El cerebro entrenado de un atleta…

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Rodrigo Soto Moreno

Jaime le marcó el pase a Fernando y de reojo, en milésimas de segundo, observó que se habían entendido pues el balón ya iba al espacio definido y a la espalda del defensa, fue entonces que aceleró su velocidad al correr y se movió a esa zona para alcanzar el balón, sintiendo la agradable sensación de la jugada precisa y el palpitar de su corazón para bombear sangre a todo el cuerpo y mantener el ritmo deseado.

Los defensas estaban rebasados y Jaime ahora se encontró de inmediato con el cancerbero que custodiaba la puerta a la gloria, entonces giró su cuerpo hacia la derecha haciendo una excelsa finta que iba a marcar con el pie izquierdo, para que el portero cayera en ella y tratara de achicar, pero la suerte estaba echada, el cerebro de Jaime ya había decidido, también en milésimas de segundo, que su pie izquierdo arrastrara la bola para recortar al portero y quedar libre con el balón ahora en su pie derecho, para solamente tocarlo con la parte interna y anotar.

Alzó los brazos en señal de victoria y saboreó la descarga de dopamina que provenía del éxito obtenido, mientras sus compañeros de equipo lo abrazaban y le manifestaban su alegría por haber anotado ese gol que les daba el triunfo. Ahora sabía lo que decía Jorge Valdano, cuando hablaba de que un poeta no puede hacer fútbol, pero un futbolista ciertamente puede hacer poesía. Pero sobre todo, Jaime, estaba maravillado en la forma en que su cuerpo se había coordinado a la perfección con sus músculos para realizar la jugada, acción que tomó solamente unos segundos, con decisiones para cada parte del gol hecho poesía, en unos cuantos milisegundos.

Algunas personas, que en su momento han hecho deporte, pero sobre todo aquellos que lo practican con regularidad o como profesión, se han dado cuenta de que dentro del cerebro se lleva a cabo una serie de instrucciones a una velocidad impresionante para enviar las señales necesarias al cuerpo y que se logre la acción deseada.

Recientemente los neurocientíficos se han dado a la tarea de comprender la mente de un atleta o deportista de alto rendimiento, encontrando diferencias claras entre la mente de una persona normal versus la de estos deportistas.

De acuerdo a Carl Zimmer, en su artículo The Genius of the Jock, se ha determinado que en el cerebro de los atletas, la gran mayoría de las decisiones que se toman corresponden a respuestas automáticas, que son parte de una estrategia dinámica, ante la gran diversidad y diferente combinación de retos que se les presentan al realizar su deporte en cuestión.

Para el caso del futbolista, es claro que su cerebro recibe la gran cantidad de información, proveniente principalmente de los ojos, en cuanto a los rivales que se tienen enfrente, la posición en que se encuentra uno en relación al campo, la posición del balón, los posibles “huecos” que se pueden aprovechar para atacar al rival o defendernos de su ataque, la temperatura del ambiente, el pasto de la cancha, entre múltiples variables, tomando en consideración que esas variables se encuentran en constante cambio y por cada uno de esos cambios, el cerebro tiene que volver a introducir los datos de información recibida y volver a ofrecer una solución para realizar una tarea y lograr la acción deseada.

Para los científicos Reza Shadmehr y John Krakauer, de la Universidad de Columbia, todo empieza cuando el cerebro se traza un objetivo, como por ejemplo, el levantar un tenedor o patear un balón de fútbol, haciendo los cálculos necesarios para identificar el mejor curso de acción para lograrlo.  Además, nos dicen Shadmehr y Krakauer, que el cerebro al iniciar los comandos, también empieza a obtener predicciones acerca de las sensaciones que pueden venir si el cuerpo logra el objetivo, al igual que modificar el curso si el cerebro considera que esas predicciones no se empatan con las sensaciones actuales con el fin de reducir el error. Pero estos autores nos enfatizan, sustentado en sus trabajos, que el cerebro no emite solamente instrucciones rígidas, sino que continuamente actualiza la solución al problema, para así mover el cuerpo hacia el objetivo.

Dentro del caso del futbolista, si tenemos que quiere meter el balón a la portería por arriba de la barrera, siendo inalcanzable para el portero, va a realizar ese disparo en su práctica hasta alcanzar el objetivo, pero siempre comparando el disparo actual contra disparos anteriores, pues la experiencia le dice si tiene que ajustar el disparo para introducirse como el jugador quiere en la portería esquivando los obstáculos mencionados. Zimmer refuerza esto al decir que el cerebro combina la experiencia previa con las variaciones que se experimenten en ese momento, todo esto dentro de la mente de un atleta.

Otro aspecto interesante, es que estudios de Claudio Del Percio de la Universidad de Roma, encontraron que al comparar las ondas cerebrales de campeones de karate contra personas normales, se sugiere que el cerebro de un atleta es como un coche de carreras en inactividad, listo para entrar en acción. Mucho del éxito del cerebro de un atleta y de su rapidez de reacción se basa en el constante entrenamiento que tiene, entre pruebas y errores de éxito, por lo que Del Percio, ha encontrado que los cerebros de los atletas, al pedirles que realicen una actividad dentro de su ámbito deportivo de especialidad se muestran más relajados y “callados” que si se le pide la misma tarea a otra persona que no tenga esa habilidad deportiva. Para Del Percio, los cerebros de los atletas son más eficientes en realizar la actividad deportiva, por lo que pueden hacer la misma usando menos neuronas que otras personas que no están habituadas al deporte.

Además, en un experimento llevado a cabo por Matthew Smith y Craig Chamberlain de la Universidad del Norte de Colorado, con el fin de analizar el “silencio en el cortex” y la habilidad deportiva o atlética, se les pidió a expertos en fútbol y personas sin esa pericia, que manejaran un balón con sus pies y que driblaran ciertos obstáculos con conos, mientras mantenían la vista al frente y observaban una pantalla con imágenes que se iban proyectando para que el individuo reconociera esa imagen. Los resultados arrojaron que los futbolistas profesionales pudieron driblar y reconocer las imágenes, caso contrario a los que no son expertos en ese deporte. Dando paso a concluir que gracias a su experiencia, pericia y entrenamiento neuronal, el cortex prefrontal del cerebro de los futbolistas no es tan demandado por esa actividad y por ello pueden lograr realizar otra actividad sin problema.

En otro experimento, liderado por Salvatore Aglioti de la Universidad de Sapienza, se pidió a basquetbolistas que vieran una película sobre tiros a la canasta de basquetbol y mientras se les escaneaba el cerebro, se les solicitó que adivinarán hacia donde iba el tiro hecho por el individuo en la película, deteniendo la imagen a los pocos segundos en que ese sujeto disparaba con el objetivo de encestar. Al analizar los escaneos, se determinó que los basquetbolistas profesionales usan su cerebro para revivir, de acuerdo a su experiencia, la situación observada del disparo para conseguir el enceste y de ahí que tuvieran un alto número de respuestas correctas al compararse con individuos que tenían que realizar la misma tarea, no siendo expertos en ese deporte.

Para Zimmer, la tarea de los neurocientíficos es determinar el porqué algunas personas son atletas destacados y otros no. Es decir identificar el conjunto de variables que un cerebro de un atleta o deportista de alto desempeño utilizan para ser exitosos en su deporte. Tal vez en el futuro se pueda comprender esto y gracias a un correcto mapeo cerebral, podamos despertar ciertas habilidades deportivas y de pensamiento ágil anticipado para los deportistas del futuro.

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