El tener mis abuelos y abuelas garantiza mi supervivencia…

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Rodrigo Soto Moreno

Ambos abrazos eran igual de apetecibles al tacto, la sensación era familiar en cada uno de ellos por separado, pues Ena Camila se sentía protegida al estar en los brazos de cualquiera de sus abuelas, tanto la materna como la paterna.

Ena Camila incluso se cuestionaba si la “sencillez” con que había logrado sortear y enfrentar su evolución en los primeros años de vida, hubiera sido similar sin la ayuda de sus abuelas y claro, también de sus abuelos. Le respuesta llegó de inmediato y fue un rotundo “no”. Era cierto que sus padres eran primero y que su educación estaba a cargo de ellos, pero ella sabía que el cariño, comprensión, consejos, sabiduría, amor, entre otras muchas cosas, que ofrecían sus abuelos y abuelas era muy diferente, situación que atesoraba y agradecía con esmero.

El pensamiento de Ena Camila no estaba nada errado, pues a pesar de que en la actualidad tengamos muchas veces en el olvido a los abuelos o abuelas, su figura dentro de la evolución del ser humano resulta vital para la supervivencia de nosotros como especie.

Recuerdo muy bien el libro de “La cadera de Eva” de José Enrique Campillo Álvarez, quien al plantear cómo fue posible que los hijos o hijas de los primeros homínidos pudieran sobrevivir ante todas las adversidades del medio ambiente, durante miles de años, responde de forma sólida al decir que se debe primordialmente a la figura de “la abuela”.

Una de las características primordiales para el éxito de la abuela, dentro de nuestro camino evolutivo, resulta que la madre naturaleza creó la menopausia en las mujeres de cierta edad y al no tener que competir con otras mujeres de menor edad por la reproducción, entonces focalizan su energía en el cuidado de los nietos o nietas.

Otro punto importante es que contrariamente a lo que se pensaba, que exclusivamente el hombre primitivo era quien salía por alimento para ofrecerlos a su pareja y a sus descendientes, en la actualidad se ha determinado que la mujer salía también a cazar pequeños mamíferos, aves, recolectar frutos, verduras, entre otras cosas, para que cuando el hombre llegara con las manos vacías, como solía pasar en situaciones, hubiera alimento en la mesa de piedra. En ese inter en que la mujer salía a recolectar el alimento, era precisamente la figura de la abuela quien se hacía cargo de los niños o niñas para que no estuvieran expuestos a depredadores o que pudieran estar custodiados mientras ellos no pudieran valerse por sí mismos.

Por otro lado, en escrito de la antropóloga Rachel Caspari, titulado “The Evolution of Grandparents” y publicado en Scientific American, se habla acerca de los estudios de Kristen Hawkes de la Universidad de Utah y de Hillard Kaplan de la Universidad de Nuevo México, quienes han demostrado que dentro de los grupos de cazadores primitivos, los abuelos contribuían rutinariamente con recursos económicos y sociales para garantizar la supervivencia de sus nietos o nietas. También señalan que los abuelos ayudaron y ayudan a reforzar las conexiones sociales, como el caso que todos conocemos, de la abuela o el abuelo que cuenta historias de sus antepasados para comprender las ramas del árbol genealógico y entender nuestra ascendencia.

Los mismos estudios, por los mismos investigadores, también hablan sobre otro tipo de información que transmitieron los abuelos y abuelas, como la cultura social y médica en relación a qué plantas pueden ser comestibles o venenosas, el lugar donde se puede encontrar agua o refugio ante la tormenta u otras inclemencias del clima, el saber la forma en que se utiliza un cuchillo, una lanza, así como la forma de preparar cierto alimento, mientras los padres cazaban o recolectaban alimento.

Otros estudios de Pontus Strimling de la Universidad de Estocolmo, han encontrado que la repetición es clave y factor crítico para la transmisión de reglas y tradiciones en la cultura, de ahí la importancia de contar con los abuelos y abuelas para integrar, acumular y transferir la información entre sus nietos o nietas para fortalecer el tejido social y aumentar la interacción social entre los miembros de la familia.

Rachel Caspari nos comenta que en la antigüedad la figura del abuelo o la abuela no era tan común como en la actualidad, incluso se dice que de acuerdo a restos recuperados de los primeros homínidos, se tiene que hace 30,000 años se dio el primer caso de evidencia de abuelos y abuelas, primordialmente de lo que fueron los antecesores de los europeos modernos. Además de que al lograr tener una amplia población de abuelos y abuelas, fue motivo por el que se logró una explosión de nuevas herramientas para la caza, la cocina, el arte primitivo, ocurrido en varias partes de la Europa primitiva y que eso mismo contribuyó a que otras sociedades que no evolucionaron de esa forma, como la del Neandertal, fuera destinada a la extinción.

Incluso Caspari habla que de acuerdo a investigaciones se encontró que por cada 10 jóvenes adultos de Neandertal, se tenían 4 adultos mayores de 30 años (considerando 30 años o más como la edad en que un homínido se catalogaba como abuelo o abuela en esas épocas), mientras que por cada 10 jóvenes adultos de nuestros antepasados en el Paleolítico Superior se encontraron aproximadamente 20 abuelos o abuelas.

Para ir cerrando el escrito, me gustaría remarcar lo que también dice Caspari en su artículo, donde habla de una relación entre la supervivencia de los homínidos adultos y adultos mayores (abuelso y abuelas) con el surgimiento de nuevas tradiciones culturales, se iniciaron en el Paleolítico Superior y la longevidad entonces se convirtió en una característica esencial para lograr la interacción social necesaria en los grupos de nuestros antepasados y fue según Caspari, la primera señal que marcó la modernidad. Gracias a esto nos fuimos convirtiendo en poblaciones con mayor esperanza de vida y también con mucha mayor sabiduría.

Por último y por mi parte, tengo muy gratos recuerdos de mis abuelas y abuelos, tanto maternos como paternos, también de mis tías abuelas y por supuesto de mi bisabuela, quienes contribuyeron para lograr mi desarrollo ético, moral, intelectual, organizacional, mental, filosófico, educativo, entre muchas otras cosas y estoy seguro que mis genes egoístas también agradecerán a sus abuelos y abuelas en su momento, por su gran contribución a su supervivencia.

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