El estimulante cannabinoide que todos llevamos dentro…

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Recuerdo que cuando llegué a estudiar al Tecnológico de Monterrey en el Campus Central de Veracruz, la clase de estadística estaba a cargo del doctor Pérez. Al principio este maestro parecía ser como cualquier otro de la universidad, sin embargo hubo un hecho que lo hizo diferente del resto de los profesores de esa época. No fue su particular habilidad en dar clases, ni sus meticulosas comprobaciones matemáticas para confirmar ciertas ecuaciones, sino que en cierta ocasión nos comentó que estaba por iniciar una transformación en su cuerpo para eliminar cierto sobrepeso u obesidad que padecía, realizando lo anterior sin ayuda de medicamentos, ni cirugías, ni dietas rigurosas, sino con ejercicio rutinario, particularmente se refería a correr todos los días.

En su momento, recuerdo que la gran mayoría de mis compañeros de clase no creímos que el doctor Pérez fuera realmente a bajar considerablemente de peso y que su figura solamente sufriría pequeñas modificaciones, tal vez las necesarias para eliminar la obesidad, para dejar el sobrepeso como variable dominante. Sin embargo, a los pocos meses, nos dimos cuenta del error en el que estábamos, pues no consideramos la tenacidad y disciplina del maestro, que tal vez copiando la dedicación y empeño de sus colegas rusos, con quienes estudió su doctorado, eran responsables de su glorioso triunfo. El doctor Pérez consiguió su objetivo, bajó de peso eliminando hasta el sobrepeso, logrando que muchas de las personas que lo conocieron ya delgado, no creyeran que era el mismo al ver una foto de su pasado inmediato con esos kilos extras.

Después de ver esa grata transformación en el doctor Pérez, me dio gusto, pues ahora sabía que cuando uno realmente se propone algún objetivo, trabajando día con día, es posible conseguirlo con buenos rendimientos. Pero ahí no termina la historia, pues todavía no comprendía el compromiso con tesón que había adquirido el doctor Pérez en su mente para continuar con las rutinas de ejercicio aeróbico y me di cuenta, cuando alguna vez tuve que salir al parque, para hacer una llamada en las antiguas casetas de teléfono de ladatel, pues no existía la ubicuidad de los celulares. Con una lluvia torrencial, característica usual en el sur de México, tuve que correr un poco para alcanzar el auricular del teléfono, insertar mi tarjeta y teclear los números para hacer la dichosa llamada, de pronto pensé que estaba yo loco al estarme mojando por mi necesidad de hablar y el parque estaba completamente vacío, bueno al menos eso me pareció, hasta que al voltear a la derecha pude ver una silueta de una persona corriendo, no lo podía creer, era el doctor Pérez haciendo su ejercicio bajo el diluvio. En ese momento pensé que tal vez su ejercicio y tenacidad se había transformado en una adicción y que ya no era únicamente para cumplir con su promesa y rutina, sino por satisfacer la descarga de placer que requería y obtenía al correr.

Valga esta breve anécdota para referirme al artículo que leí en The Economist, titulado: “Fun run, Exercise and addiction”, en donde se habla de que al parecer los seres humanos hemos evolucionado para ser adictos al ejercicio.  Específicamente el escrito menciona que al correr se liberan ciertos químicos en el cerebro, particularmente los cannabinoides, que incluyen a los endocannabinoides, similar a la sustancia psicoactiva del cannabis o marihuana. Es decir, los químicos que se liberan durante cierta sesión de ejercicio funcionan de igual manera que los obtenidos al usar la droga descrita.

Siguiendo con el artículo, desde el punto de vista evolutivo, resulta claro que el placer ligado al correr, así como el ejercicio obtenido del mismo, era vital para la supervivencia de los seres humanos, tanto para librar cierta batalla, como para huir de cierto depredador. Pero no estaba del todo claro el surgimiento de cannabinoides en algunas especies de animales, como factor de ejercicio, pero ahora gracias a un estudio de David Raichlen, de la Universidad de Arizona, se ha determinado que algunas especies de animales sí obtienen placer de cannabinoides al correr.

Entrando en los particulares del estudio, para el doctor Raichlen estaba claro que los animales (mamíferos) que obtenían placer del correr, eran aquellos que lo necesitaban para sobrevivir, como es el caso de los lobos, antílopes, caballos, entre otros, mientras que existía el caso de otras especies de mamíferos, como los hurones, que siendo ágiles y rápidos no tenían esa clase de excitación química cerebral.

Dentro del experimento, se tuvo a 10 humanos, 8 perros y 8 hurones. A las tres especies se les puso a correr y a caminar sobre una caminadora electrónica, ambos ejercicios durante 30 minutos y dejando reposar a los humanos y animales entre cada prueba. Cabe señalar que el punto de correr era acelerar el ritmo cardiaco de cada sujeto al estar utilizando la caminadora mencionada, usando la velocidad de 2.25 metros por segundo para los humanos, 1.83 metros por segundo en los perros y 0.84 metros por segundo para los hurones.

Después de caminar por 30 minutos, ningún sujeto experimentó incremento en sus endocannabinoides, sin embargo al correr durante 30 minutos, los seres humanos variaron de 2.4 a 6.1 picomols por mililitro (picomols es 10 elevado a la menos 12 mol. Un mol, según wikipedia, es la unidad con que se mide la cantidad de sustancia, una de las siete magnitudes físicas fundamentales del Sistema Internacional de Unidades), los perros de 2.4 a 8.0 picomols y los hurones de 3.0 a 3.9 picomols.  Es decir, los seres humanos y los perros efectivamente experimentan estimulación cannabinoides y por ende surge la adicción a correr, pero los hurones no tuvieron esa excitación.

Para el doctor Raichlen está claro que para los hurones el correr no es vital, pues su táctica de supervivencia no se basa en ello, ya que cazan con una estrategia de sorprender, por ejemplo, a los conejos en su madriguera cuando están dormidos. Pero en ciertos mamíferos como el perro y el ser humano sobre todo, el tener como recompensar bioquímica de endocannabinoides por correr, resulta interesante porque entonces, según lo dice Raichlen, se mantuvo no porque necesiten o necesitemos correr para sobrevivir, sino que gracias a que nos mantenemos activos se quedó con nosotros como placer cerebral y por ellos disfrutamos de hacer ejercicio. Lo cierto es que podemos comprender un poco más acerca de la adicción que causa el correr y que no es solamente para mantenernos sanos y en forma, pues al introducir la variable de la recompensa y estimulación cannabiniode entonces tal vez podríamos comprender y responder en relación  a esa adicción descrita del doctor Pérez a su ejercicio, y la de muchos otros corredores consuetudinarios.

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