Rodrigo Soto Moreno
En cierto momento de nuestra existencia, dentro de nuestro camino evolutivo, decidimos salir de nuestro letargo y erigirnos como mentes creativas, dispuestos a transformar nuestro medio ambiente en beneficio de nuestra especie, tratando de vivir en simbiosis con otros seres vivos, guardando todo nuestro progreso de forma somática (dentro de nuestro cuerpo) y extrasomática (fuera de nuestro cuerpo).
Sin embargo, todo lo anterior, hizo que los momentos de letargo y falta de inteligencia creativa, fueran reemplazados por ciertas descargas o ataques de estrés, mismos que contribuyen a modificar la muerte celular programada que cada uno de nosotros tiene, desde el momento en que nacemos, hasta que llega el tiempo en que debamos dejar de ser y pasar a reciclar nuestro cuerpo, en sintonía con el polvo de estrellas del que formamos parte, al estilo de Carl Sagan. Pero que en dosis pequeñas o moderadas, el estrés, contribuyó a sacar a flote momentos “Eureka” que fueron parte neurálgica del progreso humano.
Resulta interesante observar que nuevos estudios científicos apuntan a que, de acuerdo al escrito de Mathias V. Schmidt y Lars Schwabe, titulado “Splintered by Stress” publicado en Scientific American, la presión psicológica puede hacernos centrar nuestra atención, mejorando nuestra memoria y habilidad para aprender, pero demasiado estrés tiene el efectivo contrario, al bloquear nuestra memoria y capacidad de aprendizaje.
Existen casos, según Schmidt y Schwabe, en donde estudiantes o profesionistas que presentan un examen, ya sea para aprobar un curso determinado o conseguir ese trabajo añorado, tienden a bloquearse durante el mismo, teniendo gran dificultad de acceder a datos de información vital en su memoria, debido a grandes cantidades de estrés durante la prueba. Situación que se ve resulta, inmediatamente que termina el examen, pues esas personas recuerdan que al salir del mismo y eliminar su estrés, pudieron recordar los datos que les faltaron para lograr la respuesta correcta. Sin embargo, existen casos, en donde aquellas personas que pueden controlar el nivel de estrés, sienten que sus niveles de adrenalina contribuyen, con excitación, a desempeñarse mejor con su memoria traducida en las respuestas correctas en el examen.
Desde el punto de vista médico, tomando lo descrito por Schmidt y Schwabe, las hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol, pueden por un lado facilitar o perjudicar la memoria, dependiendo de cuando se liberan esas hormonas. Además, esas hormonas del estrés, afectan la memoria al fortalecer o debilitar las conexiones entre las células del cerebro. De lo anterior se está trabajando para que ciertas drogas, repliquen la adhesión de moléculas, para ser puente entre las células nerviosas y funcionar como restauradoras de la memoria en personas que sufren desordenes cognitivos.
Para los investigadores, antes mencionados, la situación es clara: el efecto del estrés depende del momento en que surja y su duración, derivado de esto depende si el factor estresante mejora o impide el recuerdo y procesamiento en la memoria cerebral. Pero el estrés creativo sucede en breves minutos, en una ventana de tiempo, porque a la larga todo estrés resulta en deterioro. Ahora los científicos quieren poder identificar las diferencias entre los momentos de presión psicológica que pueden derivar en situaciones Eureka y aquellos que de permanecer así, lesionan al individuo causándole problemas de memoria en el momento y a la larga dificultando su aprendizaje.
Para Marian Joëls, de la Universidad de Amsterdam, la situación es clara, pues resulta que el estrés ayuda al aprendizaje y a la memoria cuando es experimentado en el mismo tiempo cuando el evento en cuestión necesita ser recordado y cuando las hormonas de estrés activan los mismos sistemas biológicos que el evento en activa. Joëls remarca que inicialmente el estrés puede incrementar la percepción y el aprendizaje, pero a largo plazo, estados prolongados de estrés, obstruyen el procesamiento de nueva información. Soportando lo dicho aquí, estudios en ratones que han sido sometidos a estrés crónico en sus primeros años de vida, derivan en que esos mismos ratones no se desempeñan bien en exámenes de memoria cuando son adultos. Esto nos dice que cuando nosotros, como seres humanos, estamos sometidos a mucho estrés en la etapa de niños y jóvenes puede lastimar nuestra capacidad de memoria cuando pasamos a la etapa adulta.
De acuerdo a los estudios de Schmidt y Schwabe, en la Universidad de Trier en Berlín, se sugiere que el estrés simplifica nuestro comportamiento de aprendizaje a expensas de la flexibilidad del mismo, haciendo muy difícil que podamos aplicar nuestro conocimiento a las nuevas situaciones que se nos presentan. En conclusión, señalan los investigadores, bajo estrés el cerebro favorece la memoria rígida, que es habitual, sobre la memoria cognitiva, que es más flexible.
En otros experimentos, también con ratones, pero liderados por Melly S. Oitzl y Ronald de Kloet de la Universidad de Leiden en Holanda, que consisten en poner a un ratón en un laberinto con agua, donde el animal se estresa por su miedo al agua y el premio resulta ser llegar a una plataforma que no puede ver a simple vista, para salir del líquido y eliminar su tensión psicológica, se ha visto que los ratones al principio encuentran la plataforma por casualidad, pero al repetir el experimento esos roedores son capaces de detectar y recordar que existen unas marcas que señalan la posición de la plataforma, logrando arribar a esta lo más rápido posible para salir de la fría y estresante agua.
Pero lo destacable de los experimentos señalados, es que los estudios en esos roedores han arrojado que las hormonas de estrés juegan un papel muy importante en el proceso de aprendizaje de los ratones. Es decir, cuando se suprimieron esas hormonas, los ratones se desempeñaron pobremente para localizar la plataforma y salir del agua, a pesar de contar con repetición de experimentos para que detectaran las marcas y pudiesen librarse de su estrés en el agua. Específicamente, cuando Oitzl y Kloet quitaron las glándulas adrenales, mismas que son responsables de liberar las hormonas de estrés, los ratones necesitaron de mayor tiempo para localizar la plataforma mencionada.
Nuestra supervivencia entonces ha estado ligada a cierto estrés que estimula nuestro aprendizaje y nos permite llegar a la solución del problema, siempre y cuando la exposición a esa presión psicológica sea breve, porque si estamos sometidos a estrés de forma crónica, entonces desarrollaremos lesiones en nuestra habilidad para utilizar la memoria y frenaremos nuestra inteligencia creativa, así como el aprendizaje. A este proceso, de fortalecer el aprendizaje, se le conoce como potenciación a largo plazo, que es el cual ayuda al cerebro a guardar y buscar información. Para Schwabe y Schmidt, las sinapsis pueden crecer fuertes o débiles, supeditadas a la estimulación que se les de y derivado de esto las memorias pueden quedarse u olvidarse.
Recientemente Carmen Sandi, del Instituto del Cerebro – Mente del Instituto Tecnológico en Lausana, ha encontrado que el estrés activa las moléculas de adhesión celular neurales dentro del hipocampo (responsable de la memoria) y ayuda entonces en el aprendizaje de nueva información y la consolidación de la memoria a largo plazo.
La tarea de los científicos en la actualidad, es tratar de desarrollar medicamentos que puedan replicar la función de ese estrés moderado, para fomentar el aprendizaje el pacientes que tengan problemas para el mismo. Así como controlar a aquellos que sufran de estrés crónico y ataques de ansiedad, logrando moderar su exposición al estrés. Seguro que la investigación médica nos dará buenas noticias en breve.
