En mi rostro reflejo mi agresividad, mi honestidad…y mi capacidad de reproducirme.

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Rodrigo Soto Moreno

Muchos de nosotros hemos experimentado la sensación, al conocer una persona en particular, que no va a ser de nuestro agrado, que no va a entrar en nuestro círculo de amigos o que muestra señales de agresividad con el simple hecho de verlo frente a nosotros. Claro, todo esto sin ninguna comprobación científica que nos de certeza. Pero esto puede estar por cambiar.

De ahí que la idea de que el rostro de una persona puede darnos respuesta en relación al carácter de una persona, fue denominada fisognomía y derivó en lo que se conoce como fisonomía, que se relaciona al aspecto particular del rostro de una persona; se ha catalogado como una especie de pseudociencia pues no se había encontrado realmente una relación con la cara y el carácter de algún individuo.

Esto aparentemente puede cambiar, porque algunos estudios sugieren que al observar un rostro podemos decir que cierta persona agresiva. En el 2008 se publicó, en el Proceedings of The Royal Society, una investigación de Justin Carré y Cheryl McCormick, ambos de la Universidad Brock en Ontario, Canadá. Sus resultados señalaban que existe una relación con la proporción del ancho de la cara de un ser humano masculino (no aplica en mujeres) y su altura. Los investigadores argumentaron que la proporción de ancho en los rostros de hombres y mujeres difiere, pues los hombres tienden a tener rostros más anchos debido a su exposición a la testosterona, que es conocida por estar asociada a la agresividad.

Para comprobar sus conclusiones, se consiguieron fotografías de jugadores de hockey de diversas universidades, con el objetivo de medir sus rostros y ligar lo anterior con el número de expulsiones y faltas cometidas durante la temporada de juego. Para gusto de los investigadores, efectivamente existía una relación entre el ancho de la cara de un jugador con su estatura, contra el tiempo en que pasaba castigado por cometer faltas excesivas. Algunos críticos señalaron que el hockey no puede ser un mecanismo relevante para ver la violencia en los rostros, debido a lo que todos conocemos, que es la promoción de la violencia en ese juego.

Derivado de lo anterior también se reclutaron a estudiantes de licenciatura para que mediante determinado juego, compitieran contra otra persona sin que la pudieran ver (aunque en realidad era una máquina). Esto con el fin de analizar los niveles de agresividad cuando perdían determinada partida en el juego en concreto. De igual forma, se determinó que los hombres son iguales en su agresividad, sean deportistas o corredores de bolsa.

Para Carré y McCormick la proporción de anchura en el rostro de un hombre con su altura, es un signo biológico honesto de su agresividad. Esto con el objetivo de advertirle a otros hombres a lo que se exponen si se quieren enfrentar a un individuo de esta naturaleza. En términos simples, Carré y McCormick, dicen que un ser humano masculino que muestra características de agresividad en su rostro, no tendría que entrar en una pelea para probar su punto. El simple miedo que provoca su rostro es suficiente para eliminar rivales en su camino evolutivo. A menos, claro, que se enfrentase a otro ser humano similar a él.

Hoy en día se quiere probar si estos signos del rostro pueden decirnos si una persona es honesta o no. Uno de los estudios llevado a cabo por Michael Haslhuhn y Elaine Wong de la Universidad de Wisconsin – Milwaukee, mencionado en The Economist con el título “Facing the truth”, se basan en la noción de que mientras más ancha la cara del individuo masculino, mayor la probabilidad de que sea agresivo y golpee a una persona. Aunando a esto, los investigadores querían saber también si esta característica de agresividad y el rostro se encontraba relacionada con las mentiras que un individuo expresa.

Para lo anterior, el doctor Haselhuhn y el doctor Wong utilizaron a estudiantes de maestría y de licenciatura para su experimento, en donde se les daba la oportunidad de ganar más dinero si hacían reportes mal informados y ficticios en resultados de lanzar dados. De esta forma se encontró relación en que mientras más ancha es la cara de una persona del sexo masculino, comparada con su altura, mayor la probabilidad que mienta en sus intenciones y haga trampa. De igual manera que en la agresividad, los investigadores señalan que esto no aplica para las mujeres.

Para Haselhuhn y Wong no se había detectado la mentira y la trampa en estos individuos con el rostro ancho en relación a su altura, debido a que como lo vimos en los estudios de Carré y McCormick, la agresividad resulta más práctica que la mentira o la trampa, debido a que nadie quiere entrometerse con un individuo agresivo por naturaleza y por ende ellos usan esa estrategia para conseguir lo que quieren, por eso la evolución favoreció esta característica en esos seres humanos.

Ahora, considero que es muy probable que cuando estos individuos de rostro ancho se enfrentaban a otro de sus mismas características y pensaban que podían perder la pelea, desarrollaron la trampa y la mentira para conseguir sus objetivos, manipulando de forma maquiavélica a su oponente para ganarle en su camino evolutivo.

Otro aspecto interesante que se puede inferir del rostro de una persona, es que un hombre atractivo tiene mayores probabilidades de reproducirse a uno que no lo es. Lo anterior no solamente por las obvias razones de que las mujeres prefieren a una persona atractiva sobre alguien no agradable a la vista. Sino también porque de acuerdo a estudios del doctor David Puts y sus colegas de la Universidad de Pensilvania, en donde se reclutaron a 70 parejas y se les preguntó a las mujeres sobre los orgasmos que sus parejas les proveían, se pudo determinar que aquellas que tenían más placer eran las mujeres que tenían hombres, en promedio, más atractivos que otras.

Pero para ligar el atractivo con la capacidad de reproducirse, tenemos no solamente las probabilidades que un hombre agradable a la vista para una mujer, tiene para lograr relaciones sexuales, sino que con cada orgasmo que crea en su pareja femenina, logra que la cérvix de ella se contraiga y lleve así el semen hacia el tracto reproductivo, promoviendo su reproducción y el mantener en su descendencia a sus genes egoístas.

Lo que podemos concluir de estos aspectos de la biología evolutiva, es que la naturaleza ha favorecido los mismos en esos individuos con el fin de darles cierta ventaja sobre otros de su misma especie. Sin embargo no todo está escrito en piedra, pues tengo amigos que no son nada agraciados en sus rostros, según comentarios de amigas, pero son fueron y siguen siendo muy hábiles para conseguir parejas y tener relaciones sexuales. Del tema de la mentira, la trampa y la agresividad puede ser un indicativo natural para tener precaución con esas personas y evitarlos o ser más listos que ellos, sin caer en su juego.

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