Hoy por ti, mañana por mí…la empatía en los roedores.

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Rodrigo Soto Moreno

Recordando algunos escritos que hemos publicado en este portal, se ha hablado en relación a la empatía que muestran ciertos primates, particularmente los chimpancés y bonobos, así como la relación genética que podemos guardar con esos “primos lejanos” y que nos abren una nueva puerta a discernir si ellos comparten esa característica con nosotros, además de que de ser así, podríamos hablar de que la empatía se encuentra impresa en nuestros genes.

Aunado a este tema, contamos con nueva información acerca de la empatía en los animales, pero ahora no solamente en los primates, al igual que en otros mamíferos como los elefantes y delfines, sino se tienen ahora pruebas de que las ratas muestran empatía por sus semejantes, sobre todo si éstos se encuentran en una posición incómoda o en peligro.

La información proviene del artículo de Brandon Keim, quien en su escrito titulado: “Rats Free Trapped Friends, Hint at Universal Empathy”, publicado en Wired, se nos dice que de acuerdo a estudios publicados en Science, por los psicólogos Jean Decety e Inbal Ben-Ami Bartal, se piensa que éstos roedores describen claramente señales de empatía en su comportamiento.

Lo anterior se basa en un aparato, mismo que los investigadores diseñaron para medir el grado de empatía. Resulta que pusieron a dos ratas en un recipiente de plástico transparente, pero una de ellas estaba dentro de otro dispositivo, en forma de tubo, atrapada sin poder moverse. Para liberarla, solamente se podía lograr desde afuera y con la ayuda de su compañero (a); que curiosamente, en cada situación, éste o ésta, fue en auxilio de la rata que estaba aprisionada, con el fin de ponerle fin a su sufrimiento y liberarla.

Además, cuando en el recipiente se puso a una rata y se tenía el cilindro, como prisión, vacío, el roedor solitario nunca intentó abrir el tubo. Lo mismo se repitió cuando se colocó una rata falsa en el dispositivo carcelario, pues la rata real tampoco buscó liberar a la réplica de un roedor. Todo esto da pauta a pensar que efectivamente las ratas, tienen la habilidad, igual que otros mamíferos, como los comentados primates, elefantes y delfines, en ponerse en los zapatos de otros y pensar que es necesario ayudar, en lo que podría definirse como un comportamiento prosocial, que garantiza la supervivencia de ambos individuos involucrados, pues uno reciba la ayuda y el que la ofrece esperaría en el futuro recibir el mismo trato, cuando se encontrase en una situación de desventaja.

Para el conocido primatólogo, Frans de Waal, se demuestra que los roedores no están motivados por cuestiones emocionales, sino que en verdad la empatía motiva al altruismo y que las ratas, entonces, responden a un antiguo mecanismo instintivo que les dice que deben ayudar a su compañero a sentirse mejor, al liberarlo.

Bartal también nos dice que las ratas comparten ciertas características neurológicas con otros mamíferos, como lo es el sistema límbico, algunas hormonas y claro ciertos neurotransmisores, lo cual podría proveer un origen ancestral para la empatía y mostrar así que existen varios caminos evolutivos para llegar a comprender el sufrimiento de otros y mostrar ayuda y altruismo. La conclusión de Bartal es que la naturaleza hizo que lográsemos sentir placer al terminar el sufrimiento de otro.

Sin embargo, existen otros científicos que piensan que todavía no se puede hablar de que las ratas liberan a sus compañeros o compañeras, debido a que sientan empatía, sino que les resulte estresante que los prisioneros emitan síntomas o señales de estrés y que el mismo se les transmita y por ende opten por liberarlos o liberarlas para salir de esa situación y no contagiarse de su ansiedad.

Aunque es prematuro concluir, pues ciertamente se requieren de otros estudios que fortalezcan estas primeras hipótesis, lo cierto es que siguen sumando animales que muestran características de cooperación, de altruismo, de ayuda hacia sus semejantes y en ocasiones cooperaciones entre diferentes especies, dando a pie a pensar, de nueva cuenta, que podemos compartir genéticamente una impresión de empatía hacia otros seres vivos y que mucho del éxito evolutivo de nuestra especie y de otras puede estar sustentado en esa capacidad de ponerse en los zapatos del otro y ayudar.

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