El capital intangible de una nación

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Sabemos de antemano que al escuchar la palabra capital, ésta se encuentra directamente relacionada con cierto nivel de riqueza. Pero con el fin de tener una visión más amplia de este término, es necesario analizar el estudio realizado por el Banco Mundial, titulado: “Where is the Wealth of Nations?: Measuring Capital for the 21st Century”.

Dentro de esa investigación, se definen los tipos de capitales identificados en los países del orbe. El primero fue determinado como capital natural, siendo éste la suma de todos los recursos naturales no renovables como el petróleo, gas natural, minerales, así como la tierra cultivable, pastizales, ganado, entre otros. El segundo es el capital producido o construido, constituido por la maquinaría, el equipo, las estructuras y la infraestructura para la producción de bienes y servicios con valor agregado.

Sin embargo a la hora de hacer la suma entre esos dos capitales, el resultado no es similar al nivel de riqueza que cada nación posee. Derivado de esto, los estudiosos del Banco Mundial, determinaron que la diferencia se encuentra en el capital intangible. Para comprender este último, debemos considerar sus componentes, es decir la confianza entre la sociedad, un sistema judicial eficiente, derechos de propiedad claros y por supuesto un gobierno efectivo, sumado al conocimiento y la innovación con la generación de ideas creativas, por parte de la población en general o del individuo en particular.

Logrando lo anterior, según las mismas investigaciones del Banco Mundial, este capital intangible incrementa la productividad, resultando en un aumento global de la riqueza del país en cuestión. Además el capital humano y el valor de las instituciones, constituyen la mayor parte de la proporción de riqueza en todas las naciones.

Incluso, de acuerdo a ese estudio, así como comentarios de Ronald Bailey, después de tomar en consideración los capitales naturales y producidos, a nivel mundial, se ha llegado a la conclusión que el 80% de la riqueza de los países ricos y el 60% de la riqueza de los países pobres, es de naturaleza intangible.

De igual forma Bailey comenta, que de acuerdo a un análisis de regresión, elaborado por los economistas del Banco Mundial, se ha podido calcular el porcentaje de contribución, al capital intangible, por parte de las instituciones sociales, siendo de 57% y el de la educación en un 36%.

Gracias a todo esto, tal vez podamos comprender la afirmación del mismo Bailey, cuando dice que un inmigrante mexicano es 5 veces más productivo en los Estados Unidos, versus quedándose en México. Es decir, la diferencia radica en la fuerza de las instituciones estadounidenses, en su aparente fortaleza educativa como nación para promover el auto aprendizaje ligado a una estructura económica fuerte y un gobierno como gestor para la construcción de una economía sana.

A todo esto entonces debemos asimilar lo que argumenta Ronald Bailey, en relación al estudio del Banco Mundial, cuando nos dice que la riqueza natural en los países de primer mundo, como los Estados Unidos, es una proporción muy pequeña, algunas veces con una cifra del 1 al 3 por ciento, pero derivando mucho valor agregado a la nación en particular, gracias al capital producido con maquinarías, la seguridad en la propiedad privada, la confianza en el gobierno y la aplicación del conocimiento adquirido en innovación de negocios que potencian todo el capital de un país, al igual que cualquier otro intangible que sume a la ecuación.

Aquí podemos mencionar otro dato muy interesante, en que de acuerdo al ingreso promedio de los países ricos de la OCDE, se tiene que el 2.3% representa el capital natural, el 17.2% el capital producido y sorprendentemente el 80.5% es el capital intangible.

Desde mi perspectiva, sumado a lo descrito en esta breve colaboración, es triste saber que no hemos podido acrecentar nuestro capital intangible, a pesar de contar con un exceso de capital natural y un, tal vez, modesto capital producido.

Lo cierto es que la clave descansa en lo intangible, como en fortalecer el recurso humano del país, con educación e instituciones públicas y privadas que les permiten aplicar su conocimiento para llevar sus ideas al mercado y emprender negocios, fomentando el autoempleo y no buscar solamente emplearse, aunado a un gobierno que provea confianza entre sus habitantes para que los ciudadanos generen la riqueza faltante en su país, en este caso para el nuestro: México.

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