Rodrigo Soto Moreno
Acostumbro realizar un par de llamadas al mes a mis hermanos, Ena y Jorge, siempre con el fin de saludarlos y saber si su vida va en el camino planeado, sobre aquel de la salud, la felicidad y el éxito, sumado a los vaivenes tradicionales de cualquier ruta vivencial. Pero, particularmente en el caso de mi hermano Jorge, trato de intercambiar ideas sobre las últimas lecturas que ambos hemos realizado, con el fin de enarbolar alguna charla divertida e instructiva, así como obtener recomendaciones para lecturas posteriores.
En este contexto, recuerdo una ocasión en específico, en donde después de diferentes transacciones de información científica, tecnológica y por supuesto literaria, Jorge expresó una frase que cautivó mi atención y también me causó conmoción, siendo la siguiente: “considero que en nuestro país, vivimos en una “apellidocracia” en lugar de una meritocracia”. Terminado de escuchar lo anterior, afirmé positivamente en relación a que lo dicho era una triste realidad y una aseveración difícilmente debatible, estando presente en ciertos círculos empresariales, pero sobre todo en los del gobierno.
Pero bueno, hablando en relación a la “apellidocracia”, la misma no solamente engloba el tradicional y conocido nepotismo, sino que también abarca aquellas situaciones donde el puesto de trabajo o la tarea a realizar en cuestión, es llevada a cabo por un individuo que no porta las credenciales necesarias para la consecución de los objetivos y metas planeadas. Me refiero a que de forma burda y llana, mi percepción se simplifica en la siguiente frase: “le encargan a los enanos, trabajo de gigantes”, esto a razón de que muchas veces se consideran primero los atributos físicos y visuales, como la grata fisonomía de la persona o las falsas “plumas” de su vestimenta, ni se diga sus conexiones o “palancas”, en lugar de estudiar las características cognitivas y habilidades que ese individuo posee. En términos coloquiales es cuando hablamos del conocido: “le queda grande el puesto”. Por esto último me atrevo a decir que he conocido a sabios con huaraches y charlatanes vestidos con traje.
Aunado a esto, sabemos que en nuestro país debemos luchar constantemente entre el decidir darle oportunidad “a cada cual de acuerdo a sus necesidades”, pero no sin olvidar analizar el “a cada cual de acuerdo a sus capacidades”. Porque sucede que en diversas situaciones, sobre todo en gobierno, se piensa en que el puesto mismo debe ser sinónimo de riqueza para el que lo ejerce y se les olvida la simple tesis de servir al pueblo con la cuchara grande, en cuanto a productos y servicios que requiere, antes de que el mismo burócrata lo haga en cuanto a dinero, viajes y viáticos se refiere.
Termino esta colaboración recordando de nueva cuenta otra anécdota de mi hermano Jorge, en donde ahora me platicaba que recientemente conoció a cierto ex funcionario del gobierno estadounidense, quien le dijo que se salió de trabajar del medio público, gobierno de Estados Unidos, e iniciar una empresa propia, porque necesitaba hacer dinero para pagar las escuelas de sus hijos. Increíblemente en nuestro país sucede lo contrario, por ello es importante eliminar de la mente de los jóvenes, que el gobierno sea su principal opción de empleo y si fuese así, solamente se justifica si en verdad se piensa en darle algo valioso y productivo a la patria, antes de los beneficios personales y las creencias políticas o partidistas.
