Rodrigo Soto Moreno
Pesando aproximadamente 1.5 kilogramos, el cerebro resulta siempre encantador, cautivante e interesante, es un órgano que cuenta con el 2% de la masa corporal pero consume alrededor del 20% de la energía en nuestro cuerpo.
En esta ocasión me gustaría hablar acerca del increíble poder de procesamiento neuronal en nuestro cerebro y cómo este pequeño órgano es responsable de muchas de las decisiones que tomamos, catalogándolo incluso como el responsable de erigirnos falsamente en la cúspide de la evolución, pues en realidad somos una rama más del árbol de la evolución de Darwin.
En este contexto no es extraño que tomemos decisiones rodeadas por analfabetismo funcional y que distan mucho de ese ser racional y con gran poderío de procesamiento de información. Hablamos entonces de que contamos aproximadamente con 100 mil millones de neuronas, con 100 millones de millones de conexiones, de acuerdo a datos del investigador Carl Zimmer. Imaginemos por un momento esa cantidad de neuronas y conexiones procesando información.
Además podemos almacenar 3.5 petabytes (1 petabyte es igual a 1,000,000,000,000,000 bytes), podemos realizar operaciones con una tasa de 2.2 mil millones de megaflops (1 megaflop equivale a 1 millón de operaciones por segundo). Toda esta casa neuronal está expuesta constantemente a leer 10MB diariamente, de escuchar 400 MB de datos al día y ver 1MB de información por segundo, esto último de acuerdo a The Economist.
Después de analizar toda esa gran capacidad de nuestro cerebro, la pregunta es: ¿por qué es tan fácil de engañar? Es decir continuamente damos por sentado que lo escrito y publicado, incluso estas colaboraciones, deben ser verdad; y se nos olvida que todo debe estar sometido a la comprobación y sujeto a una tela de juicio basada en el método científico.
También se nos olvida que los medios de comunicación trabajan constantemente para condicionar nuestro comportamiento, como lo hacía Pavlov con sus canes o perros. Es así que estos vehículos de información nos ofrecen productos y servicios para incitarnos al consumismo y adquirir cosas que no necesitamos; de igual forma los políticos viven de vender sus “grandes logros y triunfos” para tratar de hacernos ver que son la mejor opción para el pueblo y para nosotros, pero la realidad es que buscan un beneficio personal sobre el colectivo.
Ante todo esto pareciera que deberíamos adoptar una especie de “Desobediencia Civil” como lo hizo en su momento Henry David Thoreau, afirmando que el mejor gobierno es aquel que no gobierna o que es inexistente, dando paso entonces a un sistema que se auto organice, como lo hemos visto en abejas, termitas y hormigas, donde no hay un mando central, sino un trabajo en conjunto, donde cada uno de los organismos: termitas, hormigas y abejas, según sea el caso, funciona como parte de un superorganismo en beneficio colectivo, con miras al progreso de su comunidad.
Después que estamos expuestos a gran cantidad de información, de igual forma nos invade el analfabetismo funcional, que de forma simple Wikipedia nos dice lo siguiente: “Se denomina analfabetismo funcional a la incapacidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida”. Pero en realidad es que no estamos aprovechando la ingeniería biológica de la naturaleza en cuando al diseño y operación de nuestro cerebro y nos dejamos condicionar como “perros de Pavlov”, abandonando en ocasiones a la razón.
La propuesta es entonces realizar una “Desobediencia Inteligente” y razonar toda información e instrucción que se nos dé, ya sea en el ámbito público, privado, profesional, personal y no reaccionar mediante un “arco reflejo”, analizando lo que se nos está diciendo antes de movernos hacia “x” o “y” ruta, incluyendo aquí si ese camino me lesiona a mí, a otros, como cuando entran las variables de beneficio personal versus bien común.
En este país se necesita, entre muchas otra cosas, que el pueblo tome las riendas y analice toda la información que se no está bombardeando, discerniendo cuál de esos datos son útiles y cuáles basura para transformar mi comunidad, mi pequeño círculo de acción y no reaccionar como “perro de Pavlov”, no caer tajantemente en una desobediencia civil, sino en una inteligente y tal vez entonces “retar” a eso que se llama autoridad cuando la misma solamente busque un beneficio personal y no el colectivo.
Dejemos entonces de estar con los ojos vendados y las manos atadas, pues cada uno de nosotros es parte de un sistema que se puede auto organizar y en donde todos esos “líderes falsos”, públicos o privados, que nos venden la idea de que sin ello no pueden funcionar una empresa o un gobierno; estando equivocados pues las termitas, hormigas y abejas nos señalan lo contrario, creando estructuras colectivas de trabajo, sin mando central y con beneficio grupal.
