Rodrigo Soto Moreno
En el actual devenir histórico de la economía y la lucha constante entre las vertientes capitalistas y socialistas para ser instauradas en una forma de gobierno, la sintomatología en común de diversos pueblos del orbe es la inequidad y/o desigualdad.
Por lo anterior no nos resulta extraño que veamos en las noticias manifestaciones por el descontento de los ciudadanos hacia el estado, en demanda de sus beneficios e intereses que merecen, claro, siempre y cuando paguen sus impuestos correspondientes.
En este sentido me gustaría abordar el tema del latinobarómetro, que según el sitio de ellos (www.latinobarometro.org), es un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 19.000 entrevistas en 18 países de América Latina representando a más de 400 millones de habitantes.
La última encuesta de este estudio, publicada en The Economist, dentro del artículo titulado: “The discontents of progress”, señala que los ciudadanos de países latinoamericanos están demandando más de sus gobiernos y que se preocupan de igual forma por el crimen y por su situación económica.
Tomando algunos ejemplos de la encuesta, tenemos la pregunta siguiente: “¿Qué tan satisfecho se encuentra con la democracia en su país?”, estando México en el último lugar con apenas arriba del 20% de los encuestados que están muy satisfechos o algo satisfechos. Por ejemplo, el escrito en The Economist nos dice que solamente el 39% de los participantes dijo que estaban satisfechos en la forma en que la democracia de su gobierno estaba trabajando.
En otra pregunta se cuestiona a los países lo siguiente: “¿Piensa que su país está logrando progreso?” y el porcentaje de respuestas afirmativas para los mexicanos es apenas por arriba del 20%. Resulta importante comentar que para el caso de Brasil, el 96% de los encuestados piensa que los impuestos son muy altos y solamente un 13% piensa que se van a gastar correctamente. Además de que de forma global, tenemos que un precario 20% afirma que la distribución del dinero es equitativa en la región latinoamericana.
Otro dato importante, que es reflejo de lo que está sucediendo en México, es que los latinoamericanos se preocupan fuertemente por el crimen en sus regiones, arrojando un 28% de las respuestas y colocándolo como el problema focal para sus países. Incluso en ediciones anteriores, The Economist, señaló que dentro del gobierno de Calderón, la preocupación sobre el crimen sobrepasó la económica.
Tal vez es por ello que en el reporte 2011 dentro de la evaluación de líderes del latinobarómetro tenemos que Felipe Calderón tiene 5.8 de 10 posibles, estando por arriba de él Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia con 5.9, el Rey Juan Carlos de España con 5.9, Dilma Roussef, Presidenta de Brasil con 6 y en la punta Barack Obama, Presidente de Estados Unidos con 6.3. Hasta debajo de la lista figuran Hugo Chávez, Presidente de Colombia con 4.4 y ex Presidente Cubano Fidel Castro con 4.1.
Aunado a lo anterior, el mismo latinobarómetro nos dice que 1 de cada 4 latinoamericanos le gustaría que su país se pareciera más a Estados Unidos, es decir un 26%, mientras que el 19% le gustaría que su país se pareciera más a España, un 11% a Brasil, un 8% a China, un 6% a Francia y un 4% a Venezuela.
Finalizando este escrito, me gustaría hablar sobre las conclusiones de ese reporte 2011 del latinobarómetro, en donde tenemos que se percibe que existe una mayor democracia, donde una parte considerable de latinoamericanos espera estabilidad en sus países, sobre todo en materia económica así como en el empleo. Se remarca que 4 de cada 10 latinoamericanos tiene un nivel o escalón más de educación y 8 de cada 10 están conectados con el mundo gracias a su celular.
Aunque por otro lado contamos que el desempleo aqueja a una parte significativa de la región, así como bajos sueldos, carencia de servicios médicos, educación de mala calidad, que se traduce en una desigualdad de clases y por ende una discriminación cultural y social. Esto ha llevado a que los latinoamericanos no confiemos en los partidos políticos y desgraciadamente tampoco en el prójimo o vecino cercano y menos lejano. Se percibe un aumento de la riqueza para unos cuantos y una falta equitativa de distribución de la misma. Mientras que los gobiernos no logran ser percibidos que gobiernan para una mayoría, sino para los privilegiados y que abusan de los menos cobijados y más pobres. El crimen organizado y el narcotráfico son preocupantes en varios países latinoamericanos, como vimos, México no es la excepción. Es así que el estado se encuentra en la mira de los ciudadanos de Latinoamérica, percibido con poca satisfacción de sus servicios y falta de satisfacer a una creciente demanda social.
Todo esto está claro, aunque se ha ganado un poco en democracia, algo de estabilidad económica y una efímera educación, los latinoamericanos nos encontramos en descontento por la inequidad en la distribución del ingreso, la corrupción lacerante, la falta de oportunidades educativas que deriven en empleos bien remunerados y que permitan a cada ciudadano alejarse de la pobreza y unirse a esa vida anhelada de prosperidad económica y aumento en la calidad y esperanza de vida, gracias a los servicios médicos. Quedando pendiente la asignatura de la inseguridad que sigue azotando a la región y que aunque se demande al estado como único culpable, la verdad es que cada actor de la sociedad tiene que contribuir para restablecer la confianza entre iguales, entre coterráneos, entre vecinos, entre el yo y el prójimo, para que de forma cooperativa se busque el bien común y se vuelva a la libertad del estado de derecho que apoyado en la sociedad civil vuelva a darnos paz en las calles.
