De pronto, divisó a una babuina adulta haciendo excavaciones, la conocía por el nombre de Mel. Pero, ¿qué era lo que estaba escarbando? Paul se tuvo que acercar un poco más para poder ver con claridad. Era un delicioso y nutritivo bulbo, conocido como esporofito, mismo que resultaba tentador para saciar el hambre que este joven mamífero tenía.

Sin embargo, no era fácil poder arrebatarle ese platillo a Mel, pues pelearía con fiereza y seguramente le ganaría a Paul, que era más pequeño y débil que ella. Había que utilizar la mente. De pronto, una figura familiar se muestra cercana en el horizonte, es la madre de Paul y fue entonces que surgió el momento Eureka para nuestro personaje.

Mientras tanto, Mel ya había logrado sacar el tubérculo, cuando Paul, sin pensarlo dos veces empezó a llorar de forma desenfrenada, logrando que su madre se alertara y saliera velozmente a su defensa. Al llegar donde Paul, su madre buscando la protección de su criatura y al observar la escena vio a su hijo en llanto y a Mel con un esporofito (bulbo) en su manos, infiriendo que se lo había quitado a su hijo, embistió con fuerza hacia ella, ocasionando que Mel soltará su premio y corriera por su vida, a la par que la madre de Paul la perseguía con ferocidad.

Paul, conteniendo el fingido llanto, caminó felizmente hacia el tubérculo que había extraído Mel y con un dejo de cinismo tomó su premio no merecido para disfrutar de tan suculento manjar. Su mente truculenta y maquiavélica había triunfado.

La situación anterior fue una de tantas observaciones de los primatólogos Richard W. Byrne y Andrew Whiten, de la Universidad de St. Andrews en Escocia, que dieron paso a que ellos crearan la hipótesis de la “inteligencia maquiavélica”, que según sus estudios argumenta que la explosión de inteligencia en los primates fue debido a la necesidad de formas más sofisticadas de engaño social y manipulación.

También dentro de esta hipótesis se sugiere que la complejidad social impulsó a nuestros antepasados a ser cada vez más inteligentes y adeptos a negociar, a fachendear (farolear), así como a la connivencia. (confabulación, engaño).

Derivado de lo anterior, David Livingstone, en su artículo “Natural Born Liars” publicado en Scientific American, señala que eso sugiere que los seres humanos somos mentirosos por naturaleza. Incluso se habla de que la compleja coreografía social en que nos desenvolvemos y somos parte, resulta vital para nuestra vida diaria.

Sin embargo, lo anterior choca con otras hipótesis y vertientes científicas, por ejemplo para el primatólogo, Frans de Waal, resulta sorprendente el caso de Peony, quien es una vieja chimpancé que se encuentra atrofiada por artritis, situación que le impide llegar al agua, pero es ayudada por otros miembros de su comunidad cuando ellos van a tomar agua y se la traen dentro de sus bocas para saciar su sed.

Lo anterior, para de Waal, da pauta a establecer lo que conocemos como una “era de la empatía”. En estudios presentados en el “Proceedings of the National Academy of Sciences” por parte de Victoria Horner, J. Devyn Carter, Malini Suchak y Frans de Waal del Centro Yerkes para la investigación de primates de la Universidad de Atlanta, se muestra que cuando a un primate enjaulado, se les presentan dos figuras diferentes, si escoge la blanca se le da un premio de comida, pero si escoge la azul se le da un premio de comida a él y a su compañero enjaulado.

Para este estudio se contó y experimentó con 21 pares de chimpancés, bajo las mismas condiciones antes descritas y repitiendo el experimento 3 veces por cada pareja. Lo sorprendente es que en su mayoría los chimpancés decidieron utilizar las figuras azules que le daban de comer tanto a él como a su vecino en la jaula contigua.

“Retando” de cierta forma a la supervivencia del más apto, de Waal propone tomar a la evolución de la empatía como el producto final de la selección natural, así como la promoción de grupos altruistas.

Es una lucha entre la mente maquiavélica y la posición del primate samaritano, pero al final nosotros debemos tomar la decisión, sobre cuál vertiente cumple mejor con nuestras expectativas y cuál de ellas nos hará dar el siguiente paso evolutivo.

Para mí está claro que debe ser esa cooperación grupal, esa ayuda mutua, esa posición samaritana, así como la estrategia de legalidad, para que el beneficio se riegue no sólo a una comunidad, sino a todo un país…que es en el que supuestamente queremos incidir y transformar para que los mexicanos tengamos un mejor presente y un mejor futuro para los que vienen detrás de nosotros, así como para nuestros supuestos genes egoístas.

Se propone así, que para dar el siguiente paso evolutivo, es necesario cimentar la hipótesis de la “supervivencia del más justo” dentro de nuestras comunidades, misma que debe estar sustentada por cinco pilares básicos que son: la empatía, la cooperación, la honestidad, el altruismo y la simbiosis con nosotros y con el medio ambiente.

Nuestra transición será entonces del “homo homini lupus” (el hombre es el lobo del hombre), al “homo hominem iuvans” (el hombre en ayuda del hombre). Tal vez así tendremos verdadero progreso como especie. Puede costarnos…pero vale la pena intentarlo.

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